Sortear la turbulencia
Las aerolíneas mexicanas buscan opciones para el uso de biocombustibles que les ayuden a esquivar afectaciones por los altos costos de la turbosina, aunque deberán sortear otras nubes negras, como la volatilidad en los precios del petróleo
Mara EcheverríaEl despegue de 2019 no ha sido sencillo. Las aerolíneas mexicanas enfrentan un sombrío panorama debido a los altos costos de la turbosina, la volatilidad de los petroprecios y hasta el robo, aunque este último en menor medida que la gasolina.
El costo del combustible en el Aeropuerto de la Ciudad de México (AICM), el principal insumo para las líneas aéreas, reportó un alza de 5.7 por ciento durante octubre de 2018, al pasar de 13.308 pesos a 14.074 pesos por litro, de acuerdo con los últimos datos de la Canaero.
Las compañías del sector en el país han emprendido acciones para impulsar el uso de energías alternativas con el fin de mitigar el impacto negativo por los altos costos del combustible y el gasto operativo que les impide despegar sin complicaciones.
Fernando Gómez, especialista del sector aeronáutico, opina que la bioturbosina aún se encuentra en fase experimental y en el largo plazo será una industria consolidada, aunque desde 2011 algunas líneas aéreas comerciales realizan vuelos de prueba y demostración.
Las aerolíneas que emplean este combustible no lo usan ni siquiera al 40 por ciento para la operación por vuelo. Pasarán por lo menos diez años para para considerar resultados sobre el mantenimiento, rendimiento y eficiencia del combustible”, expone Gómez.
La primera prueba con combustible alternativo se realizó en México el 21 julio de 2011. El vuelo de prueba partió del AICM con destino a Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas, y fue operado por Interjet. La nave Airbus A320-200 contaba con 27 por ciento de bioturbosina elaborada a base de Jatropha, una planta de uso común para el desarrollo de combustibles ecológicos.
Aeroméxico también ha realizado pruebas desde la capital del país con destino a la ciudad de San José en Costa Rica y Sao Paulo, en Brasil. El primer vuelo comercial de la empresa que dirige Andrés Conesa operado con 30 por ciento de bioturbosina salió de CDMX con destino a Madrid, en 2016.
El impulso para el desarrollo de combustibles sustentables se considera en la Reforma Energética, sin embargo, hasta el año pasado en territorio nacional no existía este segmento en el sector, por lo tanto, tampoco se definieron metas como la demanda de bioturbosina para la aviación, según la Sener.
Mal clima
Además de los altos costos de la turbosina, las aerolíneas sortean la turbulencia causada por la inestabilidad en el precio del petróleo, el tipo de cambio y el robo de combustible, aunque tienen el crecimiento en el número de pasajeros a su favor.
En México se consumen cuatro mil millones de litros de turbosina al año y una opción para bajar su costo sería otorgar un subsidio o un incentivo a las aerolíneas, como ocurre en países como Estados Unidos, comparte Fernando Gómez.
Además, las compañías deberán emprender otras acciones, entre las que destacan la modernización de motores de sus aeronaves con el fin de hacer más eficiente el consumo de combustible o implementar diversas escalas en sus vuelos internacionales, que también les permitirá elevar el número de personas transportadas.
En el corto plazo, Gómez opina que las aerolíneas tendrán que encarar el impacto por los costos de traslado de turbosina en pipas para mitigar los retrasos en el abasto de hidrocarburos que se reportó en algunas entidades desde hace más de una semana.
“También hay una fuga de turbosina que va a parar a manos de entes no legales, aunque los problemas con el desabasto son menos visibles ya que los tanques de almacenamiento son de altas capacidades”.