Después de un siglo de adormecimiento, el sueño de construir un canal interoceánico en Nicaragua ha sido revivido.
El 14 de junio, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, y Wang Jing, magnate de las telecomunicaciones chinas, firmaron una concesión de 50 años que le permitirá a Wang y a su Hong Kong Nicaragua Canal Development Investment Co. (HKND) desarrollar el proyecto del canal.
El proyecto incluiría la construcción de un canal, un oleoducto, dos puertos de aguas profundas, un ferrocarril interoceánico y dos aeropuertos. Bajo los planes propuestos por HKND, la construcción del canal comenzará en 2014 y se completará en seis años.
Valorado en 40 mil millones de dólares (aproximadamente el doble del PIB de Nicaragua del 2012) por el gobierno nicaragüense, se estima que el proyecto de un canal interoceánico doblaría el PIB per cápita del país. Pero nadie ha precisado de dónde exactamente vendría la inversión necesaria.
El canal de 286 kilómetros de longitud cruzaría valles en el este de Nicaragua, atravesaría el Lago Cocibolca, y sería excavado con una profundidad de 27.6 metros y un ancho de 520 metros. De ser terminado, HKND estima que el canal podría acomodar embarcaciones con un desplazamiento de hasta 400 mil toneladas.
Sueño frustrado
El proyecto es el desarrollo más prometedor en el sueño del Canal de Nicaragua, que no ha tenido éxito desde su primera propuesta, a mediados del siglo 19. Pero la aprobación de la concesión no asegura que el proyecto se logre.
“El proceso de desarrollo de este proyecto ha sido extremadamente extraño y ha dejado muchas preguntas sin responder”, dijo Esteban Polidura, analista de Deutsche Bank, según reporta Bloomberg Businessweek.
“Tenemos muchas dudas que esto sea un proyecto serio y viable”, agregó Polidura.
Entre las críticas al canal destacan las menciones de la poca experiencia de Wang en proyectos de infraestructura, la dificultad de conseguir suficientes inversionistas, y la potencial amenaza a la soberanía nicaragüense.
Los oponentes del gobierno de Ortega incluso han pedido que se realice un referendo, como el realizado en Panamá, para aprobar el proyecto.
Mientras el destino del Canal de Nicaragua se decide, Panamá planea realizar una ampliación con costo de 5.25 mil millones de dólares de su propio canal, y Honduras anunció recientemente que colaborará con una empresa china para construir un ferrocarril interoceánico.
Con su competencia comenzando a moverse, Nicaragua podría continuar con la estrategia que ha seguido hasta ahora y mover el proyecto lo más velozmente posible.
Sin embargo, el riesgo de ver frustrados nuevamente sus sueños debería ser suficiente para alentar la prudencia de Nicaragua en el desarrollo del canal.
Y México, sin opción
Con planes que datan desde Hernán Cortés, el proyecto del Istmo de Tehuantepec no ha prosperado.
Nicaragua y Panamá no son los únicos países que han tenido ambiciones de convertirse en un puente para el comercio interoceánico, ya que México también ha sido una posibilidad histórica para un proyecto similar.
El Istmo de Tehuantepec, con 200 kilómetros de ancho y localizado en los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, ha sido considerado como una ruta potencial para desarrollar un canal, o incluso un ferrocarril interoceánico.
México ha formalizado estas ambiciones en acuerdos que van desde el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, de 1853, hasta las concesiones ferroviarias que concluyeron su construcción en 1907.
Previo a la construcción del canal de Panamá, la proximidad del Istmo de Tehuantepec con el enorme mercado de Estados Unidos le daba la ventaja al proyecto mexicano.
Pero debido a que el Istmo de Panamá es más del doble de estrecho, se decidió abandonar el desarrollo de un canal interoceánico mexicano.
Con los más recientes desarrollos en el resto de Latinoamérica, hay quienes nuevamente han intentado renovar el interés por el proyecto del Istmo de Tehuantepec. ¿Procederá por fin la ambición interoceánica de México?.