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Entre las empresas de asesoría financiera, una modalidad de negocios está creciendo para adaptarse a las necesidades de una selecta clientela: las family offices.
Una family office se encarga de la administración y el desarrollo de empresas y recursos para fortalecer y cuidar el patrimonio de una familia. El servicio incluye asesoría que va desde las inversiones financieras hasta planes filantrópicos.
Las diferentes fortalezas y oportunidades que pudieran tener cada una de estas empresas, ya que desde su razón de ser hasta su estructura son muy diferentes, implica que el trabajo de las family office no puede ser homogéneo entre sus clientes.
Un ejemplo histórico de una family office es el caso de los Morgan en el siglo 19, los mismos de JPMorgan, que con su experiencia en el manejo de fortunas se ofrecieron para manejar y desarrollar emporios de familias como los DuPont y los Vanderbilt.
Estos consultores ayudan a establecer una adecuada gobernanza en la compañía, planean la sucesión de líderes y demás decisiones fundamentales.
Según Steffi Claiden, editora en jefe de la revista Family Office Review, prefieren tener a su gente cerca para no preocuparse en quién está haciendo el trabajo y qué riesgos se están corriendo.
Y es que los constantes cambios estructurales, la inestabilidad del mercado financiero y la gran circulación de información puede volver complicado ciertas tomas de decisiones, tales como la planeación financiera, fiscal, legal, administrativa, etc.
Actualmente hay alrededor de 4 mil instituciones de este tipo en todo el mundo debido a la demanda de este tipo de empresas que son conscientes de los problemas que afrontan. Incluso están las conocidas como single family office (SFO) que se encargan de manejar el patrimonio de una sola familia que tenga por lo menos un valor de 500 millones de dólares.
El desarrollo de estos procesos y la experiencia de los consultores han dejado en claro que con la ayuda de este modelo de administración se puede estar tranquilo de que la frase “abuelo rico, padre millonario, nieto pobre” no aplique para su familia.
Las microempresas en México
Para llegar a definirse como una empresa familiar, podría verse el gobierno de la empresa y el fin que suele tener la organización, es decir pasarse a las siguientes generaciones.
Sin embargo, a veces es un poco más complejo identificar si trabaja bajo este concepto o no. Expertos sugieren que basta con ver la centralización de las decisiones en cuestiones como la administración, planeación de inversión, etcétera.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente la mitad de estas empresas se dedican al sector de comercio, un poco más del 10 por ciento al sector manufactura y el resto en servicios.
La idea de que suelen ser pequeñas o medianas empresas (PyMEs) puede ser engañosa. Según la Family Business Magazine, 10 de las 250 compañías familiares más grandes del mundo son mexicanas.
Entre ellas se encuentra la familia Garza con Femsa, los Zambrano con Cemex, los Slim con Grupo Carso, los Servitje con Bimbo, entre otros.
Si bien las anteriores son grandes compañías con presencia internacional, realmente son contados los casos de éxitos.
En México, el 90 por ciento de las empresas son familiares, mientras que en Estados Unidos representan el 95 por ciento, y tan solo 7 de cada 10 llegan a la segunda generación. Esto se debe a que en promedio las empresas familiares sobreviven 25 años.
La razón de su corto periodo de vida se debe a factores como la poca o nula distinción entre los bienes de la familia y de la empresa, distintos intereses entre familiares, nula capacidad de creación de objetivos y estrategias, entre otras.
Según un estudio de la consultora KPMG, las principales fallas del sistema familiar versus el empresarial radican en cuestiones como: contratación por meritocracia, sueldo en función del desempeño, cultura por la reinversión, toma de riesgos para crecer, entre otros.
Riñas familiares
Incluso estas instituciones se encargan de manejar la unidad de la familia, cuestión que puede ser clave para diversos conflictos.
De haber sido usados los family offices se pudieron haber evitado los siguientes problemas: Cuando Lee Byung-Chull fundó Samsung como una empresa de pescado fresco, no se imaginó que sus hijos se verían en disputas legales por el patrimonio que se suponía que iba a unirlos.
Y es que Lee Kun-Hee, presidente de Samsung, fue demandado por su hermano mayor Lee Maeng-Hee por la cifra de 623 millones de dólares, alegando que eran acciones que le fueron heredadas tras fallecer su padre.
Otro caso curioso es el de los hermanos Adi y Rudolf Dassler, los cuales empezaron a fabricar calzado en su casa ubicada en el pueblo Herzogenaurach, Alemania.
Tras problemas que no pudieron resolver, al finalizar la Segunda Guerra Mundial cada uno fundó su empresa de un lado diferente del río que cruza el pueblo, estas empresas fueron Adidas y Puma.
Al final, ninguna de las dos empresas vio continuidad del apellido Dassler en sus respectivas empresas, ya que las dos optaron por seguir un sistema más empresarial.