A muchos nos ha pasado: nos ofrecen una tarjeta de crédito, una extensión de una o en la que ya tenemos nos dan más línea de crédito.
No nos otorgan esto por bondad o halagarnos.
Los bancos han encontrado un negocio redituable en mexicanos dispuestos a pagar altas tasas de interés por obtener los aparatos electrónicos más novedosos, o vivir hoy con ingresos que esperan ganar en el futuro.
México pronto será uno de los países más interconectados financieramente del mundo, pues el ritmo al que nuevos consumidores entran al sistema bancario mediante las tarjetas de crédito, no tiene precedente.
En tan solo 10 años se ha incrementado por un factor de 4 el número de tarjetas de crédito emitidas en México.
Doble negocio
Según datos del Banco de México, la tasa media para clientes no totaleros, quienes no pagan el total de su saldo al corte, ronda el 29 por ciento, pero puede llegar hasta el 65 por ciento.
Ello significa que, en algunos casos, ese bien o servicio que los usuarios no totaleros compran hoy, terminarán pagándolo mucho más caro y meses después si se paga tan solo el mínimo requerido por el banco.
Debido a que la ganancia más grande está en estos clientes, los bancos hacen un esfuerzo importante para extender líneas de crédito.
Es decir, en lugar de reducir la tasa de interés del cliente, por ser de bajo riesgo, los bancos buscan hacer de ese mismo cliente uno de mayor riesgo, al extenderle su línea de crédito, y por lo tanto poder cobrarle más interés.
Pero el negocio tampoco está solo en los que no pagan, pues incluso si los clientes son totaleros, es decir, pagan el total de su cuenta al final del mes, el que haya más tarjetas en circulación trae un beneficio para los bancos.
Por cada transacción que se realiza, se cobra una comisión al establecimiento que lo cobra, que puede rondar desde el 1 hasta el 10 por ciento.
Por ello, una economía que funciona con plástico le beneficia a todos los bancos como un conjunto, y de ahí la insistencia de la Asociación de Bancos de México en impulsar todavía más el uso de tarjetas.
Y los establecimientos tienen poco incentivo para revertir la tendencia, porque entre más se usan las tarjetas de crédito, más dependen de ellas para vender artículos que generalmente no comprarían los consumidores al contado, es decir, sin financiarse a través de la tarjeta de crédito.
Ponerle un alto
Los consejos de los expertos para no ser parte del círculo vicioso de deuda suelen ir todos en los mismos sentidos: procurar pagar todo a tiempo y no tomar más responsabilidades de las que uno puede costear.
Sin embargo, para tomar esas decisiones se necesita de información, que pocos consumidores se dan a la tarea de corroborar cuando están a punto de realizar una compra.
Por ejemplo, las promociones “sin intereses” simplemente son sin cargo mensual hacia el consumidor, pero los intereses son cobrados a los establecimientos por medio de los bancos.
Por ello es que algunos establecimientos ofrecen descuentos si se paga en una sola exhibición, pues así ellos no pagarían los intereses.
Es decir, en la práctica el consumidor sí paga los intereses ya que termina pagando los productos a precios más caros.
En este sentido, un logro importante del Banco de México es la publicación, desde el 2009, de un reporte bimestral sobre las tarjetas de crédito con el fin de ofrecer más información al público.
También es común que se recomiende buscar la tasa de interés más baja posible, pero esto tampoco parece estar cercano a la realidad mexicana. La diferencia entre la tasa mínima y la máxima, para cada rango de límite de crédito, no ha cambiado significativamente en los últimos 2 años.
Una razón de esto puede ser que todavía hay mucho mercado por acaparar, por lo que las instituciones bancarias no necesitan bajar su tasa de interés para competir, sino simplemente dar más plásticos a más personas.
Por ejemplo, desde 2009, mientras que en Estados Unidos la tasa promedio ponderada de las tarjetas de crédito ha disminuido más de 11 por ciento, en México lo ha hecho solo en poco más del 7 por ciento, pero las tarjetas en circulación han aumentado 24 por ciento.
Y si bien es deseado que el sistema financiero mexicano se vuelva más electrónico para algunos fines (como aumentar la recaudación y disminuir el lavado de dinero), hay un riesgo inherente a cualquier apalancamiento de la escala en la que están incurriendo los mexicanos.
Más que a nivel individual, también existe un riesgo a nivel sistema. Cada banco tiene incentivos por aumentar su cantidad de clientes, y cada vez tienden a aceptar a personas con menos capacidad crediticia, una situación parecida a las hipotecas que se dieron a personas riesgosas en Estados Unidos.
Señales alentadoras
En un país con poca cultura financiera, el dinero fácil de las tarjetas de crédito se ha traducido en costosas lecciones financieras para miles de usuarios, por lo que tal vez los hábitos estén cambiando.
En una nota de investigación de Bancomer, se hace hincapié a la evolución reciente de los tarjetahabientes.
Según datos del Banco de México, se ha visto un incremento en el número de clientes totaleros y una mayor proporción de crédito otorgado a meses sin intereses.
Es decir, hay indicios, aunque todavía no son tendencia, de que los consumidores están abordando estos instrumentos con mayor cautela e inteligencia.