México mantiene estabilidad en su comercio exterior, debido a que su balanza comercial está nivelada.
Sin embargo, en lo que a primera vista parece un signo de competitividad, se esconde un problema mayúsculo.
Y es que la balanza comercial con China está más desbalanceada que nunca, lo que genera la creación de empleos para la nación asiática.
Mientras en el año 2000 compramos de los chinos 2 mil 879 millones de dólares, al cierre de 2011 ese número ascendía a más de 52 mil millones de dólares.
El déficit comercial, es decir, la diferencia entre lo que compramos y vendemos, con China en los últimos 10 años ha crecido a un ritmo de un 22.5 por ciento anual.
Al cierre del 2011 les compramos 9 dólares por cada dólar que les vendemos, de continuar a este ritmo, en 5 años le compraremos 15 dólares por cada dólar que les vendamos.La invasión China lleva por lo menos 10 años gestionándose. En el 2001 sólo el 1 por ciento de las importaciones del país provenían de China, hoy este número se acerca al 15 %.
Sin embargo, gracias al Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, nuestra balanza comercial incluso registra un superávit.
Pero esto pudiera no durar mucho. Las exportaciones del gigante asiático han crecido más que las mexicanas cada año de los últimos 25.
De mantener este ritmo, las exportaciones mexicanas seguirán perdiendo terreno en Estados Unidos, nuestro principal mercado.
Además, el crecimiento del superávit comercial con Estados Unidos está impulsado por factores temporales, como el alza del precio del petróleo, un componente que sigue siendo importante en nuestras exportaciones.
Problema en casa
China ha encontrado terreno fértil en el mercado mexicano, lo que ha puesto en peligro a muchas industrias antes consideradas tradicionalmente aztecas.
Cada vez que se publica el déficit comercial con China lo corroboramos al percatarnos de tener en nuestras manos más productos con la leyenda de “Hecho en China”.
Si esta competencia se diera en igualdad de condiciones, nuestro problema sería el de productividad, sin embargo la ayuda estatal hacia las industrias en China es evidente y esto ha permitido que produzcan bienes a precios con los cuales no se puede competir.
Además de subsidiar grandes proyectos, el gobierno financia indirectamente la investigación mediante una firme red de universidades públicas.
De todos los patentes en el mundo, casi tres cuartas partes son de origen chino.
Según The Economist, 80% del valor en la bolsa de valores china pertenece a empresas con apoyo del estado.
Esto ha terminado por afectar a los fabricantes mexicanos, quienes poco pueden hacer por sí mismos para competir con las ventajas que provee el gobierno chino.
Desde luego que importar no es totalmente malo. Si tomamos en cuenta que aproximadamente un 80% de todos los productos que se exportan de México contienen piezas que se importaron, podemos incluso decir que nos beneficiamos del comercio con China.
Además, es beneficioso para el consumidor mexicano comprar productos chinos más baratos. De hecho, muchos economistas apuntan a las importaciones baratas como la razón por la cuál han subido poco los precios en muchos países del mundo.
Sin embargo, el punto de importar es hacerlo con dinero obtenido de las exportaciones con socios que juegan bajo las mismas reglas.
El tráfico de bienes es sólo de allá para acá por dos grandes razones: a los chinos les cuesta menos producir bienes, especialmente aquellos intensivas en mano de obra, y porque para un comerciante mexicano es mucho más fácil importar de China que exportar hacia allá.
Un empresario tiene cada vez más facilidad de importar legalmente los productos chinos.
En cambio, la exportación hacia China es muy complicada por barreras técnicas impuestas por los chinos que, además de costosas, son difíciles de entender. Por ello, a pesar de la gran oportunidad que representa exportar a China, pocas empresas mexicanas lo han logrado.
Además de las barreras técnicas, se debe competir contra un yuan que muchos insisten se encuentra artificialmente subvaluado.
Debido a esta maniobra casi ilegal en el ámbito internacional, un chino come más con menos dólares, permitiéndole bajar los precios a niveles insostenibles bajo el libre mercado.
No obstante que México tenía tarifas compensatorias para productos chinos en más de una industria, las importaciones crecieron año con año. Al eliminar esas barreras el futuro de este déficit no es nada promisorio.
No es imposible competir contra China, pero se necesitan cambiar los términos en los que ésto se hace.
De continuar el comercio exterior con China bajo las mismas reglas de juego, los empleos chinos se continuarán generando en México.