Lo prometido es deuda

En el marco de la cuarta ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Estados Unidos dio a conocer dos planteamientos para modificar el Tratado, que tendrían consecuencias desfavorables para México.

Por un lado, el jueves de la semana pasada, oficiales de la administración de Trump presentaron la propuesta de la “cláusula de expiración”, que obligaría la revisión del TLCAN cada cinco años.

De implementarse, la medida ocasionaría un desplome de la inversión extranjera directa en México, ya que esa inversión de la industria manufacturera proviene principalmente de Estados Unidos, indicó Gabriela Siller, directora de Análisis de Banco Base.

Una segunda propuesta fue modificar las reglas de origen para el sector automotriz, elevando de 62 por ciento a 85 por ciento el requerimiento de contenido que tiene que provenir de países miembros del acuerdo comercial, agregando además, un requisito específico de 50 por ciento de contenido estadounidense. 

El plan fue presentado en el tercer día de las negociaciones, de acuerdo a fuentes ligadas al proceso.

Con lo anterior, Estados Unidos deja de lado la imposición de cuotas y restricciones voluntarias a las exportaciones, las cuales están prohibidas desde la Ronda de Uruguay de 1994. Sin embargo,  en la práctica, un endurecimiento de las reglas de origen ocasionaría una restricción a las exportaciones de México hacia Estados Unidos, con los mismos resultados que tendrían las cuotas, indicó Siller.

“En caso que la renegociación del TLCAN siga por este camino, poniendo en riesgo al sector externo de México, se podrían observar efectos adversos de corto plazo”, explicó.

Tales impactos serían un rápido incremento del tipo de cambio, un traspaso hacia la inflación y una serie de incrementos a la tasa de interés de Banco de México, los cuales podrían llevarse de forma anticipada por el rezago en la efectividad de la política monetaria.

Riesgo de recesión

Por el lado de la economía real, se desplomarían las exportaciones, podría desacelerarse aún más el crecimiento económico y se elevaría el riesgo de una recesión, con la destrucción del empleo y sin la posibilidad de que haya un rebote de las exportaciones por la depreciación del peso.

“Se estaría materializando el peor de los escenarios planteados cuando Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos”, anticipó Gabriela Siller.

Esto sin considerar la incertidumbre que pudiera generar el proceso electoral de 2018.

Debido a eso, sería más favorable para México salir del TLCAN en lugar de aceptar las cláusulas que plantea Estados Unidos, coincidieron especialistas.

Sin el TLCAN, se regresaría a las reglas arancelarias de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en donde el arancel promedio para la industria automotriz sería de 8.6 por ciento.

“No me parece que debe tener esa cláusula (…) se necesita certidumbre y estabilidad en bien de las cadenas de suministro”, declaró Guajardo en una entrevista televisiva. 

A su vez, el secretario de Comercio Internacional de Canadá, Francois-Phillipe Champagne, quien participó en la misma entrevista, coincidió con la postura de México.

“Estoy de acuerdo, no necesita esa cláusula de extinción (…) siempre supimos que era una negociación difícil (…) tenemos que tener una visión de largo plazo, es un tratado que ha generado millones de empleos”, precisó.

Medida absurda

Brenda Estefan, una analista independiente de política internacional,  declaró en entrevista con Reporte Índigo que la cláusula de extinción del TLCAN es absurda.

“Me parece que no va acorde con la esencia de lo que queremos lograr de proyectos de integración de largo plazo y da incertidumbre a la inversión extranjera directa”, añadió.

Más del 50 por ciento de los bienes que México exporta a Estados Unidos son bienes intermedios, que se utilizan dentro de un proceso de manufactura y por eso las empresas deciden instalar plantas en México, Estados Unidos e incluso en Canadá para sumar las ventajas de la región.

“Las condiciones de negociación que está imponiendo Estados Unidos hacen difícil continuar en la mesa”, expuso.

Aunque el gobierno mexicano hará todo lo posible por no levantarse de la mesa de negociación del TLCAN, poniendo una marca amarilla en aquellos asuntos de desacuerdo. 

 “Faltan pocos meses para la séptima ronda de negociación, que acabaría a fin de año, y valorar si vale la pena seguir adelante o de plano poner un alto y marcar un límite a lo que plantea Washington”, agregó.

Al respecto, sostuvo que, desde el punto de vista de política global, habría una mejor lectura si es México el país que se levanta de la mesa y no esperar a que lo haga Estados Unidos.

La otra opción que tiene México es continuar en la mesa de discusiones para escuchar todo lo que tiene que decir Estados Unidos. Es decir, adoptar una postura prudente, que es el tono que ha usado el gobierno mexicano durante las pláticas, lo cual no ha sido lo suficientemente ofensiva.

“En ese sentido, lo que sería imperdonable es que no se usen estos meses, no solamente para dibujar un plan B, sino para ponerlo en marcha”, manifestó Brenda Estefan.

Esta crisis debe ser vista como una oportunidad para ampliar los mercados, en particular hacer un esfuerzo para fortalecer el comercio con Asia Pacífico, que es la región del mundo que tendrá un mayor ritmo de crecimiento en los próximos años.

De visita en México, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, insistió en que la modernización del acuerdo comercial trilateral se debe reflejar en una una mejora de los salarios en México.

A lo largo de las discusiones del TLCAN, Canadá y Estados Unidos han colocado el capítulo laboral y la mejora salarial como parte de la agenda.