Las contradicciones de la política económica de la administración de Donald Trump son evidentes para el gobierno mexicano, para think tanks como el CFR y el Instituto Brookings y para autoridades económicas independientes de alto perfil como Neel Kashkari, el presidente de la Reserva Federal de Minneapolis.
La reiteración de privilegiar una política de inmigración restrictiva y a la vez exigir un equilibrio en las condiciones laborales de México y Estados Unidos parece inviable.
El consenso de analistas considera que la segunda no puede conseguirse sin la relajación de la primera.
Además, la postura de la administración de Donald Trump es incompatible con la realidad. En el periodo posterior a la crisis financiera de 2007-2008, el flujo de inmigrantes mexicanos que llegan a Estados Unidos se ha disminuido.
De hecho, de acuerdo al Instituto Brookings, actualmente son más los mexicanos que regresan a su país que los que migran hacia Estados Unidos.
Bajo el auspicio de este think tank, los economistas de la Universidad de California, San Diego Gordon Hanson, Chen Liu y Craig McIntosh publicaron un documento de investigación titulado “Desde la torre de vigía: el auge y caída de la inmigración de baja cualificación en Estados Unidos”.
El estudio concluye que la reducción en la oferta de trabajadores de baja especialización de México representa un problema estrutural para la economía estadounidense de cara a un proceso de envejecimiento demográfico.
Esto permite inferir que para Estados Unidos, el verdadero problema no es la inmigración, sino la falta de ella.
Según un reporte del diario The New York Times, ocho de las 15 ocupaciones de mayor crecimiento en Estados Unidos no requieren de un nivel de estudios básico.
Los detractores de la inmigración argumentan que los salarios de los trabajadores estadounidenses han sido presionados a la baja por la participación de empleados indocumentados que reciben pagos que en ocasiones son menores al salario mínimo.
Sin embargo, la literatura económica ha refutado esta percepción. Un estudio del centro de investigación IZA Institute of Labor Economics encontró que la finalización del Programa Bracero en 1964 no tuvo un efecto positivo en el nivel salarial promedio de los trabajadores estadounidenses.
Neel Kashkari lo pone de esta manera: “Si nos vamos a las matemáticas, si una gran fuente del crecimiento económico es el crecimiento poblacional y nuestro crecimiento poblacional se está desacelerando, ya sea porque restringes la inmigración o porque se tienen menos bebés, tu crecimiento económico se va a desacelerar”.
También puedes leer:
La pieza que falta por Rodrigo Carbajal