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¿Qué debe hacer México con China? Esa es la pregunta en la mente de muchos mientras el presidente chino Xi Jinping visita nuestro país esta semana.
Y aunque México sostiene un déficit comercial significativo con la potencia asiática, no puede permitir que la estrategia china (aplicada en otros países latinoamericanos y en África) de extracción de recursos a cambio de importación de productos manufacturados sea la única relación económica entre ambos países.
Tanto China como México se encuentran aún en desarrollo, pero México podría atraer la inversión china y fomentar la competitividad de las exportaciones mexicanas en el mercado chino.
En este momento clave, México puede aprovechar la relación y convertirse en el principal socio latinoamericano de la segunda potencia económica del mundo o ser devorado por el hambriento dragón.
Aunque las relaciones diplomáticas entre ambos países no son nuevas (se establecieron en febrero de 1972), la tensión entre ambos incrementó desde que China se convirtió en un rival para México en lo referente a exportaciones e inversión extranjera.
Recientemente, México ha recuperado terreno gracias a los aumentos en los costos laborales en China, y ahora el gobierno mexicano espera lograr una transición que deje atrás la rivalidad e inaugure una nueva era de cooperación entre ambos países.
La visita de Estado de Xi Jinping sucede apenas dos meses después que su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, realizó una similar a China, en lo que muchos observaron como un intento por mejorar las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambas naciones.
La agencia de noticias AP reporta que, en la opinión del subsecretario de relaciones exteriores, Carlos de Icaza, en esta ocasión el gobierno de Peña espera lograr firmar alrededor de 10 acuerdos en áreas como energía, transportes, turismo, comercio y comunicaciones.
Desde hace una década, las relaciones comerciales entre México y China han aumentado significativamente. El Fondo Monetario Internacional estima que del 2006 a la fecha el comercio entre ambos se ha triplicado. Sin embargo, el déficit comercial que México sostiene con China también ha crecido velozmente, y se estima que este año supere los 57 mil millones de dólares.
El mandatario chino ha declarado que planea dedicar tiempo para encontrar formas de incrementar las exportaciones mexicanas. Diferentes analistas apuntan que esto puede referirse a productos como pollo, cerdo y, sobre todo, petróleo, pues la creciente economía China lo necesita e importa tres cuartas partes del que utiliza.
El incentivo energético
En México, el objetivo de diversificar la cartera de socios de exportación podría ser el incentivo necesario para aprobar la ambiciosa, pero controversial, reforma energética impulsada por el gobierno de Peña Nieto.
La reforma energética podría dar cabida a un aumento significativo en la inversión nacional e internacional en la industria petrolera, y reducir la dependencia con el mercado estadounidense de las exportaciones mexicanas.
Hugo Beteta, director para México y Centroamérica de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), declaró a la AP que “el acceso a materias primas estratégicas es clave para entender la dinámica de la relación con China”. Beteta agregó que “claramente hay un interés de China en el petróleo mexicano”.
Aunque los detalles de la iniciativa de reforma energética aún no han sido revelados, Beteta dijo que esta “ha despertado el apetito de muchas personas”.
Aunque la relación entre Pemex y China ha sido mínima hasta ahora, ya se han tomado pasos para cambiar esto. Durante la visita de Peña Nieto a China, Pemex firmó su primer acuerdo a largo plazo con una compañía china, accediendo a exportar 30 mil barriles diarios para la paraestatal Sinopec.
Pero estos primeros pasos todavía no reducen la dependencia con Estados Unidos. De los aproximadamente 2.5 millones de barriles que Pemex produce al día, alrededor de 1.2 millones son exportados. Cifras de la Secretaría de Energía (Sener) muestran que el 75 por ciento de las exportaciones van a Estados Unidos, mientras que sólo el 7 por ciento van al “Lejano Oriente”, sin especificar cuánto recibe cada país.
Espinas en la relación
La relación comercial con China nunca ha sido cómoda, por el riesgo que el gigante asiático representa para las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos.
Las prácticas poco comunes utilizadas por China tampoco ayudan a crear buenas intenciones entre los socios. De hecho, México mantiene abiertas demandas contra China en la Organización Mundial del Comercio.
La más importante de estas demandas es una interpuesta el 19 de diciembre del 2008 por el supuesto uso de subvenciones, préstamos y otros incentivos de parte del gobierno Chino a productores nacionales que no son compatibles con las reglas de la OMC.
Otra demanda de consulta, interpuesta el 15 de octubre del 2012, al final de la administración de Felipe Calderón, se refiere a “medidas relacionadas con la producción y exportación de productos textiles”.
De acuerdo con los documentos interpuestos ante el organismo internacional, el gobierno mexicano se quejó en ese entonces de tratos preferenciales de impuestos, préstamos y uso de tasas de electricidad preferenciales.
Pronto, otros se identificaron con la queja. El 25 de octubre, la Unión Europea se adhirió a las consultas; y Brasil, Perú, Estados Unidos, Honduras y Colombia le siguieron en los próximos meses.
México no es el único inconforme. China es objeto de 25 demandas ante la OMC por prácticas supuestamente contrarias al libre comercio. El país que más quejas ha interpuesto es Estados Unidos, aunque es también su principal socio comercial.
En corto, China no parece ser el jugador que sigue las reglas al pie de la letra, pero ello no ha detenido a otros países de beneficiarse de su relación con la que será la economía más grande del mundo.
Quizás se necesitan más incentivos y mejores maneras de monitorear a este amigo, pero no por ello es mala idea seguir procurando su amistad.