Revolución sobre ruedas
La industria automotriz se encuentra en un punto de inflexión. Dan Ammann, presidente de General Motors, declaró recientemente: “Creemos que nuestro negocio y la movilidad personal van a cambiar más durante lo siguientes cinco años que durante los últimos 50”.
Las armadoras de vehículos han incrementado su gasto de investigación y desarrollo para empatar su oferta con las necesidades de los consumidores de una experiencia más personal, lograda mediante una mejor integración de las tecnologías de la información.
Rodrigo Carbajal
La industria automotriz se encuentra en un punto de inflexión. Dan Ammann, presidente de General Motors, declaró recientemente: “Creemos que nuestro negocio y la movilidad personal van a cambiar más durante lo siguientes cinco años que durante los últimos 50”.
Las armadoras de vehículos han incrementado su gasto de investigación y desarrollo para empatar su oferta con las necesidades de los consumidores de una experiencia más personal, lograda mediante una mejor integración de las tecnologías de la información.
Un ejemplo de esto es Tesla, empresa que se ha caracterizado por romper con el tradicional modelo de venta minorista para privilegiar la venta de productos personalizados de alta calidad.
La firma es comúnmente asociada con el liderazgo en innovación, y el mercado la ha premiado por ello. La acción de Tesla cotiza a casi 35 veces sus ganancias por acción, lo que contrasta con la cotización menor a 10 veces de la mayoría de los demás fabricantes de vehículos.
La carrera por la innovación automotriz ha avanzado a tal grado que los pilares más elementales del modelo de negocios de la industria podrían desaparecer súbitamente. Cada vez gana más fuerza la idea de que en el futuro las personas dejarán de ser propietarios de un carro para dar lugar a una red de autos que se conducen solos.
Las firmas automotrices se encuentran en una suerte de dilema del prisionero, entre preservar su negocio actual o acelerar el proceso de transición hacia la economía compartida.
General Motors y Ford, las armadoras más grandes de Estados Unidos, han dado un paso hacia delante en el reconocimiento de este cambio de paradigma.
La apuesta de GM
Durante la última ronda de financiamiento de Lyft, una plataforma de movilidad y el competidor más cercano de Uber, General Motors realizó una inversión de 500 millones de dólares.
En un comunicado conjunto, ambas firmas aseguraron que buscan crear una red nacional de autos que se conducen solos. La inversión representa una de las apuestas más grandes de General Motors en compañías externas y significa la mayor inyección de efectivo de una armadora en algún start-up de Silicon Valley.
En octubre la directora ejecutiva de General Motors, Mary Barra, dijo que la armadora no va a depender de su modelo tradicional basado en la venta de vehículos a privados y que definitivamente producirán automóviles en una era en el que la conducción humana esté extinta.
Para lograr esto, General Motors ha trabajado en el desarrollo de vehículos con el Grupo de Investigación Robótica de la Universidad Carnegie Mellon durante los últimos nueve años. Uber, la plataforma de movilidad líder con presencia global, también ha expresado interés en esta tendencia. El año pasado realizó una contribución de 5.5 millones de dólares al mismo grupo de la Universidad Carnegie Mellon.
Ford va más allá
La semana pasada, Yahoo News reportó que Ford y Alphabet, la compañía matriz de Google, lanzarán una proyecto conjunto para desarrollar autos que se conducen solos.
Ésta no es la única relación que Ford guarda con la firma de Silicon Valley. Alan Mullaly, ex-director general de la armadora estadounidense, cuenta con un asiento en el consejo de administración de Alphabet. Asimismo, John Krafcik, antiguo director de desarrollo de productos en Ford, es la cabeza actual del proyecto de operación de movilidad de la compañía de Mountain View, California.
A pesar de que no se ha hecho el anuncio oficial, la noticia, que cita a tres fuentes anónimas, generó expectativa entre los analistas de la industria. El acuerdo no es exclusivo, lo que podría dar origen a una nueva oleada de alianzas estratégicas entre Detroit y Silicon Valley.
Karl Brauer, ejecutivo de la firma Kelley Blue Book aseguró: “Por más de 100 años, el éxito en el negocio automotriz recayó sobre aquellas compañías que fueron capaces de diseñar, manufacturar y distribuir vehículos. Ahora, parece que la habilidad para conectarse directamente con los consumidores, como lo hacen Uber y Lyft, así como la habilidad para crear tecnología de manejo sin conductor, como lo hace Google, también serán necesarias”.
Alphabet pretende crear una división exclusiva para el desarrollo de autos que se conducen solos e introducirlos al mercado dentro de los próximos cinco años. Sin embargo, la compañía ha insistido que no se va a encargar de su manufactura.
La producción masiva de vehículos implica altos costos fijos, lo que significa un obstáculo para que las compañías de la economía compartida de Silicon Valley den lugar a la transición de la industria automotriz por sí solas.
La estructura de producción y distribución de las grandes armadoras como Ford y General Motors las mantiene como una parte que aún es esencial en esta etapa por la cual atraviesa la industria.