La fiebre del oro digital

El pasado 9 de abril, Facebook anunció la compra de Instagram, una aplicación que toma fotos con un toque retro, por la asombrosa cifra de mil millones de dólares.

Las ventas millonarias de las famosas apps para teléfonos se hacen cada día más impactantes, pues alcanzan cifras que muchos sólo soñamos en tener.

500
mil dólares fue la inversión inicial de Instagram.

El pasado 9 de abril, Facebook anunció la compra de Instagram, una aplicación que toma fotos con un toque retro, por la asombrosa cifra de mil millones de dólares.

Las ventas millonarias de las famosas apps para teléfonos se hacen cada día más impactantes, pues alcanzan cifras que muchos sólo soñamos en tener.

El negocio de las apps, como Instagram o DrawSomething, otra aplicación gratuita que ha enganchado a miles, representa hoy lo que alguna vez la fiebre del oro: la oportunidad de volverse millonario de la noche a la mañana.

El juego es sencillo, crear una aplicación gratis o de muy bajo costo para el usuario y esperar a que sea descargada millones de veces.

Esa popularidad eventualmente llama la atención de una empresa líder en tecnología y se traduce en una oferta de compra, haciendo millonario al creador de la app.

La tendencia se ha consolidado recientemente. Por ejemplo, desde el 2010, Google ha estado comprando productos y empresas pequeñas al ritmo de una por semana.

Y es que de creación independiente han sido grandes ideas que permiten a estas empresas seguir innovando en sus servicios.

Entre ellas, Siri, una aplicación que reconoce comandos de voz y que Apple compró por 200 millones de dólares para incorporar a la oferta tecnológica de los iPhones.

Otro ejemplo de rápido ascenso es el de DrawSomething, una aplicación que permite a los usuarios intercambiar dibujos basados en palabras por iPhone.

Tan sólo 7 semanas después de su creación y gozando de un éxito importante, fue adquirido por Zynga, una empresa líder en juegos por internet, por la módica cantidad de 210 millones de dólares.

Tras la ilusión

Sin embargo, crear un app que sea popular no es tan fácil como parece.

Por cada historia de éxito como Instagram, hay miles de fracasos.

Incluso los creadores de otro famoso juego, Angry Birds, pasaron por 52 versiones del juego antes de lanzar la adaptación tan adictiva que conocemos.

Se trata de estar en el lugar y momento correcto, tener una brillante idea y además asustar a las empresas dominantes.

Por ejemplo, una aplicación parecida a Instagram llamada Path, que fue lanzada hace algunos años, no llamó la atención de nadie por su insistencia en crear una red social paralela.

El éxito de Instagram radica en que se dedicó a integrarse con todas las plataformas sociales posibles, lo que aumentó su popularidad y preocupó a los directivos de Facebook.

Finalmente, como ha venido sucediendo con otras empresas de tecnología, Facebook decidió comprar a la competencia antes de que fuera un problema.

Esta nueva tendencia de crear y vender aplicaciones al primer postor, acaba rápidamente con la competencia que podrían tener las empresas dominantes, y además los ayuda a obtener productos novedosos sin tener que invertir en investigación.

Para los creadores de estas aplicaciones representa una importante motivación, pues están en constante esfuerzo por lanzar la siguiente gran idea y volverse millonarios en un abrir y cerrar de ojos.

Atrás quedaron los días en los que jóvenes emprendedores soñaban con erigir sus míticas empresas y dominar a los mercados.

Hoy, los estudiantes más destacados de las universidades se empeñan en crear productos como aplicaciones que son fáciles de vender.

El precio que las empresas pagan por estas aplicaciones es prueba de un mercado en constante cambio, donde lo realmente valioso son las ideas.

En este nuevo modelo de negocio se ha perdido el apego emocional que solía tener un proyecto emprendedor, ahora éste se convierte en mercancía que compite en los mercados como cualquier otro bien.

Te puede interesar