Abenomics, la estrategia de estímulo económico emprendida por el gobierno del primer ministro japonés Shinzo Abe desde el 2013, sigue ofreciendo resultados inconsistentes y decepcionantes.
En el último trimestre del 2015, la economía japonesa registró una contracción de 1.4 por ciento – casi el doble de mala que el 0.8 por ciento previsto por una encuesta de 33 economistas realizada por Bloomberg. El declive además representó un revés significativo tras el crecimiento de 1.3 por ciento registrado en el tercer trimestre.
Los principales lastres japoneses en el cierre del año pasado fueron caídas en consumo, el cual se ve apagado por el declive, en términos reales, que los salarios japoneses han experimentado en los últimos cuatro años.
Por si fuera poco, el inicio del 2016 ha traído más malas noticias para la Japón, la tercera mayor economía del mundo.
La apreciación de 5.6 por ciento que el yen ha registrado frente al dólar en lo que va del año ha lastimado los ingresos de los exportadores japoneses, que además se ven expuestos a riesgos debido a la desaceleración económica de China, el mayor socio comercial de Japón.
“Los riesgos negativos (…) probablemente se incrementarán a medida que la apreciación del yen apague el gasto en capital y las exportaciones, y el consumo privado también se ve débil. No hay un claro impulsor que apoye la economía japonesa”, dijo Yuichi Kodama, economista en jefe en la aseguradora japonesa Meiji Yasuda Life Insurance Co. en entrevista con Bloomberg.
Estímulo insuficiente
La estrategia de estímulo del Abenomics está construida sobre tres factores: una lasitud sin precedentes en la política monetaria, mayor gasto fiscal, y reformas estructurales que vuelvan más dinámico al sector privado japonés.
Desde que comenzó su administración, a finales del 2012, el gobierno de Abe anunció estos planes con la intención de poner fin a más de 20 años de estancamiento económico y deflación.
Una de las herramientas más publicitadas del Abenomics ha sido el estímulo monetario.
El Banco de Japón ha implementado una tasa de interés de referencia de entre 0 y 0.1 por ciento, colocado sus tasas de depósitos bancarios en territorio negativo, y lanzado un programa de compra de activos diseñado para inyectar cientos de miles de millones de dólares a la economía cada año.
Sin embargo, los resultados han sido mixtos. El producto interno bruto de Japón creció 1.6 por ciento en 2013, después cayó en una recesión de -0.1 por ciento en 2014 y en 2015 el crecimiento fue de sólo 0.4 por ciento.