Las crisis que se desencadenaron a partir de la pandemia por COVID-19 aportaron una serie de lecciones a las empresas que buscaban sobrevivir, una de ellas fue la necesidad de transformación. Pero para Philip Morris International (PMI) no fue necesaria la tormenta del 2020 para hacer del cambio profundo una de sus máximas.
Desde 2016 a la fecha, la empresa tabacalera global planteó de manera pública su firme apuesta por transitar del filtro al microprocesador, es decir, reemplazar la producción y venta de cigarros por dispositivos electrónicos libres de humo.
Sin embargo, la transición tiene más de dos décadas en planeación y ha sido guiada por un robusto equipo de investigación enfocado en buscar un producto que reduzca el daño potencial del cigarro pero que también sea aceptado por los consumidores de tabaco.
“Nada logramos con un producto de riesgo muy bajo si ningún fumador está dispuesto a usarlo como sustituto de cigarro y nada logramos si tenemos un producto con mucha aceptación comercial que no reduzca el riesgo. El reto está en tener esos dos elementos como eje de nuestro trabajo”, explica Catalina Betancourt, vicepresidenta de asuntos externos de Philip Morris México en entrevista con Reporte Índigo.
El discurso de esta compañía, que incluye dentro de sus marcas de cigarrillos a Marlboro, la más vendida a nivel mundial; es ofrecer alternativas menos dañinas a los fumadores de 64 países en dónde comercializan estos productos que han sido adoptados por 20.1 millones de usuarios.
Betancourt, quien desde hace 15 años forma parte de la empresa tabacalera global, relata que en 2016 se empezó a comercializar lo que consideraron un producto comercialmente y en materia de salud adecuado.
“Japón fue el primer país en donde se lanzaron estos productos y las cifras muestran que vamos por buen camino porque los volúmenes totales de venta de cigarrillos en ese país cayeron cerca de 37 por ciento, nunca antes ninguna política de salud pública había logrado reducir las ventas de volúmenes de cigarros a esos niveles”, detalla.
Sin embargo, Betancourt reconoce que aunque el impacto de salud es menor, estos dispositivos siguen representando riesgos a la salud de sus consumidores.
Estos dispositivos producen una especie de vapor al calentar el tabaco que contiene químicos, aditivos, saborizantes y casi la misma cantidad de nicotina que un cigarrillo tradicional, advierte la organización Healthy Children de la Academia Americana de Pediatría.
El organismo también apunta que existe evidencia en torno a que es una forma de que la industria del tabaco pueda atraer a nuevos consumidores. En contraste PMI afirma que dirige sus productos únicamente a fumadores que buscan una nueva alternativa para seguir consumiendo nicotina, no como un sustituto para aquellos que buscan dejar el cigarro o los nuevos fumadores.
“Lo mejor que puede hacer una persona es nunca fumar y nunca usar nicotina y si ya lo usa lo mejor que puede hacer es dejar de fumar definitivamente, pero hay muchas personas, y en México hablamos de 15 millones de fumadores, que deciden diariamente prender un cigarro y lo que queremos es que tengan mejores opciones en la mesa”, dice la vicepresidenta de asuntos externos de Philip Morris México.
Paso lento de Philip Morris con cigarros electrónicos en México
Si bien los consumidores de tabaco a nivel mundial han evolucionado con la adopción de cigarros electrónicos u otros productos que calientan la nicotina, en México la meta de PMI aún se encuentra a velocidad media.
“En México el tema va un poco más lento de lo que quisiéramos, a nivel global los ingresos de Phillip Morris son 30 por ciento provenientes de productos exclusivamente libres de humo”, detalla.
En México se tiene registro de unos 30 mil adultos fumadores que cambiaron el cigarro por el dispositivo electrónico libre de humo conocido como IQOS. Este paso lento en la adopción de alternativas al cigarro en el país está relacionado con dos elementos: la poca información con la que cuentan los consumidores de nicotina y diversas barreras regulatorias, explica Betancourt.
“Los consumidores no saben precisamente qué son y es importante que haya acceso a esa data para que cuenten con una mejor alternativa. Por otro lado, hay un marco regulatorio que no es del todo claro, son productos en los que ha habido discusiones de si se pueden importar o no y la Ley General de Control de Tabaco no ha sido actualizada para incorporar estas innovaciones que ha puesto la industria en la mesa”, explica la ejecutiva en entrevista con Reporte Índigo.