México, hoy en día, tiene a varias instituciones independientes e indispensables para el futuro de nuestro país, entre éstas el Instituto Federal Electoral y el Banco de México.
La importancia de la independencia recae en que el funcionamiento de las instituciones no se ve afectado por tendencias partidistas o la posibilidad de cambios de política de corto plazo.
En la política monetaria que dirige el Banco de México el valor de tener independencia se nota. Las tasas de inflación que tenemos hoy, de un solo digito, son únicas en el contexto histórico nacional, y no se hubieran logrado sin autonomía.
Y como sabemos, una política monetaria madura, con visión de largo plazo, estable y enfocada en mantener el valor adquisitivo de nuestra moneda es un ingrediente esencial para el crecimiento.
Los años del desorden
Anterior a la independencia del Banco de México, el propio gobierno mexicano, cuando se encontraba en necesidad de financiamiento para cubrir sus deudas o aumentar el gasto público, le podía pedir a Banxico que lo financiara imprimiendo dinero.
El frecuente y discrecional uso de esta técnica para solventar deudas llevó a que la base monetaria del país aumentara, y con ella, la inflación, haciendo que el peso mexicano perdiera valor en términos de lo que podía comprar.
En pocas palabras, imprimir dinero funcionaba como un impuesto que pesaba sobre todos los mexicanos, solo que se cobraba de manera indirecta.
Desde 1994, cuando se independiza Banxico, ninguna autoridad tiene facultades para ordenar que se imprima dinero o se otorgue financiamiento al gobierno.
Además, para garantizar la mayor autonomía de Banxico en la práctica, está estipulado que las decisiones las tomará su junta de gobierno, compuesta de cinco miembros designados por el presidente de la República y ratificados por el Senado, con el mismo peso de voto.
La junta actual está integrada por el gobernador Agustín Carstens Carstens, y cuatro subgobernadores: Roberto del Cueto Legaspi, Manuel Ramos Francia, Manuel Sánchez González y Jose Julián Sidaoui Dib.
Cada uno de los miembros permanece por un periodo de ocho años, sucediéndose cada dos años de manera escalonada. Esto para disminuir la posibilidad de que el rumbo de la política monetaria mexicana caiga víctima de contiendas partidistas y que cualquier presidente en turno no haya designado a toda la junta.
La junta de gobierno se responsabiliza de autorizar la emisión de billetes y monedas y determinar el rumbo de la política monetaria del país, así como manejar la reserva internacional.
La combinación de periodos escalonados y de suficiente continuidad le otorga más fuerza a la autonomía de la institución.
¿Arreglar lo que funciona?
En estas próximas elecciones, mientras que los tres principales candidatos han anunciado su interés en no interferir en la política o autonomía de Banxico, ha habido candidatos que en el pasado sí han sugerido la posibilidad de crear formas para cambiar el funcionamiento del mismo.
Desde sugerencias en cuanto a la autonomía del banco, o la creación de un Banco Central externo que se ocupe de la inflación y del crecimiento económico.
Mientras que no se ha detallado mucho en cuanto a los lineamientos particulares de algún plan de este tipo, el argumento sigue recayendo en que se necesita un cambio estructural a nuestro sistema bancario.
Esto puede afectar drásticamente el desempeño y efectividad de la política monetaria y hacernos más vulnerables a impactos externos.
Si bien es entendible que los mexicanos quisieran ver tasas de crecimiento y sueldos mayores, también es importante recordar que eso no es para lo que fue creado el Banco de México.
Su responsabilidad siempre ha sido contener a la inflación y asegurar que el sistema financiero funcione.
A diferencia de otras épocas, en las cuales el Banco era la caja sin fin del presidente en turno, es importante reconocer que la autonomía del Banco de México ha hecho posible la formación de una de las pocas instituciones serias y funcionales en el país. La comunidad financiera internacional ha galardonado a la política monetaria mexicana por su trabajo en su última década. El actual gobernador Agustín Carstens fue nombrado el más destacado gobernador de una institución central por la revista “The Banker” en el 2011, y él mismo estuvo en la contienda para ser el director del Fondo Monetario Internacional junto con la ganadora Christine Lagarde.
Es evidente entonces que gran parte de la estabilidad que el país ha disfrutado en términos macroeconómicos ha sido por haber logrado que el Banco goce de independencia frente al Gobierno Federal.
En estas próximas elecciones, gane quien gane, en cuanto a Banxico se refiere, no hay porqué arreglar algo que no está defectuoso.
UN MODELO PROBADO
Por Eduardo Flores
La autonomía del banco central no es un concepto nuevo o mexicano, a lo largo de la historia muchos países han optado por un modelo similar, lo que ha resultado en tasas de inflación controladas.
Durante los 90, se hizo evidente a nivel mundial la necesidad de dotar de autonomía a dichas instituciones, que tenían en promedio 80 años de haber sido fundadas.
Los primeros países en adoptar tanto metas de inflación explícitas, como ahora se reporta en México, como mayor autonomía, fueron Nueva Zelandia y Canadá en 1989.
Pronto otros países siguieron el ejemplo y para principios del milenio casi todos los bancos centrales del mundo tenían un nivel básico de independencia, al menos en papel.
Según un índice que mide la independencia de los Bancos Centrales, en todo el mundo desde los 80 se ha duplicado el grado de autonomía que sus juntas directivas o gobernadores gozan respecto al gobierno en turno.
La tendencia ha sido la misma en todo el mundo porque se ha comprobado que funciona.
Mientras en América Latina se vivían episodios de hiperinflación, en Alemania, donde siempre han tenido un banco central relativamente independiente y obstinado en respetar sus metas de inflación, la economía se modernizaba y crecía de manera sostenida.
El crecimiento de los mercados de capitales mundiales, y la globalización que se vivió durante los 90, incrementaron la necesidad de tener inflación baja y la mejor manera de lograrlo era seguir el ejemplo de los que ya estaban haciéndolo bien.