¿Meta u obstáculo?
En medio de una desaceleración económica significativa en China, expertos señalan que el país asiático podría estarse haciendo daño al fijar un objetivo de crecimiento.
Los objetivos oficiales de crecimiento han sido un elemento crucial en la planeación económica del gobierno chino en las últimas décadas, y el cumplimiento de estas metas forma una parte importante de la legitimidad doméstica e internacional del Partido Comunista de China.
Rolando Hinojosa
En medio de una desaceleración económica significativa en China, expertos señalan que el país asiático podría estarse haciendo daño al fijar un objetivo de crecimiento.
Los objetivos oficiales de crecimiento han sido un elemento crucial en la planeación económica del gobierno chino en las últimas décadas, y el cumplimiento de estas metas forma una parte importante de la legitimidad doméstica e internacional del Partido Comunista de China.
En 2015 el producto interno bruto de China creció 6.9 por ciento – su tasa de expansión más baja en los últimos 25 años. Sin embargo esto se alineó con el objetivo de “alrededor de 7 por ciento” fijado por el gobierno.
Ahora, tras un año en el que China registró una fuga de capital de alrededor de un billón de dólares, el objetivo se ha reducido a un rango de entre 6.5 y 7 por ciento. Sin embargo esto sigue siendo una cifra alta en comparación con las tasas de menos de 3 por ciento registradas en los países desarrollados como Estados Unidos.
Pero fijar un objetivo también trae problemas. Expertos señalan que la meta oficial de alto crecimiento impulsa inversiones improductivas y endeudamiento e incentiva la falsificación de datos.
“Están tan obsesionados con este objetivo de crecimiento – no es una narrativa económica, es una narrativa política”, dijo Leland Miller, presidente de la firma de investigación económica China Beige Book, en entrevista con The New York Times.
Malos incentivos
Por un lado esta narrativa da pie a una mentalidad de ‘crecimiento a cualquier costo’, la cual genera inversiones sin buenos rendimientos, frecuentemente financiadas con deuda.
Un ejemplo de esto se ve en las paraestatales chinas de sectores con sobreoferta, como en el caso de las empresas siderúrgicas, las cuales continúan inundando el mercado con productos baratos a pesar de que están registrando pérdidas.
A esto se suma el que la rigidez del objetivo oficial empuja a funcionarios, tanto en el gobierno central como en los provinciales, a ocultar o falsificar datos que no pinten un panorama tan positivo para la economía china.
Estos problemas se influyen en la creciente desconfianza hacia la administración económica del gobierno chino.
“Hace no tanto que el mundo sentía que el gobierno chino no podía hacer nada mal en lo referente al manejo de su economía. Pero hay mucho más escepticismo ahora, tanto en China como en el extranjero”, dijo Mark Williams, economista en jefe para Asia en la investigadora Capital Economics, en entrevista con The New York Times.