Petróleo: con los días contados

Antes de junio de 2014, cuando los precios del petróleo iniciaron su mayor declive en una generación, las grandes firmas energéticas se regían por un mantra que era generalizado en la industria: invertir en todos los proyectos posibles para añadir reservas petroleras a las hojas de balance de las compañías.

 

Rodrigo Carbajal Rodrigo Carbajal Publicado el
Comparte esta nota

7%
del valor de las firmas del índice S&P500 corresponde a empresas del sector energético
El modelo de McKinsey se basa en la premisa de que en los próximos años se acelerará la penetración en el mercado de los carros eléctricos, muchos de ellos vehículos autónomos que son parte de un nuevo esquema de movilidad urbana
Si el aumento en el precio del petróleo es incierto, todas las apuestas hechas al respecto quedarían canceladas”
Amy Myers JaffeDirectora del Departamento de Energía y Sustentabilidad en la Universidad de California en Davis
Si le hubiera preguntado a las personas qué querían, me hubieran dicho que caballos más rápidos” 
Henry FordEmpresario estadounidense

Antes de junio de 2014, cuando los precios del petróleo iniciaron su mayor declive en una generación, las grandes firmas energéticas se regían por un mantra que era generalizado en la industria: invertir en todos los proyectos posibles para añadir reservas petroleras a las hojas de balance de las compañías.

 

Este paradigma estaba basado en la idea de que el petróleo se volvía cada vez más escaso y su demanda seguiría en aumento debido a la creciente expansión de la clase media de los países emergentes. La trayectoria de los precios del crudo sólo podían ser ascendentes.

 

Sin embargo, la economía global podría estar al borde de una disrupción de proporciones sin precedentes. Un estudio de la firma de consultoría McKinsey calcula que la demanda mundial de petróleo podría alcanzar su punto máximo en el 2030, para después iniciar una súbita caída.  

 

Se estima que el pico de la demanda será de 100 millones de barriles de petróleo diarios, un punto no muy lejano de la demanda actual de casi 96 millones de barriles de crudo por día.

 

Futuro eléctrico

 

El modelo de McKinsey se basa en la premisa de que en los próximos años se acelerará la penetración en el mercado de los carros eléctricos, muchos de ellos autónomos que son parte de un nuevo esquema de movilidad urbana.

 

Tanto las firmas tecnológicas de Silicon Valley como las grandes armadoras automotrices han entrado de lleno al desarrollo de este tipo de tecnología.

 

Ayer, Uber anunció que invertirá 300 millones de dólares junto con Volvo para desarrollar vehículos autónomos que serán puestos en actividad en Pittsburgh, Pennsylvania este mismo mes.

 

Asimismo, esta semana, Ford anunció que en cinco años tendrá lista una flotilla de vehículos autónomos sin volante ni pedales que serán utilizados como parte de una plataforma similar a la de Uber.

 

General Motors, la armadora más grande de Estados Unidos, gastó mil millones de dólares en marzo para adquirir Cruise, una firma especializada en desarrollo de tecnología de vehículos autónomos. Además, la firma automotriz cuenta con una participación en Lyft, el rival más cercano de Uber.

 

De igual forma, Volkswagen invirtió en mayo 300 millones de dólares para obtener una participación en la plataforma Gett, mientras que Toyota es uno de los socios de Uber, que a su vez anunció una inversión en Otto, otra firma de desarrollo de tecnología de vehículos autónomos.

 

Además, Google, la firma con el mayor presupuesto de innovación y desarrollo en el mundo, creó una división especializada para el desarrollo de un vehículo eléctrico que pueda manejarse solo. 

 

También Apple, la firma con el mayor valor de capitalización de mercado en el mundo, ha hecho del desarrollo de automóviles autónomos y eléctricos la prioridad número uno en su presupuesto de innovación y desarrollo.

 

Esto sin mencionar los esfuerzos de Tesla, el pionero en automóviles eléctricos  que espera vender un millón de unidades de su Model 3 para 2020. La firma está por terminar una mega planta de baterías de litio en la que ha invertido 5 mil millones de dólares.

 

Dicha planta podría representar la clave en la penetración en el mercado de los autos eléctricos y por lo tanto en el futuro de la demanda de petróleo. Pieter Busscher, quien administra el fondo Smart Materials Strategy para la firma de inversión suiza RobecoSAM, dijo al diario Financial Times que una reducción en el precio del litio de su pico de 300 dólares por kilowatt a un rango de 100 a 120 dólares por kilowatt representaría un punto de inflexión para la demanda de vehículos eléctricos.

 

Un nuevo modelo de movilidad urbana, en el que se cambie la posesión individual de vehículos por el uso de plataformas como Uber; así como el crecimiento de la energía renovable representan los pilares del fin de la demanda petrolera.  En los últimos cinco años, la proporción de la electricidad generada por el sol y el viento en las 20 economías más grandes del mundo se ha incrementado en 70 por ciento, de acuerdo al servicio Bloomberg New Energy Finance.

 

Choque financiero

 

Amy Myers Jaffe, quien fue presidenta del Consejo de la Agenda Global para el Futuro del Petróleo y el Gas en el Foro Económico Mundial, insiste en que el pico de la demanda del crudo podría estar a la vuelta de la esquina.

 

Añade que esto ya ha sido reconocido por las grandes firmas energéticas globales, cuyos modelos de predicción del precio del petróleo incluyen factores como el crecimiento en países emergentes, el costo de las batería de litio, la expansión de firmas como Uber, el compromiso político con el Acuerdo Climático de París, así como el desarrollo de tecnología para ahorrar energía.

 

Myers, quien es la directora del Departamento de Energía y Sustentabilidad en la Universidad de California en Davis, advierte que una combinación de estos factores podría adelantar el pico de la demanda petrolera para la siguiente década.

 

En el corto plazo, esto tendría consecuencias negativas para los mercados financieros. Actualmente, las firmas energéticas globales que cotizan en bolsa tienen un valor de capitalización de mercado de alrededor de 4 billones de dólares, el cual está sustentado en las reservas petroleras que se han acumulado por años.

 

La pérdida de valor de estas reservas se traduciría en el desplome de las acciones de estas empresas. El sector energético tiene una participación de 7 por ciento en el índice bursátil de Estados Unidos S&P 500. Asimismo, las firmas energéticas y mineras conforman un tercio del valor total de las empresas del índice accionario inglés FTSE 100.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil