Rivalidad ata a la OPEP
La percepción de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) está herida de muerte se ha convertido en una imagen común desde que inició la debacle del mercado petrolero a inicios del 2014.
Rodrigo Carbajal
La percepción de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) está herida de muerte se ha convertido en una imagen común desde que inició la debacle del mercado petrolero a inicios del 2014.
El grupo que alguna vez puso en jaque a la seguridad energética de Estados Unidos hoy está en riesgo de convertirse en un ente irrelevante que pierde influencia sobre el mercado.
En noviembre de 2014, la OPEP fijó su suerte al anunciar una política de expansión de producción que buscaba defender su participación de mercado frente a los nuevos productores no-convencionales de Norteamérica.
A casi dos años de que se implementó esta política, el mercado continúa deprimido y los productores no-convencionales se han mantenido en la línea. El valor del barril de crudo se ha desplomado en más de 50 por ciento desde mediados de 2014, lo que presiona fiscalmente a los miembros de la OPEP, particularmente a los países con menor peso en la organización.
Hoy una parte significativa del cártel energético piensa en un cambio de rumbo; un recorte coordinado de la producción que empuje el precio del mercado al alza. Esto quedó de relieve después de que esta semana la OPEP anunció que sostendrá un reunión informal extraordinaria el siguiente mes.
Sin embargo, la rivalidad geopolítica entre Arabia Saudita e Irán ha minado cualquier intento de cooperación hacia dentro de la organización.
En abril los miembros de la OPEP y Rusia sostuvieron una reunión que fracasó en su intento de pactar un recorte de producción conjunto. La razón detrás de ello fue la reticencia de Irán, quien se ha reincorporado al mercado recientemente tras el levantamiento de sanciones económicas, a desacelerar su crecimiento en la producción de crudo.
Producción histórica
A pesar de que la urgencia de países como Venezuela, donde el 96 por ciento de las divisas provienen de las exportaciones petroleras; los miembros de la OPEP, especialmente los países del Golfo Pérsico, se rehúsan a perder participación de mercado. Esto se ha reflejado en mayores descuentos que inciden en una baja en el precio y en un aumento de la producción sin precedentes.
Arabia Saudita, el líder de facto de la OPEP, alcanzó en julio una producción récord de 10.67 millones de barriles diarios. Irán ya produce alrededor de 3.85 millones de barriles diarios, su mayor nivel desde el 2008. Asimismo, Irak y Rusia, que no es miembro del cártel de precios, han escalado su producción para llevarla a máximos históricos.
Pese a los intentos de cabildeo de los países con menor influencia, patentes en la gira que el mismo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está realizando para convencer a los miembros de la OPEP de recortar la producción; la rigidez de las posturas de Arabia Saudita e Irán restan credibilidad a la capacidad de la OPEP para ejercer algún tipo de influencia en el mercado.
La debilidad de la demanda, reconocida incluso en el último reporte de proyecciones de la OPEP; la creciente oferta global de crudo, la resiliencia de los productores no convencionales de América del Norte y la inefectividad de la OPEP para incidir en el escenario de precios le han dado la razón al consenso de analistas: los bajos niveles en el valor del petróleo llegaron para quedarse.