Por cada prueba PCR para detectar COVID-19 que hacían cuando empezaron a proveer este servicio, Salud Digna perdía 19 pesos.
En el momento más álgido de la pandemia en México, esta asociación sin fines de lucro llevó a cabo en promedio 40 mil pruebas de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) diarias y la estrategia para mantener uno de los costos más bajos en el mercado fue posible gracias a sus grandes socios comerciales, su escalabilidad y su tradicional estructura de costos bajos.
“Lo que alguien puede conseguir a gran escala en tecnología y precio es muy diferente a lo que se puede conseguir (con menor infraestructura). Salud Digna es el sexto cliente más grande de Roche del mundo, en ese sentido tenemos un apalancamiento positivo para que nos escuchen en Suiza, en donde son los headquarters, en donde está la matriz”, explica Juan Carlos Ordóñez, director general de Salud Digna.
La asociación, que inició operaciones hace 18 años, cuenta también entre sus aliados a la corporación japonesa Fujifilm, el líder mundial oftálmico Essilor, y el gigante en infraestructura, energía y electrodomésticos General Electric.
Pero fue gracias a la “intensa” relación que el laboratorio mexicano mantiene con Roche que fueron capaces de adquirir la tecnología e insumos necesarios para llevar a cabo los cotizados análisis que durante los primeros meses de la pandemia muy pocos laboratorios podían ofrecer y cuando lo hacían era a precios que llegaron a rozar los siete mil pesos por una sola prueba.
“Era muy claro para el consejo ejecutivo de Salud Digna que esto era temporal y que los precios bajarían una vez que se fuera regulando el tema, una vez que bajara el pánico, que las fábricas empezaron a trabajar de otra manera, pero en algún momento tuvimos que comprar hisopos a precios de escándalo, aunque finalmente fue posible bajar nuestros costos”.
La disminución en la demanda de pruebas ha sido muy pronunciada y de 40 mil han transitado a hacer 12 mil diarias. Con estas cifras suman siete millones de pruebas desde que empezaron a hacerlas, cifras que han colocado a Salud Digna como la entidad privada en llevar a cabo más de estos estudios.
Salud digna, ejemplo de negocios
Las pruebas COVID-19 no fueron un caso aislado de la historia de Salud Digna, de hecho, su estructura de costos bajos es parte de la propuesta de valor de la asociación que anualmente lleva a cabo 70 millones de estudios de laboratorio, mastografías, ultrasonidos, rayos X, tomografías, resonancia magnética y elaboración de lentes, entre otros.
Cabe destacar que una de las campañas más notables de esta asociación es la enfocada en la detección oportuna del cáncer de mama conocida como #PONelPecho, con la que tan solo en octubre del año pasado llevaron a cabo más de 350 mil mastografías.
La gestión de esta asociación que permite tener servicios de alta calidad a muy bajo costo es un caso de estudio en la Escuela de Negocios en el curso de organizaciones no lucrativas de alto desempeño que se imparte en la Universidad de Harvard, señala Juan Carlos Ordóñez.
“El crecimiento natural de Salud Digna tiene que ver con tres parámetros principales: el primero es la calidad, pese a que somos una opción de bajo costo buscamos siempre certificarnos con los más altos estándares de calidad; la segunda son los tiempos de espera, porque trabajamos con tecnología de punta para que la gente no espere mucho para ser atendida y no espere mucho tiempo después para tener en la mano su resultado; y la tercera es que buscamos que la gente tenga accesibilidad temprana a la prevención de enfermedades”, detalla.
Al cuestionarlo en torno a si Salud Digna es una alternativa para los mexicanos que no cuentan con servicios de salud pública, Ordóñez prefiere definir a la asociación que dirige como un gran aliado de los servicios que otorga el gobierno y los entes privados. Sin embargo, advierte que al estudiar qué tipo de pacientes acuden a solicitar estudios en Salud Digna se advierte que más del 81 por ciento de ellos eran personas que antes contaban con servicios de salud públicos.
Estos datos están en sintonía con el aumento de los usuarios mexicanos en los sistemas privados de salud, de acuerdo con un análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaría (CIEP), en 2020 el número de personas que atendió cuestiones de salud en empresas privadas pasó de 36.4 millones en 2018 a 46.2 millones de personas en 2020 y 0.6 por ciento de las personas que buscaron atención en las instituciones de salud pública no la recibieron.
Además, el gasto de bolsillo de los hogares mexicanos por atención primaria, atención hospitalaria y compra de medicamentos aumentó 40 por ciento en promedio al pasar de dos mil 358 a tres mil 300 pesos al año, de acuerdo con información analizada por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaría (CIEP).