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La última gira internacional de Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo y Previsión Social, podría ofrecer señales respecto a un cambio en la política energética mexicana.
Después de su participación en el foro del G20 en Turquía, el secretario viajó a Teherán a petición expresa del gobierno de Irán. Además de cumplir con su agenda de política laboral, que incluyó la firma de un memorándum de entendimiento con su homólogo iraní, Navarrete Prida se reunió con el ministro de Petróleo y con el ministro de Economía y Finanzas de Irán.
Irán es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el cártel de precios más grande del mundo.
El escenario actual de bajos precios petroleros se debe en gran medida a que la OPEP decidió, en su reunión de noviembre del 2014, que no recortarían la producción y que dejarían caer el valor del crudo.
Bijan Namdar Zanganeh, titular del Ministerio de Petróleo, declaró a la televisión estatal iraní que México está dispuesto a colaborar con la OPEP en caso de que el grupo decida estabilizar el mercado de crudo mediante una intervención.
En relación a la reunión, Zanganeh declaró: “Han expresado que están listos para cooperar con la OPEP si ésta decide iniciar alguna administración del mercado”. Pese a que el ministro no ahondó en las medidas específicas mediante las cuales se estabilizaría el mercado, la política tradicional de la OPEP para impulsar los precios implica un recorte coordinado de la producción petrolera.
En el 2008, Arabia Saudita y el resto de los miembros del cártel optaron por reducir sus exportaciones petroleras para apuntalar el valor del crudo, que llegó a tocar niveles menores a los 40 dólares por barril. El mercado eventualmente repuntó y en junio del año pasado el precio superó la barrera de los 110 dólares.
Recorte costoso
México está a punto de iniciar un programa de austeridad de 259 mil millones de pesos derivado de la caída de sus ingresos petroleros para mantener la estabilidad de sus finanzas públicas.
Por otro lado, la reforma energética, la insignia del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, está en marcha y busca apuntalar la decreciente producción nacional.
El valor de petróleo mexicano se ubica apenas encima de los 41 dólares por barril. En un momento en que la volatilidad y la incertidumbre son las principales constantes del escenario financiero global, un recorte a la producción nacional de crudo que debilite la fortaleza fiscal en el corto plazo podría representar un riesgo significativo.
Un recorte está fuera de la narrativa que ha construido el gobierno en materia fiscal y energética.
En enero de este año, ante la insistencia del presidente venezolano Nicolás Maduro por entablar una conversación con el presidente Peña Nieto para impulsar el precio del crudo, la agencia Reuters reportó que funcionarios mexicanos sostuvieron en privado que el país no estaba en posición alguna para recortar su producción petrolera.
Sin embargo, ésta no sería la primera vez que México coopera con la OPEP para estabilizar el mercado. En 1998, el país recortó su producción en 200 mil barriles diarios como parte de un esfuerzo coordinado de 17 naciones. El gobierno mexicano jugó un papel importante para cabildear a favor de los recortes y llevar a Venezuela y a Arabia Saudita a la mesa de negociaciones.
Desde entonces, la política energética mexicana se ha caracterizado por su pasividad ya que se ha mantenido al margen de las decisiones de la OPEP.
Divergencia en la OPEP
“Irán le da la bienvenida a cualquier medida que mejore las condiciones del mercado petrolero y ofrezca una salida respecto al escenario actual”, declaró la semana pasada el ministro de petróleo iraní.
Asimismo, lanzó una crítica a los miembros de la OPEP que se han opuesto rígidamente a cualquier cambio hacia una política de recortes y que han bloqueado los esfuerzos de países como Venezuela por celebrar una reunión extraordinaria del cártel.
Particularmente Arabia Saudita, el líder político de la OPEP y su mayor productor, insiste en mantener la producción en niveles récord. Además, el director de Rosneft, la firma energética estatal de Rusia, descartó cualquier cooperación posible de ese país con los miembros del grupo petrolero.
Irán, que cuenta con la cuarta reserva de crudo más grande del mundo, recientemente llegó a un acuerdo para limitar su programa nuclear a cambio del levantamiento de sanciones económicas. A pesar de que el país está cabildeando por recortes, no ha ocultado su objetivo de recuperar su participación de mercado mediante el incremento de un millón de barriles diarios a su producción.
Aunque la OPEP y sus socios han tenido dificultades en el pasado para respetar los topes a la producción, una perspectiva de bajos precios de crudo en el largo plazo significan un riesgo para las finanzas públicas que se exacerba con el paso del tiempo.
A inicios de mes, un posicionamiento editorial de un boletín mensual de la OPEP señaló que “la continua baja en el precio del petróleo (…) se mantiene como una preocupación para la OPEP y sus miembros”.