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La apertura del sector energético de México fue calificada por especialistas, como el banco JP Morgan, como decepcionante. No obstante, las lecciones que dejó la primera convocatoria de la Ronda Uno prometen un mejor panorama para las licitaciones subsecuentes.
A pesar de que el gobierno esperaba licitar exitosamente entre el 30 y 50 por ciento de los bloques de aguas someras de la primera convocatoria, únicamente se adjudicaron dos bloques (a un consorcio liderado por la firma mexicana Sierra Oil & Gas), lo que equivale al 14 por ciento del total.
De las 25 empresas precalificadas para participar en la Ronda Uno, sólo nueve presentaron propuestas, de los cuáles únicamente cuatro realizaron ofertas encima del requisito mínimo de inversión impuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
El discurso de los funcionarios mexicanos ha sido claro: no se malbaratarán los recursos petroleros del país. El ánimo de los inversionistas internacionales se fue desvaneciendo, en parte porque el precio del barril de petróleo ronda los 50 dólares y porque las condiciones de los contratos mexicanos son poco atractivas.
Para los dos bloques adjudicados, entre impuestos y regalías, el Estado mexicano se llevará el 74 y 83 por ciento de la utilidad. En caso de que los campos presenten un nivel de producción extraordinario, la tajada del gobierno ascenderá a 86 y 88 por ciento.
El diario Financial Times reporta que la firma india Videsh se quedó a un palmo de obtener una licitación. Sin embargo, se rechazó su oferta de ceder cerca del 50 por ciento de las utilidades porque el gobierno mexicano buscó imponer una barrera psicológica encima de este nivel.
Además, las firmas petroleras deberán pagar una onerosa garantía para que el Gobierno esté asegurado contra cualquier tipo de incidentes como algún derrame marítimo.
David Shields, analista del sector energético, argumenta que más allá de los requisitos de inversión de la Secretaría de Hacienda, las firmas fueron renuentes a participar en la primera convocatoria de la Ronda Uno debido a una cláusula de rescisión administrativa. Esto implica que las compañías podrían perder sus contratos sin derecho a una compensación y a un proceso de conciliación.
Poco atractivo
Independientemente del resultado de la primer convocatoria de la Ronda Uno, la logística y la transparencia del proceso fue aplaudida por analistas y miembros de la industria.
El fracaso fue atribuido a que los bloques de exploración en aguas someras de la primera licitación cuentan con prospectividad baja o mediana, volviéndolos poco atractivos en un escenario con precios petroleros de 50 dólares.
Dado que Pemex se había quedado con los mejores campos en la Ronda Cero, no se presentaron ofertas para la mayoría de los bloques licitados. Únicamente un solo bloque presentó una competencia reñida de cinco ofertas.
El gobierno mexicano espera que el proceso de licitaciones petroleras mejore progresivamente. La segunda convocatoria se celebrará el 30 de septiembre, donde se buscarán adjudicar bloques de aguas someras con reservas probadas. Mientras tanto, los bajos precios del petróleo limitan el presupuesto de las firmas energéticas para inversión en nuevos proyectos. Por si fuera poco, la reciente apertura comercial de Irán, una potencia petrolera, significa mayor competencia para las licitaciones mexicanas. Asimismo, esta apertura implica una mayor producción global que continuará presionando el precio del crudo a la baja.
La cuarta es la vencida
El gran interés generado por la reforma energética podría ser capitalizado en la cuarta convocatoria de la Ronda Uno. Analistas coinciden en que las grandes firmas energéticas globales, que se abstuvieron de realizar ofertas en la primera convocatoria, están guardando sus mejores armas para participar en la licitación de 13 bloques de aguas profundas a inicios del próximo año. La primera, segunda y tercer convocatoria de la Ronda Uno han sido calificadas como meros aperitivos de la cuarta licitación. Las grandes firmas globales esperan convertirse en socios de Pemex para esta convocatoria.
Rogelio Montemayor Seguy, ex presidente de Pemex, argumenta que la reforma energética resolvió un punto clave que explica la falta de inversión en el sector: la ausencia de un modelo de riesgo compartido.
La falta de tecnología y de capital no son necesariamente los únicos limitantes para la exploración y producción de aguas profundas, cuyo costo de desarrollo es alto pero con recompensas prometedoras.
Pemex, que ha declarado su interés por participar en la cuarta convocatoria, podría asociarse con las grandes firmas energéticas globales para compartir el riesgo y sacar provecho a los 654 millones de barriles de crudo equivalente de estos 13 bloques.
Por cada campo, se espera a que se realicen ofertas por alrededor de 200 millones de dólares.
México busca explotar cabalmente sus recursos en aguas profundas. En el lado americano del Golfo de México hay más de mil pozos en operación, mientras que en el lado mexicano apenas hay un par de decenas de pozos en desarrollo.