La tentación del petróleo
El petróleo no solo le da energía a nuestros autos y aviones, también puede otorgarle combustible a los políticos en países dotados del mineral natural.
Los gobiernos que tienen la fortuna de producir petróleo disfrutan de un poder único en el mercado: producen la materia prima energética más importante en el mundo.
Ello ha llevado, en algunos casos, a un uso imprudente de la fortuna que puede repercutir en el desarrollo económico en su país.
Jesús M. Badiola
El petróleo no solo le da energía a nuestros autos y aviones, también puede otorgarle combustible a los políticos en países dotados del mineral natural.
Los gobiernos que tienen la fortuna de producir petróleo disfrutan de un poder único en el mercado: producen la materia prima energética más importante en el mundo.
Ello ha llevado, en algunos casos, a un uso imprudente de la fortuna que puede repercutir en el desarrollo económico en su país.
Considerando que el precio del barril de petróleo Brent oscila cerca de los 115.94 dólares, un incremento del 250 por ciento en términos reales desde hace una década, no es difícil ver la razón detrás de un surgimiento de gasto en muchos países.
El riesgo es que ciudadanos y políticos por igual esperen que el nivel actual de gasto se mantenga, pero ante cualquier variación en el precio, el gasto público del país termine por desplomarse.
Para ciertos líderes, tener un sistema fiscal efectivo y prudencia en el gasto público pasa a segundo plano una vez que la bonanza del petróleo se nota en sus cuentas públicas.
La mezcla mexicana
Un caso es el de México, donde el gobierno financia sus gastos con un ingreso petrolero que representa cerca del 35 por ciento del total.
En los últimos años, los ingresos petroleros han contabilizado entre el 7 y el 10.5 por ciento del PIB mexicano. Además, la dependencia hacia el petróleo ha aumentado.
Al iniciar el 2000, solo un poco más del 10 por ciento de nuestro presupuesto se basaba en ingresos petroleros; actualmente supera el 35 por ciento.
Ante tal escenario, ha incrementado una vez más la presión para crear una reforma fiscal que provea de mayor número de ingresos al gobierno federal relajando la dependencia en los ingresos petroleros.
La campaña de Correa
Otro ejemplo de adicción al petróleo está claramente en Ecuador, donde las recientes elecciones demostraron el poder político que el hidrocarburo puede tener.
El presidente Rafael Correa fue reelegido con cerca del 57 por ciento de los votos, tras un primer mandato que no se ha caracterizado por la austeridad y la prudencia.
Las políticas de Correa han sido catalogados por muchos como populistas, puesto que el gobierno ha aprovechado el precio del petróleo alto para solventar su gasto público.
La creación de hospitales, escuelas y carreteras han causado calamidades en sus finanzas públicas, teniendo que decidire a dejar de pagar su deuda soberana y manejar altos déficits fiscales.
Sin embargo, han financiado tanta obra gracias a las ganancias por petróleo, que actualmente superan los 10.1 mil millones de dólares, cerca de un cuarto de su PIB nacional.
Pero continuar con tales prácticas, es un riesgo inmenso, puesto que la caída del precio del petróleo haría que las cuentas públicas de Correa se desplomen.
La venezuela chavista
Otro indudable adicto al petróleo es Hugo Chávez, que ha convertido a su país en una máquina de producción petrolera.
La industria, liderada por la empresa estatal PDVSA, genera el 95 por ciento de los dólares en la economía venezolana. Y según investigaciones académicas, hasta el 80 por ciento del gasto del gobierno está ligado estrechamente al precio del petróleo.
A pesar de ser una empresa que raras veces llega a sus metas de producción, el precio del petróleo ha catapultado la riqueza del gobierno, coyuntura que Chávez ha aprovechado para realizar proyectos que serían casi imposibles de implementar en países similares.
Un ejemplo son las misiones sociales que se prometieron en las elecciones pasadas y la fuerte cantidad de subsidios en bienes básicos.
Incluso en política exterior, el petróleo ha permitido que Chávez gane el favor de gobernantes en Latinoamérica.
Por ejemplo, 15 países firmaron en 2005 una alianza llamada Petrocaribe, en la cual se establece la venta de petróleo a los miembros a un precio menor al del mercado.
Esencialmente lo que el gobierno chavista logra es tener relaciones y apoyo internacional favorable a cambio de financiar una parte de los costos energéticos de otros países.
Inclusive acepta pagos en especie por el hidrocarburo, como en una ocasión que Nicaragua pagó barriles con 19 mil pantalones.
Los detractores de hecho argumentan que se perdieron 8.9 mil millones de dólares en ingresos por estos acuerdos preferenciales con otros países.
Si bien hay diferencias económicas y sociales entre los países que producen petróleo, no cabe duda que se trata de un bien que convierte a algunos politicos en gastadores compulsivos.