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Buscando no repetir los errores de su pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) propone ahora una nueva forma de enfrentarse a futuras crisis de deuda.
El FMI ahora considera un error la estrategia que se empleó en Europa para lidiar con la deuda de países como Grecia y Portugal, donde casi todas las consecuencias de la estabilización financiera y las medidas de austeridad han correspondido a estos gobiernos y no a sus tenedores de bonos.
Para corregir esto, el Fondo ahora plantea que en caso de una futura crisis de deuda donde un país pida un rescate financiero, los tenedores de bonos gubernamentales tengan que absorber parte de la deuda para así reducir la carga para los países en problemas.
En parte, esto busca compensar el rol que el FMI jugó en los problemas de la Eurozona al equivocarse respecto a la profundidad de la recesión en Grecia y no lograr que los otros gobiernos europeos accedieran a absorber parte de los préstamos que Grecia les debe.
Con esta estrategia de reestructuración de deuda mucho más agresiva, el FMI busca facilitarle a los países endeudados enfrentarse a las difíciles políticas de austeridad impulsadas por países como Alemania.
El plan del FMI ha sido apoyado por las mayores autoridades de esta institución, incluyendo a David Lipton, director general adjunto del Fondo y exoficial del Departamento del Tesoro estadounidense.
Los expertos han percibido la iniciativa como la mejor propuesta en el difícil catálogo de opciones disponibles a las autoridades para responder a una futura crisis de deuda.
Pero el New York Times reporta que el FMI se está encontrando con dura oposición a su propuesta, que aún está siendo revisada y modificada por sus economistas y abogados.
La oposición a la medida proviene no solo por parte de autoridades de otros países europeos, sino además de poderosos grupos de cabildeo de la industria bancaria y del gobierno de Estados Unidos, que es el mayor contribuyente financiero del FMI.
La principal y más debatida causa de esta disputa es el desacuerdo persistente entre los gobiernos europeos y el FMI sobre quién debe pagar las cuentas cuando es necesario un rescate por una crisis de deuda, los contribuyentes fiscales y los trabajadores, o los banqueros e inversionistas.
La oposición a la propuesta ha tomado desprevenido al FMI, y ha retrasado la presentación de la iniciativa hasta el próximo año. Por lo tanto, no se espera que haya una descripción detallada de esta antes de junio del 2014.
Lidiar con la carga
Según datos del Banco Central Europeo (BCE), los países de la zona euro aún tienen aproximadamente 6.4 billones de euros en bonos gubernamentales en circulación. Esto representa el 70 por ciento de la actividad económica anual de la Eurozona.
Dada la presión que estas condiciones ponen sobre ciertos países, especialmente aquellos con mayores montos de deuda como Italia o España, una próxima crisis fiscal es considerada altamente probable.
La propuesta del fondo indica que la próxima vez que un país tenga problemas para obtener financiamiento para cubrir su deuda, se le otorgaría un breve periodo de gracia para resolver sus problemas.
Durante este tiempo, los acreedores del sector privado que poseen bonos gubernamentales se verían forzados a quedarse con sus bonos e incurrir en algunas pérdidas en lugar de poder simplemente deshacerse de ellos velozmente.
La propuesta refleja cómo, para las autoridades del FMI, la resistencia a la reestructuración de la deuda hace a la recuperación económica tan difícil de lograr, dejándolos estancados en la recesión. Y el Fondo tiene la intención de asegurarse que, cuando llegue el próximo problema, los errores no se repitan.
Rechazan la propuesta
Economistas y países alrededor del mundo no han esperado para levantar la voz en protesta de los cambios propuestos por el FMI.
Aunque la quejas se han realizado principalmente lejos de la opinión pública, el trabajo de cabildeo realizado por banqueros de todo el mundo ha unido fuerzas con los principales políticos europeos y estadounidenses.
Las principales economías del mundo han aceptado las advertencias realizadas por los banqueros e inversionistas. Estos grupos afirman que la propuesta del FMI afectaría al mercado de créditos en Europa que no ha conseguido recuperarse del todo.
A lo anterior se le debe sumar las esperadas protestas emitidas por los tenedores de bonos que ven amenazadas sus inversiones.
Algunas voces sugieren una medida equilibrada que no ocasione mayores daños a la economía. Susan Schadler, execonomista del FMI, declaró que debe haber un balance entre las medidas de austeridad y la reestructuración de la deuda sin que se descuide alguno de estos dos aspectos.
Alemania es el líder de la oposición a la medida. A pesar de tener un rol protagónico en el rescate económico de Grecia, los alemanes consideran que este acontecimiento es un hecho aislado y no se deben recurrir a normas que vulneren más el mercado de los bonos.
En ese sentido, su principal plan de acción continúa siendo un fuerte recorte de gastos y aumento de impuestos.