Remedio costoso
Con el fin de prevenir la repetición de una crisis financiera global como la que ocurrió en 2008, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) detalló esta semana nuevas reglas que los mayores bancos del mundo tendrán que implementar en los próximos años.
Sin embargo, no todos los expertos están del lado del FSB en la implementación de estas nuevas medidas.
Rolando Hinojosa
Con el fin de prevenir la repetición de una crisis financiera global como la que ocurrió en 2008, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) detalló esta semana nuevas reglas que los mayores bancos del mundo tendrán que implementar en los próximos años.
Sin embargo, no todos los expertos están del lado del FSB en la implementación de estas nuevas medidas.
Bajo la nueva regulación, las 30 instituciones financieras globales designadas como “sistémicamente importantes” por el FSB deberán incrementar su posesión de activos e instrumentos “fácilmente disponibles” para cubrir sus pérdidas en caso de una posible bancarrota.
De esta forma, el FSB busca seguir estableciendo formas de disolver y recapitalizar a grandes bancos emproblemados de forma ordenada y sin depender de costosos rescates financieros gubernamentales que pasan factura al erario.
Los instrumentos para cubrir estos nuevos requisitos deberán equivaler al 18 por ciento de los activos, ponderados por riesgo, de estos bancos para el 2022, según detalló el comunicado del FSB al respecto.
Según los cálculos del propio FSB, la diferencia entre las reservas actuales de los bancos y lo que marcan las nuevas regulaciones para el 2022 requerirá que en conjunto reúnan entre 490 mil millones y 1.2 billones de dólares en capital adicional, dependiendo de los instrumentos financieros utilizados.
Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra y presidente del FSB, dijo esta semana que las nuevas reglas vuelven menos probable un colapso bancario que desencadene una crisis debido a que los acreedores e inversionistas del banco saben que enfrentarán pérdidas en caso de una bancarrota, por lo que tomarán un rol más atento en la institución.
Para Carney, antes “los prestamistas, los acreedores no garantizados, de los bancos dependían implícita y explícitamente del respaldo del Estado, y en consecuencia no prestaban tanta atención a lo que estas instituciones de hecho estaban haciendo”.
Costoso e inefectivo
Adair Turner, miembro del comité de política financiera del Banco de Inglaterra y expresidente de la Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido, se encuentra entre quienes han criticado el enfoque regulatorio implementado por autoridades como el FSB.
Turner indica que gran parte del enfoque en las reformas regulatorias posteriores a la crisis del 2008 “ha sido colocado en asegurarse de que el erario nunca más tenga que rescatar a los bancos ‘demasiado grandes para fallar’. Eso ciertamente es importante, pero los costos gubernamentales de los programas de rescate fueron pequeños comparados con el daño total que causó la crisis financiera.”
Turner estima que los costos gubernamentales de los programas de rescate financiero implementados en respuesta a la crisis equivalieron a lo mucho al 3 por ciento del producto interno bruto (PIB) de las economías desarrolladas.
En comparación, las consecuencias económicas más amplias de la crisis resultaron en un incremento de 34 puntos porcentuales en la proporción que la deuda pública de estos países ocupa en su PIB, y en una caída de 10 por ciento por debajo de su potencial en los ingresos promedio y estándares de vida de esos países.
Turner advierte que “estas pérdidas podrían suceder de nuevo, y ni amenazar con aprisionar a los banqueros ni un régimen libre de rescates podrán garantizar un sistema financiero más estable”, agregando que “una fijación con estos temas amenaza con distraernos de las causas subyacentes de la inestabilidad financiera”.
Peligrosa adicción
Para Turner y otros expertos el principal problema de los sistemas financieros modernos es su hábito de crear deuda en cantidades excesivas que no es dirigida hacia inversiones productivas sino hacia la compra de activos existentes (sobre todo propiedad inmobiliaria).
La crítica de Turner se une a advertencias realizadas a inicio de este año por la consultora McKinsey & Company, que señaló en un reporte que la deuda global actualmente representa el 286 por ciento del PIB global y que en los últimos siete años ésta creció a un ritmo más del doble de veloz que el del crecimiento económico global.
Esta situación es preocupante debido a que un alto nivel de deuda con un veloz ritmo de crecimiento es históricamente asociado con una reducción significativa en el crecimiento económico de un país, ya que más dinero tiene que ser destinado al pago de obligaciones en lugar de a la inversión o al consumo. De igual forma, un mayor nivel de deuda incrementa el riesgo de que una crisis financiera arrastre a un país hacia una recesión.