Los mexicanos siempre tenemos en la mente el tipo de cambio. Por ejemplo, cuando compramos dólares para ir de compras a Estados Unidos, saldar alguna cuenta o incluso apostar.
Sin embargo, tras la cotización que vemos en ventanilla, se mueven infinidad de variables que se están volviendo cada vez más difíciles de predecir.
La complejidad es tal que la tasa de cambiose ha vuelto un concepto abstracto para muchos. Existen ya diferentes maneras de ver una misma tasa.
Cada versión, con sus diferentes limitaciones y metodologías, trata de medir qué nos alcanza en el mercado internacional con nuestra moneda.
Por ejemplo, el Big Mac Index, un indicador campechano, pero iluminador, del diario Ingles The Economist, muestra una valoración diferente a la que los mercados nos dan.
Según la última medición para el 2011, el peso mexicano debe ser aproximadamente 8.82 pesos por dólar. Un dólar más barato de lo que actualmente refleja el mercado.
La premisa detrás de este indicador es que un producto igual en dos países, en este caso una Big Mac de McDonald’s, debe costar lo mismo, sólo multiplicado por el tipo de cambio.
Si esta relación se cumpliera, unos tres dólares en Estados Unidos, tomados al tipo de cambio actual, podrían comprar la misma hamburguesa en México.
Otra tasa de cambio más técnica, del Centro de Investigación Bruegel, en Bélgica, usa una metodología compleja para tratar de llegar al fondo del asunto.
A diferencia de la tasa de ventanilla, esta medición toma en consideración no solo al dólar estadounidense, sino una canasta de monedas que representa la proporción de todo el comercio internacional.
Según un estudio hecho para 178 países publicado recientemente por ellos, el tipo de cambio real en México, aquel que considera a todos los costos de vida, se encuentra aproximadamente en los niveles que el mercado nos dice.
Para países similares, como Brasil y Chile, este tipo de cambio muestra una apreciación de sus monedas de: 2.91% y 2.45%, respectivamente.
Algunas contradicciones con el valor que el mercado asigna a nuestra moneda se dan por las enormes fluctuaciones en los mercados de divisas en México, que muchas veces son ajenas a las condiciones económicas del país.
A inicios de abril, en tan sólo cuatro días, el peso sufrió una depreciación del 5%, lo que sólo puede explicarse por factores diferentes a los económicamente tradicionales.
La dificultad de medir el valor real de la moneda mexicana en el mundoha hecho de la especulación un juego obligado.
Mientras las variables económicas tradicionales deberían ajustar el valor de nuestra moneda con otras del mundo, circunstancias extraordinarias e intervencionistas han logrado que algunas veces suceda lo contrario, provocando volatilidad en los mercados.
El Banco de México tiene como política intervenir en el mercado de divisas subastando dólares durante fuertes caídas. A la vez que acumula reservas internacionales de la divisa verde.
Manteniendo reservas altas y alterando la oferta de dólares en la economía, se trastorna el precio de intercambio de nuestra divisa.
De manera similar, la lluvia de noticias políticas internacionales y la crisis de la Eurozona del año pasado crearon volatilidad en los tipos de cambio, haciendo más difícil el trabajo de los inversionistas.
Por lo anterior, entender y creer la predicción de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que para el cierre del 2012 habrá un tipo de cambio de 12.80 pesos por dólar, es cada vez más incierto y menos revelador para el mexicano promedio.
Los mercados financieros, obedeciendo en el día a día a los especuladores internacionales, desvelan un tipo de cambio, mientras que centros de investigación y hasta periódicos hablan de otro.
¿Cuál es el verdadero valor? Hoy ni los especuladores, y mucho menos los mexicanos comunes, podemos saberlo con absoluta certeza.