¿Diversificar para qué?
México le apostó todo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El modelo de crecimiento y de desarrollo del país depende en gran medida de que existan condiciones de competitividad para que la plataforma exportadora tenga acceso al mercado más grande del mundo, Estados Unidos.
La dependencia es casi total. El 80 por ciento de las exportaciones de México se destinan a ese país. Sin el TLCAN, se pone en tela de juicio el dinamismo de un sector exportador que representa el 38.15 por ciento de la economía mexicana, según cifras del Banco Mundial.
Rodrigo Carbajal
México le apostó todo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El modelo de crecimiento y de desarrollo del país depende en gran medida de que existan condiciones de competitividad para que la plataforma exportadora tenga acceso al mercado más grande del mundo, Estados Unidos.
La dependencia es casi total. El 80 por ciento de las exportaciones de México se destinan a ese país. Sin el TLCAN, se pone en tela de juicio el dinamismo de un sector exportador que representa el 38.15 por ciento de la economía mexicana, según cifras del Banco Mundial.
Sin embargo, las autoridades de política económica del país no han dado señal significativa alguna de que se esté explorando un modelo de desarrollo alternativo. Con el TLCAN en plena renegociación, y en riesgo de ser derogado por órdenes del presidente Donald Trump, la única opción barajeada por el gobierno mexicano ha sido la de diversificar la paleta de exportación.
La semana pasada, en un evento organizado por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, dijo que la agenda de diversificación representa una de las primeras prioridades de su despacho.
Si bien, no puede darse por sentado que la posible cancelación del TLCAN derive en una disrupción de las cadenas de valor en México, la Secretaría de Economía intenta desesperadamente reducir su dependencia del mercado estadounidense.
No obstante, es poco probable que tenga éxito. El Gobierno mexicano está avanzando en una modernización del Tratado de Libre Comercio con Europa y se ha abierto la puerta a alcanzar acuerdos con Brasil y Argentina. A pesar de ello, pocos analistas esperan que estas iniciativas sean suficientes para compensar el daño de corto plazo que pudiera generar la finalización del TLCAN.
Voltear a Asia Pacífico
Una respuesta de diversificación más robusta podría encontrarse en el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), un tratado que prometía ser el estándar del capitalismo del siglo XXI y que reunía a 12 países que representan el 40 por ciento de la economía global.
Cuando el presidente Trump ordenó el retiro de Estados Unidos del TPP el pasado 23 de enero, el proyecto se vino abajo. Ahora, los 11 socios restantes intentan revivir el que sería el mayor acuerdo de libre comercio en la historia.
Matthew Goodman, el ex coordinador de la Casa Blanca para la región Asia Pacífico, le dijo al diario The Guardian que existían fuertes indicios de que la administración de Trump le ha dado luz verde al gobierno australiano para promover el renacimiento del TPP.
De hecho, hoy comienza una reunión en Sídney, Australia en la que los miembros de los equipos de negociación de los 11 países que integran el TPP discutirán las posibilidades de revivir el tratado.
Trasciende que, hasta ahora, la mejor alternativa es la de instrumentar acuerdos de comercio independientes entre estos países.
México cuenta con tratados de libre comercio con Canadá y con los miembros de la Alianza del Pacífico (Perú y Chile).
El mes pasado, Ildefonso Guajardo expresó que “se enfila un TPP-7”, haciendo alusión a una integración entre los países de la Alianza del Pacífico más Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Singapur.
El problema es que esta visión aún es incierta, pero no menos vaga que el plan de diversificación comercial del gobierno mexicano.