Con la visita la semana pasada del presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, a nuestro mayor socio comercial en Latinoamérica, Brasil, se estimuló la idea de reforzar la relación económica entre los dos países como una alianza estratégica en lugar de una rivalidad dañina.
En el 2011, México retomó el liderazgo comercial que había perdido a principios de la última década, al generar una balanza de exportaciones e importaciones positiva.
La revista Forbes estima que México podría superar a Brasil como poderío económico en la región para el 2022.
Recientemente, se ha puesto fuerte énfasis en el comercio de automóviles entre México y Brasil, el cual se estima en cerca de 1.55 mil millones de dólares anuales.
Los acuerdos bilaterales sobre comercio de autos que entablaron México y Brasil han creado fuertes críticas por parte de las empresas brasileñas, que se ven perjudicadas por la introducción de mayor volumen de automóviles provenientes de México.
¿Cómo ha cambiado la dinámica comercial entre los dos poderes económicos más importantes de la región?
El boom brasileño
Durante la última década, Brasil se ha distinguió por su liderazgo económico tanto en Latinoamérica como en el mundo, además de la efectividad estructural en política y sociedad.
Desde el 2005, Brasil tomó el liderazgo como el país de mayor ímpetu económico en Latinoamérica, sobrepasando a México.
El despegue de Brasil en esta década se vio favorecida por diversas circunstancias externas.
En principio, la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio fue fructífera para la economía carioca, al ser líder en exportación de mineral de hierro, azúcar, café, entre otros productos que el país oriental empezó a demandar en proporciones importantes.
De igual forma, el gobierno del presidente Luis Inacio Lula da Silva incentivó de forma notoria la inversión en el sector agrícola, que estimuló tanto al comercio de azúcar, como el algodón y el etanol.
En un tercer rubro, la reforma al modelo de inversión y operación de la empresa petrolera Petrobras mandó a la empresa estatal a un nivel de crecimiento y rendimiento tanto redituable como envidiable.
En cambio para México, la entrada de China a la OMC creó una fuerte competencia para los proyectos de manufactura hacia Estados Unidos y afectó de forma importante a las exportaciones mexicanas.
Debido a que las exportaciones de México entraron en competencia con las chinas, con la desventaja de que el salario real chino disminuye los costos de operación, México cayó al tercer lugar en cuanto a comercio con Estados Unidos, siendo superado por China y Canadá.
De igual forma, en la última década México se caracterizó por manejar una tasa de interés flotante, un crecimiento estable pero moderado, y una limitada expansión de la industria manufacturera.
En lo general, Brasil aumentó su productividad total de factores en un 1.2 por ciento del 2002-2010 contra un crecimiento de solo .1 por ciento para México.
Crece menos… y planea endeudarse
En el último par de años, la dinámica de crecimiento de Brasil y México y las estimaciones para los siguientes 10 años han cambiado de forma importante.
Desde el 2010, Brasil ha caído en un desaceleramiento al crecer 4 por ciento en el 2010, 2.7 en el 2011 y se estima que llegará al 2 por ciento este año.
En comparación, México creció 3.9 por ciento el año pasado y se estima para crecer un 3.7 por ciento este año.
Dado a que la mayor parte del crecimiento de Brasil en la última década se dio al aumento en sus commodities y servicios, que no necesitan mucha inversión de tecnología o inversión de capital laboral, no se ha visto un crecimiento sustentable en empleo.
Brasil también tiene que enfrentar un problema con sus instituciones de impuestos y lidiar con sus planes de infraestructura de cara a la organización del Mundial de Futbol del 2014 y las Olimpiadas de Río 2016, de las cuales se estima que el gobierno buscará endeudarse para financiar los proyectos.
Impulso a manufactura
En contraparte, a México le viene a favorecer el aumento de los salarios en China, pues eso provoca que regresen los proyectos de manufactura al país.
Con esto se ha visto un firme crecimiento en el sector de manufactura de partes para automóviles, fabricación de naves aeroespaciales y un resurgimiento del sector minero.
Tales industrias se categorizan por ser tanto intensivas en la inversión de capital como de empleo y la modernización de tecnologías para aumentar la productividad.
Además, mientras que Brasil nombró a líderes con facciones más populistas en los últimos años, México mantiene a líderes con visiones económicas más entabladas al libre mercado, que hoy puede resultar relevante ante las circunstancias económicas globales.
Ante este escenario, en el futuro de México y Brasil saldrá a relucir la histórica pregunta: ¿podrán estos antiguos aliados crear un bloque comercial favorable o preferirán rivalidades improductivas?