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El desplome de más de 50 por ciento que los precios petroleros experimentan desde mediados del año pasado ha sido atribuido principalmente al fuerte aumento en la producción global de crudo, el cual es un factor cíclico.
Pero expertos opinan que la reducción que la demanda petrolera ha vivido en la última década también es una parte importante de la historia, y que es poco probable que esta tendencia cambie en el futuro.
Esto se debe a que a pesar de la existencia de factores cíclicos en la caída de la demanda, como lo es el menor crecimiento económico global posterior a la crisis del 2008, también existen factores estructurales más difíciles de cambiar.
Quizá el mayor factor dentro de esto es el creciente uso de vehículos con un consumo más eficiente de combustible y el desarrollo cada vez más veloz de vehículos eléctricos que son más atractivos para los consumidores.
El consumo petrolero de Estados Unidos es utilizado como barómetro global debido a que este país es por mucho el mayor consumidor de crudo del mundo.
A un nivel de más de 19 millones de barriles diarios, el consumo estadounidense es casi el doble que el de China, el segundo mayor consumidor, y representa más del 20 por ciento del consumo global.
Datos del Departamento de Energía estadounidense muestran que el consumo de derivados de crudo en el país se han mantenido por debajo del pico de 21 millones de barriles diarios que tocó en el 2004, cayendo aún mientras el país continúa recuperándose de la crisis económica del 2008.
Bloomberg reporta que Michael Liebreich, fundador de la empresa de investigación energética Bloomberg New Energy Finance (BNEF), explicó recientemente que parte de esta caída se debe a avances tecnológicos que han incrementado la eficiencia en el consumo de combustibles a nivel global y reducido el costo de la energía renovable.
Esta transición no se encuentra limitada a los países desarrollados, ya que aunque los países emergentes tradicionalmente representan el mayor impulso al consumo global de petróleo y otros energéticos, algunos de ellos también son líderes en la inversión en energía renovable.
El mayor ejemplo de esto es China, que no sólo fue el mayor inversionista en estas tecnología en 2014 sino también el país con el mayor crecimiento en este rubro.
Futuro eléctrico
Estos cambios debilitan el vínculo entre el uso vehicular y el consumo petrolero. En el caso del consumo vehicular de combustibles, en Estados Unidos esta mejora en la eficiencia fue de más de 20 por ciento en los últimos 15 años.
Y una nueva tendencia podría acelerar estos cambios aún más. El futuro vehicular, a decir de los expertos, será eléctrico.
El año pasado, las ventas globales de vehículos eléctricos rebasaron las 288 mil unidades. Y mientras que esto sigue representando sólo 0.5 por ciento de las ventas totales de la industria automotriz, también representa un nivel de ventas cinco veces mayor que el que se registró en el 2011.
Esto tiene sentido al considerar que este tipo de vehículos es cada vez más accesible. El precio de las baterías que los impulsan cayó 60 por ciento entre el 2010 y el año pasado, y BNEF prevé que esta tendencia continuará al mismo ritmo.
De esta forma, el precio de estos automóviles se igualaría al de los que usan gasolina dentro de la próxima década, volviéndolos más atractivos fuera de los mercados desarrollados.
Mejores baterías
Los expertos concuerdan en que uno de los costos que tiene que descender para que el uso de energía renovable se vuelva más amplio es el de las baterías, que actualmente se encuentra en un nivel de 400 dólares por kilowatt-hora generado (el doble del que se estima como necesario).
Es por esto que inversionistas multimillonarios como Elon Musk, Nick Pritzker y Bill Gates han invertido más de 5 mil millones de dólares en la última década para desarrollar mejores baterías que reemplacen las de níquel-cadmio y de iones de litio en uso actualmente.
La revista Bloomberg Markets reporta que estos inversionistas están apostando que las nuevas baterías en desarrollo revolucionarán la industria global de baterías, valuada en 50 mil millones de dólares.
Estas nuevas formas de almacenar energía podrían dar energía limpia a vehículos y hogares, además de hacer las redes eléctricas más limpias al reemplazar generadores y reducir la necesidad de crear más plantas generadoras que usen combustibles fósiles.