La pieza que falta
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es el punto de partida de una ambición regional mayor: unir a México, Estados Unidos y Canadá en una sola comunidad económica y de seguridad.
La propuesta es del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) el que es probablemente, el centro de investigación de mayor influencia en los lineamientos de la política exterior estadounidense.
Rodrigo Carbajal
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es el punto de partida de una ambición regional mayor: unir a México, Estados Unidos y Canadá en una sola comunidad económica y de seguridad.
La propuesta es del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) el que es probablemente, el centro de investigación de mayor influencia en los lineamientos de la política exterior estadounidense.
El objetivo de crear una comunidad regional se planteó explícitamente en un documento publicado en el 2014, que se tituló “América del Norte, tiempo de un nuevo enfoque”.
El grupo de trabajo, dirigido por el exdirector de la CIA David Petraeus y el expresidente del Banco Mundial Robert Zoellick, propuso dos recomendaciones clave para fortalecer la integración norteamericana. La primera, consolidar la apertura energética de México para mejorar la competitividad de la plataforma manufacturera regional. La segunda, transitar hacia un nuevo modelo migratorio que atienda las necesidades económicas de Estados Unidos y Canadá, a través de “políticas de movilidad laboral más coherentes”.
México cumple, EU no
A la fecha, México es el único país que ha cumplido con estas recomendaciones. La reforma energética abrió el sector petrolero a la iniciativa privada, rompiendo con un modelo estatista que se mantuvo vigente durante más de siete décadas. Hasta el momento se han comprometido 78 mil millones de dólares en inversiones.
Sin embargo, Estados Unidos ha sido reticente o políticamente incapaz de aprobar una reforma migratoria integral.
En el 2013, un grupo de ocho senadores de ambos partidos promovieron una reforma migratoria que buscaba añadir 16 millones de personas a la economía estadounidense para el 2033. De acuerdo a la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), el resultado de esta política habría incidido positivamente en el nivel salarial promedio y habría generado un nivel 5 por ciento superior al producto interno bruto proyectado con la ausencia de este flujo migratorio.
A pesar de ello, la iniciativa se estancó en el Congreso. Ahora, la administración de Donald Trump pretende realizar un cambio radical en la política migratoria de Estados Unidos. El presidente Trump promete que los 11 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos serán deportados, que se reducirá la entrada de migrantes legales en un 50 por ciento y que se implementará un nuevo sistema de inmigración basado en el mérito, enfocado a la atracción de capital humano altamente calificado.
Paradójicamente, una de las demandas prioritarias del gobierno estadounidense en la renegociación del TLCAN es la de cerrar la brecha salarial entre los trabajadores estadounidenses y los mexicanos.
Para el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, la contradicción de esta demanda es evidente. Durante su participación en la Cumbre de Inversión de América Latina organizada por Reuters, Guajardo dijo que el país no será capaz de cerrar la diferencia salarial con Estados Unidos sin que exista una movilidad laboral plena en América del Norte.
En febrero, el diario El País reportó que en promedio, un mexicano gana 1,870 dólares al mes. La cifra es seis veces mayor que el salario mensual promedio de un trabajador en México: 291 dólares.
Fuera de la negociación
La inmigración, un factor clave para la integración regional se ha vuelto anatema para la Casa Blanca. Ildefonso Guajardo dejó en claro que el tema está fuera de la mesa de negociación del TLCAN: “Este sería un nuevo nivel de ambición. Si Estados Unidos no puede llegar a un consenso respecto a la esencia de una reforma migratoria, sería irrealista esperar que el TLCAN entra al debate de la inmigración”.
Las necesidades políticas de la administración de Donald Trump rompen con uno de los requisitos esenciales propuestos por el CFR en el reporte publicado en el 2014: “El libre movimiento de personas a lo largo de América del Norte es un componente crítico para el potencial económico del continente. La habilidad para construir una América del Norte más fuerte y competitiva dependerá en gran medida del futuro de la fuerza laboral regional”.
Este extracto hace alusión a México. El país cuenta con un bono demográfico que contrasta con el envejecimiento estructural de la población de Estados Unidos y Canadá.
Además, en un contexto de creciente automatización, se espera que la demanda de trabajo de baja especialización crezca de manera considerable en los próximos años.
Para Neel Kashkari, el presidente de la Reserva Federal de Minneapolis, las opciones son claras: “Puedes aceptar un menor crecimiento económico, puedes gastar mucho dinero para incentivar la fertilización o puedes aceptar la inmigración”.
Brecha salarial
Pese a que la administración de Donald Trump ha asumido una postura restrictiva en materia migratoria, uno de sus objetivos para el TLCAN es la reducción de la diferencia de ingreso laboral con México
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