En diciembre del 2015 la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, incrementó su tasa de interés de referencia por primera vez en casi una década, colocándola en un intervalo de entre 0.25 y 0.5 por ciento.
La institución además pronosticó que para el cierre del 2016 ésta se encontraría en un punto porcentual más arriba, lo cual fue interpretado por los expertos como un alza de 25 puntos base cada trimestre.
Pero un mes después las cosas se ven muy diferentes.
Los mercados financieros globales lucen significativamente deteriorados, algunas de las mayores economías emergentes se enfrentan a fuertes desaceleraciones o incluso contracciones, y las expectativas y planes de la Fed se están viendo severamente cuestionados.
Tomando esto en cuenta, el día de ayer el comité de política monetaria de esta institución anunció que mantendría su tasa de interés sin cambios, y dijo estar “monitoreando de cerca desarrollos financieros y económicos globales” mientras “evalúa sus implicaciones para el mercado laboral y la inflación, así como para el balance de riesgos de los pronósticos”.
Cambio de discurso
La decisión de mantener intacta la tasa de interés era ampliamente esperada, prevista por el 96 por ciento de los economistas encuestados por Bloomberg.
Pero el comunicado de la Fed sigue siendo un paso hacia atrás desde la postura que comunicó en diciembre, misma que ha sido defendida por sus autoridades .
En su comunicado decembrino, la Fed indicó que los riesgos globales estaban “balanceados” y que no afectarían significativamente a la economía estadounidense. Esto contrasta con el tono de mayor alarma presente en su nuevo anuncio.
De igual forma, el banco dijo a mediados de diciembre que los riesgos deflacionarios del colapso en los precios petroleros y la veloz apreciación del dólar eran transitorios, pues ninguna de las dos tendencias podría continuar de forma sostenida.
Desde entonces el valor del crudo ha declinado 20 por ciento y el dólar se ha apreciado un 2.7 por ciento contra una canasta de 26 divisas. Esto pone presión sobre una tasa de inflación que cerró el 2015 en sólo 0.4 por ciento – significativamente por debajo del objetivo oficial de 2 por ciento.
No les creen
Los mayores riesgos financieros y económicos con los que arrancó el 2016 se reflejan en la incredulidad que los inversionistas muestran ante los planes de la Fed.
Los mercados de futuros actualmente prevén que la tasa de interés sólo verá un alza de 25 puntos base, cuando mucho, para el cierre del 2016. En diciembre esta predicción era de dos alzas; aún por debajo de los pronósticos de la Fed, pero considerablemente más optimista que el nivel actual.
Este cambio también ha incrementado las probabilidades implícitas de que la Fed no podrá realizar otra alza en todo el año; éstas eran de 6 por ciento en diciembre y ahora son de 32 por ciento.
En respuesta a este escepticismo, las autoridades de la Fed han insistido sobre la solidez de sus pronósticos.
En la primera semana del año Stanley Fischer, vicepresidente de la institución, dijo en entrevista con CNBC que “(las expectativas del mercado) son demasiado bajas. Hacemos nuestro propio análisis, y éste dice que el mercado está subestimando dónde van a estar (las tasas de interés)”.
Pero el más reciente comunicado de la Fed revela que la persistencia del desaliento en los indicadores financieros y económicos ha abierto la puerta a un cambio en sus pronósticos, el cual podría resultar en un ritmo mucho menos veloz en el ciclo de alzas.
Por lo pronto las preocupaciones han sido absorbidas por los mercados, que ven una probabilidad menor a 25 por ciento de que la Fed aumente su tasa en marzo – el menor nivel de expectativas desde octubre del año pasado.
¿Y si las cosas continúan deteriorándose hasta llegar a una recesión que obligue al banco a recortar nuevamente su tasa?
Timothy A. Duy, profesor de economía en la Universidad de Oregon, indica que esto agregaría el alza decembrina de la Fed a la “larga lista de esfuerzos fallidos de bancos centrales por despegarse de (las tasas cercanas al 0 por ciento)”, la cual incluye a los bancos centrales de Japón, Suecia, Canadá y la eurozona .