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La promesa de la reforma energética hecha por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto está comenzando a mostrar grietas.
Conflictos políticos, un calendario legislativo rebasado y el subestimar la complejidad de las leyes que aún faltan por aprobarse han afectado las esperanzas que los mercados pusieron sobre la reforma.
Pero ahora las reformas se enfrentan a una verdadera carrera contra el tiempo.
Sin la aprobación de las leyes secundarias, que formarán el nuevo marco regulatorio del sector energético, las inversiones por parte de las empresas privadas también se verán retrasadas.
Esto significa que el impulso que se prevé de la reforma a la tasa de crecimiento económico, de hasta un punto porcentual, también se retrasará.
Tras entrar en un receso legislativo el 30 de abril, líderes de las bancadas y comités del Congreso han prometido que las leyes secundarias de la reforma se aprobarán en sesiones extraordinarias, y que estarán listas a finales de junio.
Pero ciertos factores importantes reducen la confianza de los mercados en estos pronósticos, por lo cual se ve más probable que la aprobación no se dará sino hasta que el Congreso reanude sus actividades regulares, en septiembre de este año. Esto podría retrasar hasta el 2016 las inversiones en el sector energético mexicano.
El diario británico The Financial Times reporta que las principales razones por las que los escépticos piensan que no se lograrán aprobar las leyes secundarias antes de septiembre son tres, y van desde el proceso legislativo hasta el conflicto político.
Primero está el gran volumen de leyes que tienen que aprobarse para implementar las reformas pendientes, como la energética, la de telecomunicaciones y la electoral.
Se une a esto el desacuerdo cada vez más visible entre los adherentes al Pacto por México. Incrementando la tensión de este último está el descontento entre la población con el contenido de algunas de las reformas.
Ante este difícil escenario, parece que el 2014 y el 2015 se vivirán sin el impulso al crecimiento prometido a los mercados por el gobierno al anunciar la reforma energética.
Calendario de la reforma
Con el retraso legislativo, el calendario que los analistas habían previsto para las inversiones en el sector energético mexicano tendrán que ajustarse, por lo que es probable que el país no verá entrada de capital para la explotación de hidrocarburos sino hasta principios del 2016.
Según un reporte publicado por Barclays, es probable que la respuesta gubernamental a la “ronda cero” de oferta de contratos de explotación, en la cual solo participa Pemex, se de en septiembre de este año.
Esto coloca a la primera ronda de contratos abierta a la inversión privada en la segunda mitad del 2015, e implica que las primeras inversiones no se darán sino hasta el 2016.
El retraso no es cosa ligera, pues el impacto económico de la reforma ha sido una de las grandes apuestas del actual gobierno.
Barclays prevé que para el 2020 la inversión anual en la exploración y producción de hidrocarburos ronde los 80 mil millones de dólares, más de cuatro veces su nivel actual. Esto a su vez resultaría en un impulso considerable al crecimiento económico.
Mientras tanto, con o sin efectos de la reforma, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) mantiene que este año México crecerá 3.9 por ciento, a pesar de que pronósticos del Fondo Monetario Internacional y del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas arrojan resultados menores.
Paquete de cambios
La consolidación de la reforma energética no es el único tema pendiente en el Congreso.
El resto de las reformas constitucionales también necesitan de una apropiada legislación secundaria para cumplir con sus expectativas.
A pesar de que el tema energético es uno de los más polémicos, los analistas se encuentran más confiados de que se apruebe a tiempo y con las especificaciones que demandan los inversionistas extranjeros.
Esto se debe a que la gran apuesta del gobierno de Peña Nieto depende del impulso que se consiga con la reforma energética y, como se apreció en diciembre pasado, es un tema en el que cuenta con el apoyo suficiente del Partido Acción Nacional.
Sin embargo, los pronósticos optimistas de crecimiento económico mexicano también dependen de que el resto de las reformas lleguen a tiempo.
El problema es que, a diferencia de la reforma energética, el resto de las leyes secundarias se han topado con más opositores y los acuerdos partidistas parecen estar muy lejos.
El ejemplo más claro de lo anterior se encuentra en la discusión de la reforma en telecomunicaciones.
La propuesta del gobierno federal sobre el tema ha encontrado opositores en todos los espectros del ambiente político.
Debatir las propuestas es un ejercicio democrático saludable con el que se pretende llegar a la mejor versión de la ley que beneficie a la población, pero a menudo los intereses políticos entierran los objetivos principales.
Las siguientes semanas serán cruciales para medir el éxito de las reformas aprobadas el año pasado y delinear el curso que seguirá el sexenio actual.