Que empiecen las negociaciones
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría ser derogado. Esta posibilidad no sólo se ha referido por el consenso de analistas, sino por los jefes de la delegación mexicana que ayer visitó la Casa Blanca: el canciller, Luis Videgaray, y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo.
En palabras de Guajardo, México se retiraría del acuerdo si las negociaciones con Estados Unidos derivan en un posición más adversa para México que las condiciones actuales: “Si no hay un beneficio claro, no tiene sentido quedarnos”.
Rodrigo Carbajal
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría ser derogado. Esta posibilidad no sólo se ha referido por el consenso de analistas, sino por los jefes de la delegación mexicana que ayer visitó la Casa Blanca: el canciller, Luis Videgaray, y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo.
En palabras de Guajardo, México se retiraría del acuerdo si las negociaciones con Estados Unidos derivan en un posición más adversa para México que las condiciones actuales: “Si no hay un beneficio claro, no tiene sentido quedarnos”.
Hace un año, esta posibilidad habría sido impensable. El modelo económico de México basa gran parte de su desarrollo en el sector exportador, un componente de la economía mexicana que crece de manera constante, que se moderniza y que ofrece, en promedio, mejores salarios que las industrias del mercado interno.
Sin embargo, contemplar la salida del TLCAN representa una condición necesaria para que México puede ejercer algún tipo de influencia en la negociación con Estados Unidos.
De manera independiente, Luis de la Calle, un miembro del equipo original que negoció el tratado; Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial y Arturo Fernández, el rector del Instituto Tecnológico Autónomo de México han formulado argumentos en este sentido.
Jorge Castañeda, ex secretario de Relaciones Exteriores, sostiene que una negociación prolongada del TLCAN implicaría un nivel de incertidumbre que sería devastador para la inversión privada en México. Rogelio Ramírez de la O, un economista independiente que fue asesor de Andrés Manuel López Obrador en la campaña de 2012, va más allá al asegurar que una negociación con impactos negativos permanentes para la economía mexicana se traducirá en una recesión.
Huelga decir que alrededor del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se destinan a Estados Unidos y que éstas constituyen casi un tercio del producto interno bruto del país.
Incentivos políticos
En campaña, Donald Trump calificó al TLCAN como “el peor acuerdo comercial en la historia”. Esto no es necesariamente cierto, ni siquiera para los estándares que ha utilizado el equipo cercano del presidente de Estados Unidos, el cual considera al déficit comercial como una variable de referencia.
La brecha de exportaciones e importaciones de Estados Unidos con México fue menor a los 60 mil millones de dólares en 2015. La cifra es menor que el déficit comercial que la economía estadounidense mantiene con países como Alemania, Japón y, notablemente, China.
No obstante, analistas advierten que la coyuntura política, en la que Trump deberá responder a su base electoral de regiones afectadas por la globalización, condiciona las herramientas tradicionales de negociación.
Considerando que el déficit comercial de Estados Unidos con China es seis veces mayor al déficit comercial con México, esto explica porqué la renegociación del TLCAN ocupa un lugar relevante en la agenda de la nueva administración. Trump necesita victorias mediáticas.
“El TLCAN será, lógicamente, el primer tema que trataremos”, dijo Wilbur Ross, secretario de Comercio, en su comparecencia ante el Senado estadounidense.
Primer contacto
Ayer, Guajardo y Videgaray se reunieron con asesores de alto perfil del presidente Donald Trump. En la reunión a puerta cerrada, que duró cerca de cuatro horas, participaron Steven Bannon, Jared Kushner (yerno de Trump) y el asesor de seguridad nacional Michael Flynn.
Al margen de la reunión, Sean Spicer, vocero de la Casa Blanca, había dicho que los acercamientos iniciales entre México y Estados Unidos determinarán si la renegociación del TLCAN empezará de cero o sólo se harán reformas al texto vigente.
La administración estadounidense aún no ha hecho un señalamiento explícito de que pretenden derogar el acuerdo. El artículo 2205 del TLCAN estipula que si algún miembro desea salir del tratado, debe notificar a las demás partes con seis meses de anterioridad.
Los reclamos más evidentes de Estados Unidos incluyen el nivel de contenido estadounidense en las exportaciones manufactureras mexicanas, el bajo nivel salarial de los trabajadores de México, así como el uso del impuesto al valor agregado como una medida discriminatoria.
El equipo económico de Trump ha sondeado la implementación de un impuesto de ajuste fronterizo que prohíba a las compañías estadounidenses deducir sus costos de importación. Esto sería equivalente a imponer un gravamen de hasta 20 por ciento a las exportaciones mexicanas. Jaime Zabludovsky, subjefe del equipo que negoció el TLCAN hace más de dos décadas, dijo al diario Financial Times que “un impuesto fronterizo es una declaración de guerra”.
El lunes, en el evento en el que se dio a conocer el posicionamiento de la política exterior de México, el presidente Enrique Peña Nieto estableció una línea roja en materia comercial: no se aceptarán más cuotas ni aranceles a los existentes.
Si México sale del TLCAN la relación comercial aún estaría regida por los estándares de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En este escenario, los aranceles a las exportaciones de manufactura serían de alrededor del 3 por ciento.
Gary Clyde Hufbauer, del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), considera que una ruptura del TLCAN daría lugar a un nuevo acuerdo bilateral en el que se respetarían la mayoría de los estándares actuales.
Esto, además de ofrecer una victoria mediática para Trump, se encontraría en línea con la postura expresada por su administración, que busca privilegiar los tratados bilaterales por encima de los tratados multilaterales.