El mercado bursátil mexicano se ha convertido en parte de la historia de estabilización macroeconómica del país en 2017: el peso recuperó el terreno perdido por el efecto Trump”, el Banco de México asegura que la creciente inflación ya se encuentra en un proceso de convergencia hacia el objetivo de 3 por ciento y las exportaciones automotrices han vuelto a crecer a tasas de doble dígito.
Ésta es la narrativa doméstica que le ha permitido al Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) romper la barrera psicológica de los 50 mil puntos y tocar máximos históricos.
Sin embargo, el consenso de analistas argumenta que la tendencia alcista del mercado de valores también se explica en gran medida por factores externos que han favorecido el direccionamiento de capitales hacia los mercados emergentes. En la primera mitad del año, el fondo ETF de bonos de mercados emergentes denominados en dólares de JP Morgan registró 4.22 mil millones de dólares en entradas de capital.
La conjugación de esta tendencia con una narrativa doméstica saludable han generado réditos significativos para el IPC, que reúne a las 37 emisoras más bursátiles del mercado mexicano. En lo que va del año, el rendimiento de este índice ha sido de 10.66 por ciento, comparable al 13.43 por ciento que representa la apreciación del peso frente al dólar en el mismo periodo.
Hojas de balance: la clave
Si bien, el IPC en términos de dólares todavía se encuentra en un nivel 23 por ciento menor al máximo histórico, la senda de crecimiento del mercado bursátil mexicano podría ser interrumpida por un hecho sin precedentes en la historia de los mercados financieros globales: el desmantelamiento de la hoja de balance de los principales bancos centrales del mundo.
A los ojos de inversionistas como Bill Gross, fundador de PIMCO, esta operación representará el mayor cambio en la dinámica de los mercados financieros desde el colapso del banco Lehman Brothers en 2008.
En conjunto, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y la Reserva Federal cuentan con activos valuados en 14 billones de dólares en sus hojas de balance. El funcionamiento de los mercados financieros en el periodo posterior a la crisis ha estado determinado en gran medida por las políticas heterodoxas de los bancos centrales, las cuales incluyeron la compra masiva de activos a partir de la creación de dinero en el sistema bancario.
En la opinión de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, las políticas monetarias laxas, referidas como “políticas de dinero fácil”, fungieron como la única respuesta significativa de las autoridades económicas durante la mayor parte del periodo poscrisis.
Mohamed El-Erian, asesor en jefe de Allianz y una de las voces más influyentes de Wall Street, ha insistido en que el efecto más notorio de estas políticas brindó un sustento artificial para los mercados financieros, particularmente para el mercado bursátil estadounidense.
Ahora la Reserva Federal, el banco central más influyente del mundo, ha comunicado que el desmantelamiento de su hoja de balance de 4.5 billones de dólares se realizará “relativamente pronto”.
Esto quiere decir que quienes fueron los principales compradores de deuda soberana en la última década se convertirán en vendedores netos. Para poner esta operación en perspectiva es necesario señalar que los activos en la hoja de balance de la Reserva Federal eran de apenas 862 mil millones de dólares en agosto del 2007.
Jamie Dimon, el presidente y director general de JP Morgan, dijo ayer que “la ola está por acabar”, haciendo referencia a un proceso de desmantelamiento que, desde su punto de vista, representa un reto sin precedentes que pudiera generar una disrupción completamente desconocida.
Dicha disrupción depende completamente de una operación inédita para los banqueros centrales. Hasta el momento, el discurso de la Reserva Federal no ha ofrecido detalles en este sentido, más bien se ha limitado a asegurar que se garantizará la certidumbre del proceso.
Indicios de una nueva realidad
El consenso de analistas señala que los mercados comienzan a mostrar los primeros indicios de esta nueva normalidad. En las últimas dos semanas, el fondo ETF de bonos de mercados emergentes denominados en dólares de JP Morgan presentó un flujo negativo de 1.19 mil millones de dólares, la mayor salida de capital desde que el vehículo de inversión fue creado.
La caída coincidió con un fortalecimiento del dólar, una oleada de depreciación en divisas emergentes y con ventas masivas en los bonos del Tesoro de Estados Unidos y bonos europeos.
Todas estas características empatan con un escenario de mayores tasas de interés derivadas de la expectativa de desmantelamiento de la hoja de balance de los principales bancos centrales del mundo.
El escenario base de la mayoría de los administradores de activos de alto perfil sostiene que la condición de mayores tasas de interés en activos de países desarrollados conjugada con nuevos episodios de incertidumbre invariablemente provocará una salida masiva de capitales desde los mercados emergentes.
Para México y para los 50 mil puntos del IPC esta lectura es poco alentadora. México es un país con laxos controles de capital y el peso es la divisa más líquida de los mercados emergentes.