Los costos de la maternidad en la sociedad mexicana
Las madres trabajadoras enfrentan la crianza de sus hijos sin el apoyo del Estado y la sobrecarga en las labores de cuidado no remuneradas
María Fernanda NavarroLa sociedad mexicana presume un profundo respeto y admiración a la figura de la madre, pero en el día a día de las mujeres que tienen hijos, este respeto es intangible e incluso viven resistiendo la sobrecarga de las labores de cuidado, gran parte de la atención económica de sus hijos, la ausencia de una estructura institucional de cuidados y una constante discriminación laboral ante la maternidad.
La crianza de los niños y niñas es proceso colectivo e incluso una responsabilidad del Estado cuando se trata de los cuidados de los menores de edad, sin embargo, desde la experiencia de Beatriz Gaspar, periodista de 28 años y madre de Natalia desde hace 10, la maternidad es, en gran medida, una experiencia que se vive en soledad, sobre todo para las madres autónomas como ella.
La joven periodista se encarga totalmente de la manutención de su hija, pero en su experiencia laboral ha enfrentado situaciones de discriminación en muchas ocasiones ejercida por superiores mujeres.
“El mercado laboral es injusto con las mamás y con las que maternamos solas es aún peor. He hablado con especialistas que me dicen que el mercado laboral está enfocado en un modelo patriarcal, ese modelo nos marca y te tienes que comportar como un hombre para poder decir: yo tengo derecho a estar aquí. Hay muy poca empatía (…) y muchas veces te van relegando porque consideran que no tienes la misma capacidad, tiempo o es más fácil que te ausentes”, explica Gaspar.
La Ley Federal del Trabajo establece protecciones para las madres trabajadoras, pero éstas pocas veces se cumplen por las comunes prácticas ilegales que se cometen en los empleos, apunta Cynthia Monterrosa, de 37 años, a quien despidieron de su puesto como directora de diseño de una revista de negocios poco tiempo después de que concluyó su permiso por maternidad.
“Me dijeron que mi despido estaba planeado desde antes pero que no me podían correr una vez que les dije que estaba embarazada. Yo cumplí los objetivos que se pedían, mi equipo trabaja bien, además nunca dejé de trabajar durante mi incapacidad, trabajé hasta el día en que nació Leo, sólo cancele la última junta y después de que nació mi bebé tenía llamadas todos los días de la propia directora de Recursos Humanos para pedirme que los apoyara”, señala.
Para ambas madres el confinamiento y la pandemia impactaron aún más la atención y cuidados a sus hijos y sus actividades profesionales, en gran medida por la extensión de los horarios en las jornadas laborales.
Monterrosa, quien actualmente trabaja como freelance, apunta que bajo este esquema tiene mayor capacidad de adaptar sus horarios al de su hijo, pero en ocasiones, cuando llegan solicitudes urgentes a altas horas de la noche nota molestia en algunos miembros del equipo cuando pide un margen de tiempo para priorizar la atención de su hijo. Algo que no ocurre cuando su esposo pide permisos similares en su trabajo, incluso se le felicita por ser un buen padre.
Cálculos elaborados por el IMCO advierten que 21 por ciento de las trabajadoras que salieron del mercado laboral en 2020 lo hicieron para asumir una responsabilidad familiar, entre ellas el cuidado de los niños.
Crianza comunitaria
La maternidad tiene dos tipos de costos: los subjetivos, que se refieren al impacto que los hijos tienen en un proyecto de vida, identidad, entre otros; y los materiales, es decir, los costos del cuidado toda vez que no existe una cobertura suficiente de estos servicios por parte del Estado, señala Marta Ferreyra, directora general de Autonomía y Empoderamiento de Mujeres en Inmujeres.
Un estudio elaborado por Profeco en 2019 señala que los servicios básicos de guardería va de los mil 200 a seis mil 700 pesos, un gasto que deben asumir las madres trabajadoras que no cuentan con esta prestación laboral de un trabajo formal.
La atención de los menores de edad en México se asume como parte de la esfera privada de las madres y hasta la fecha no existe un sistema universal de cuidados, señala Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín.
“La maternidad pasa factura porque hay una falta de políticas públicas que no nos acompañan para poder seguir con nuestro desarrollo profesional y eso no es casualidad, venimos de una estructura de violencia por parte de las instituciones, de quienes hacen la política pública y también las empresas”, explica Zamorano, quien además reconoce que en el caso de las madres que se emplean en la informalidad su situación es aún más precaria.
Además de un sistema universal de cuidados, la gestión del sector privado con programas en sus empresas de apoyo, licencias de maternidad y paternidad amplia serían parte del cambio. De hecho, a través de Mamá Godín, Zamorano elabora un ranking de compañías que cumplen con ciertos criterios de apoyo a las madres.