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El Acuerdo Estratégico TransPacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) será firmado este jueves en Nueva Zelanda, dando inicio a un plazo de dos años para que los 12 países participantes ratifiquen el acuerdo comercial más importante desde el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El Gobierno mexicano prevé que la implementación del acuerdo agregará 1.3 puntos porcentuales al crecimiento económico del país, gracias a la liberalización del comercio y a la inversión con mercados que en total representan el 36 por ciento de la producción económica del mundo.
Sin embargo, no todo mundo ha recibido con felicidad al TPP.
Además de voces que señalan opacidad en sus negociaciones y una serie de puntos controversiales, en México se teme que el tratado desate un tsunami de competencia para enviar productos a Estados Unidos, la mayor economía del mundo y el principal socio comercial del país.
De aprobarse, el TPP -que será firmada el jueves 4 de febrero en Nueva Zelanda (miércoles en México)- crearía el área de libre comercio más grande del mundo, reuniendo a más del 36 por ciento del producto interno bruto (PIB) global y alrededor de un tercio de la actividad comercial mundial.
Para México, el TPP reuniría al 72 por ciento de su comercio exterior y el 55 por ciento de su inversión extranjera directa en un área de libre acceso, convirtiéndolo en el acuerdo comercial más importante desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994.
El Gobierno mexicano espera que la asociación con los países del Pacífico detone el crecimiento económico y la inversión. Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, prevé que en los primeros cinco años de su implementación el crecimiento económico del país sea 1.3 puntos porcentuales más alto, con base en un análisis de la consultora Oxford Economics.
Guajardo además indicó recientemente que las reformas estructurales en materia de energía, finanzas, mercado laboral y competencia económica han creado un escenario favorecedor para el país, alistándolo para el TPP.
Más allá de las fronteras mexicanas, el acuerdo se presenta como una herramienta para impulsar el comercio global en medio de un ciclo de desaceleración que ha levantado preocupaciones en organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Pero los avances del TPP, que durante los próximos dos años tendrá que enfrentarse a los procesos de ratificación de cada uno de los Estados que lo componen, no han sido recibidos con felicidad unánime.
Acuerdo opaco
Una de las críticas más comunes, expuesta por los ganadores del Premio Nobel en Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz, es la opacidad con la que se han desarrollado las negociaciones del tratado.
Tanto el titular de la Secretaría de Economía como sus homólogos extranjeros han defendido esto al señalar que la secrecía diplomática fue un elemento crucial para lograr las negociaciones en las mejores condiciones posibles, y que posterior al logro del acuerdo la información completa de éste ha sido puesta a disposición del público.
Esta defensa de la opacidad es “un punto razonable”, de acuerdo con Robert Mnookin, director del programa de negociación en la Escuela de Derecho de Harvard en entrevista con NPR.
“Los representantes de las partes tienen que ser capaces de explorar una variedad de opciones sólo para ver qué podría ser factible antes de lograr un acuerdo final. Ese tipo de exploración se vuelve casi imposible si tiene que hacerse en público”, explicó Mnookin.
Riesgo mexicano
Más allá de las críticas a la forma en la que se han dado las negociaciones del TPP, expertos advierten que las ventajas para México no son tan grandes como para otros países.
Un análisis del Banco Mundial (BM) muestra que entre los 12 países que componen el acuerdo, México vería la menor expansión de sus exportaciones, a una tasa de 4.7 por ciento, entre el 2014 y el 2030.
Los países más beneficiados en este caso serían Vietnam (30.1 por ciento), Japón (23.2 por ciento), y Malasia (20.1 por ciento), entre otros, ya que algunos de éstos tienen mayores barreras de acceso comerciales y verían cambios más radicales al liberalizar sus mercados.
Además, la liberalización del comercio entre Estados Unidos y países asiáticos como Vietnam presenta un riesgo para México debido a la mayor competencia que se presentaría en el mercado de importación estadounidense.
Debido a que Estados Unidos es el principal socio comercial mexicano, la economía del país es altamente dependiente de su socio norteamericano. Si los nuevos socios asiáticos ganan participación de mercado a detrimento de las exportaciones mexicanas, esto podría lastimar el crecimiento económico mexicano.
Sin embargo, el BM señala que los 1.4 puntos porcentuales que se sumarían al crecimiento económico de México entre 2014 y 2030 le darían ventaja al país por encima de los beneficios registrados en economías menos dinámicas como Estados Unidos, Australia, Chile y Canadá.
El nuevo TLCAN
El ejemplo del TLCAN sirve para ilustrar tanto los potenciales beneficios como los riesgos de consecuencias negativas presentes para México si se logra implementar el TPP.
Entre 1993 y 1994, el valor total de las exportaciones mexicanas creció casi 21 por ciento, y entre 1994 y el 2015 el incremento fue de casi 465 por ciento. En el mismo periodo, la inversión extranjera directa que recibe el país se multiplicó en más de siete veces.
“En ese momento, nuestro país tenía una apertura de 23 por ciento del PIB con el sector externo; hoy tenemos una apertura de 63 por ciento”, explicó Ildefonso Guajardo en octubre del año pasado.
En particular, la integración de México al TLCAN sentó las bases sobre las cuales ha sido construido el modelo de crecimiento económico enfocado en la exportación de manufacturas, el cual diversificó a la economía mexicana y continúa diferenciándola de los otros mercados emergentes.
Pero al mismo tiempo, la apertura comercial trajo consigo una oleada de importaciones baratas, las cuales desplazaron a los productos mexicanos y ampliaron el déficit comercial del país, como indica un estudio desarrollado por Timothy A. Wise, director de investigación de políticas en el Instituto Global de Desarrollo y Ambiente de la Universidad Tufts.
Un ejemplo particularmente doloroso se dio en el campo, donde la entrada masiva de maíz, trigo y carne proveniente de Estados Unidos deprimió los precios por debajo de los costos de producción de los agricultores mexicanos, sacando a estos últimos de la competencia y obligando al país a importar cada vez más de sus alimentos.
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