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En Colombia las cosas son muy caras. Por lo menos esa es la idea que se podría llevar un turista mexicano sin experiencia estando de visita en el país sudamericano.
Algunos ejemplos de las elevadas cifras colombianas incluyen 1,500 pesos colombianos por un pasaje de transporte, 1,600 pesos por una lata de refresco, 1,900 pesos por un dólar estadounidense, 13,000 pesos por un kilo de carne de res, 200,000 pesos por unos zapatos, y un salario mínimo al mes de 589,500 pesos. Como referencia, un peso mexicano equivale aproximadamente a 150 pesos colombianos.
Pero las cifras exorbitantes no solo son inconvenientes para los consumidores. Para los negocios es peor, pues las cuentas de una empresa de gran tamaño pueden llegar a incluir cifras billonarias.
Si a esto se agrega la diferencia entre las escalas numéricas cortas y largas, donde un billón latinoamericano es un trillón estadounidense, los inversionistas extranjeros en Colombia a menudo se topan con un verdadero mareo de contabilidad.
Pero recientemente el gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha revivido un proyecto para redenominar el peso colombiano, buscando quitarle tres ceros, tal y como se hizo en México en 1993.
Así, los billetes de 20 mil pesos pasarían a ser los nuevos 20, los de 50 mil pasarían a ser los de 50, etcétera
Santos y sus aliados han explicado que el proyecto tiene como fin simplificar la contabilidad y reducir los costos de las transacciones, disponibilidad y almacenamiento de dinero.
Otra oportunidad
Después de que propuestas similares no prosperaran en el 2000, 2010 y 2012, Caracol Radio reporta que el ministro de Hacienda y Crédito Público (MinHacienda) de Colombia, Mauricio Cárdenas Santamaría, declaró: “nosotros tenemos listo un proyecto de ley para eliminar los tres ceros, hacerlo de forma gradual de manera que se minimicen los costos y estamos buscando el momento oportuno para presentarlo al Congreso”.
El diario colombiano El País reporta que el gobernador del Banco de la República, José Darío Uribe, ha señalado que la propuesta sería beneficiosa para Colombia, y que es el momento correcto para implementarla gracias a la estabilidad de precios que el país observa desde hace casi una década.
Sin embargo, El País reporta que Juan Carlos Echeverry, predecesor de Cárdenas al frente de MinHacienda y otro de los partidarios de la medida, ha reconocido que de haberse realizado en 2011 el proyecto no tendría costos elevados como los que podrían presentarse ahora.
Antecedente histórico
Para llegar a utilizar tantos ceros en su moneda, Colombia pasó por periodos de muy alta inflación durante diferentes momentos del siglo 20.
La expansión de la base monetaria de 1899-1903 (producto de la Guerra de los mil Días) trajo consigo hiperinflación, llegando a alcanzar más del 100 por ciento anual entre 1900 y 1903, con un récord histórico de 389 por ciento en 1901.
Además, el peso colombiano sufrió una depreciación anual del 150 por ciento frente a la libra esterlina entre 1900 y 1902.
Aunque después de 1903 los precios se estabilizaron, siguieron existiendo picos inflacionarios en 1934 (38.8 por ciento) y 1960 (33.6 por ciento), y de 1975 a 1999 el promedio de inflación anual en el país fue de casi 23 por ciento.
Al mismo tiempo, el peso se depreció severamente frente al dólar, pasando de un tipo de cambio promedio de 1.96 pesos por dólar en 1950 a 1909.50 pesos por dólar en junio del 2013.
En contraste, a partir del 2000 la inflación ha caído y hoy se encuentra en niveles manejables. Entre 1998 y 1999, la inflación anual en Colombia pasó del 16.70 al 9.23 por ciento, y siguió cayendo a través de la década. En 2010, el aumento de precios fue de 3.17 por ciento, y en 2012 tan solo de 2.44 por ciento.
El ejemplo mexicano
Para la propuesta colombiana, México es un referente histórico. Entre 1993 y 1996, México implementó una medida similar a la que hoy se discute en Colombia, quitándole tres ceros al peso para facilitar la comprensión de grandes cantidades de dinero, simplificar las transacciones y volver más eficientes los sistemas de contabilidad y registro del país.
A causa de las crisis de los 70 y 80, México experimentó fuerte inflación y la severa depreciación del peso frente al dólar. Durante los sexenios de José López Portillo y Miguel de la Madrid, el tipo de cambio aumentó en más de 500 y más de 1,500 por ciento, respectivamente.
Para lidiar con las complicaciones asociadas con manejar cantidades tan altas, el gobierno de Carlos Salinas lanzó un proyecto de redenominación.
Así, el “nuevo peso”, equivalente a mil pesos, fue introducido en enero de 1993. Entre 1993 y 1995, las dos monedas coexistieron, y el Banco de México fue desfasando el peso hasta su desaparición. Una vez que solo los nuevos pesos estaban en circulación, se eliminó la palabra nuevo y la denominación volvió a ser solo peso.
Ahora Colombia se encuentra ante la posibilidad de tomar el mismo rumbo que México. El País reporta que el senador Juan Mario Laserna ha explicado que si en el pasado estas propuestas no han tenido éxito, no es porque sean inconvenientes o dañinas, sino por razones políticas propias de las dinámicas de los partidos en el Congreso.
Pero hay quienes difieren y opinan que la medida es inconveniente y representaría una causa de gasto, público y privado, innecesario.
Entre ellos, el analista y consultor Mauricio Cabrera ha dicho que “se trata de un proyecto inútil, inoportuno y costoso para el país.
Esas ideas de cambiar la denominación de la moneda local sirven un poco en casos de hiperinflación, como sucedió en Argentina, pero en Colombia eso no ha pasado”.
El gobierno de Juan Manuel Santos ha reiterado su apoyo de la redenominación del peso colombiano, pero esto no asegura que el proyecto vaya a tener éxito.
Por lo pronto, Colombia seguirá viviendo como lo ha hecho por la mayor parte del siglo 20: con muchísimos ceros en sus billetes.