“El descenso de la actividad global y la rapidez en la que esta actividad ha sido irrumpida alcanzan niveles sin precedentes en la industria y muestran claramente que se está operando en medio de una crisis de efectivo de gran escala”, dijo la semana pasada Paal Kibsgaard, director general de Schlumberger, la empresa de servicios petroleros más grande del mundo.
En una conferencia con analistas, Kibsgaard reafirmó lo que ya muchos temían en la industria: tras la debacle petrolera iniciada en junio de 2014, los precios del crudo permanecerán bajos y las empresas deben adaptarse o morir. En los últimos dos años, Schlumberger ha recortado más de 42 mil empleos, alrededor de un tercio de su plantilla laboral.
En todas las grandes disrupciones, independientemente de la industria en la que ocurra, hay quienes no se pueden adaptar a las nuevas condiciones del mercado y quienes logran sobrevivir para continuar operando en la nueva normalidad.
En ese sentido, las grandes firmas energéticas globales, Pemex incluida, han iniciado una carrera para reducir costos.
De acuerdo a Wood Mackenzie, una firma de consultoría especializada en el sector energético, el presupuesto de inversión en capital de las 121 empresas petroleras más grandes del mundo se ha reducido este año en 91 mil millones de dólares en términos anualizados. La consultora estima que, en promedio, el recorte de costos de capital por empresa es de 26 por ciento.
A pesar de que las grandes firmas de la industria se concentran en disminuir su plantilla laboral, congelar salarios y suspender proyectos estratégicos; la magnitud de la caída del precio del petróleo aún supera por mucho el esfuerzo de reducción de costos.
De acuerdo a Lydia Rainforth, analista del banco Barclays, el proceso de adaptación le tomará tres años a las empresas energéticas para empatar los menores costos con el nuevo escenario de bajos precios del petróleo. Mientras tanto, el daño lo pagan sus ganancias.
Pronóstico sombrío
El consenso de analistas espera que las grandes petroleras registren sus peores resultados trimestrales en una década, según una encuesta de Bloomberg.
Se espera que Chevron registre su segundo trimestre consecutivo de pérdidas, que BP reporte su primer pérdida neta ajustada desde el escándalo del derrame de crudo en el golfo de México en el 2010 y que Exxon presentará su ganancia trimestral más baja en 20 años.
Las perspectivas son mucho menos alentadoras para las empresas energéticas paraestatales de América Latina, cuya productividad es menor que la de firmas del sector privado como Shell y Exxon.
Como ejemplo, Petrobras registró su segundo año consecutivo con resultados negativos: sus pérdidas de 2015 fueron de 8.6 mil millones de dólares.
La situación de Pemex es similar. La firma atraviesa por una crisis de liquidez que requirió de la intervención de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para ser solventada y aún enfrenta un pasivo laboral de 1.2 billones de pesos.
En el 2015, las pérdidas de la compañía superaron los 30 mil millones de dólares, lo que se convirtió en el tercer año consecutivo con resultados negativos