Qatar, país que apenas cuenta con 40 años de independencia del protectorado inglés, ha crecido en fama rápidamente.
Este país, con menos de 2 millones de habitantes, es gobernado por una monarquía absoluta cuya familia ha estado en el poder desde el siglo XIX.
El país es controlado por los Al Thani. Tanto el Emir (monarca de Qatar) como el primer ministro pertenecen a esta familia. Existen restricciones sociales como la completa libertad de práctica religiosa.
Es el país con el segundo PIB per cápita más alto del mundo, solo debajo de Liechtenstein. Gracias a los altos ingresos petroleros, el gobierno se ha podido pagar lujos que han hecho parecer al país un paraíso terrenal.
Se han desarrollado numerosas infraestructuras modernas, incluyendo lujosos hoteles, casinos y centros de convenciones. Gracias a esto se ha expandido el mercado del turismo lujoso.
Lo curioso es el apetito que ha despertado en la familia real por el futbol y el arte. Estos son los temas de conversación más populares en la sobremesa y parece que nadie se quiere quedar sin contribuir a la plática.
Todos al Mundial
El país ganó espacio en los reflectores públicos cuando obtuvo en diciembre del 2010 la sede del Campeonato Mundial de futbol 2022. Será el primer país de Medio Oriente que organice un Mundial.
Para ganar la sede, apostaron alto y prometieron la construcción de varios estadios sedes, entre ellos el Estadio Nacional de Lusail, con un costo aproximado de 660 millones de dólares y aforo para 86 mil espectadores.
Los Al Thani se han posicionado entre los más importantes coleccionistas de arte en el mundo. Del 2011 a la fecha han comprado dos de las 10 obras de arte más caras en la historia.
El año pasado rompieron récord al comprar la pintura ‘Los Jugadores de Cartas’ de Paul Cézanne por 254 millones de dólares.. Aunque la negociación se realizó en el 2011, se hizo pública apenas en febrero de este año.
Y ya en este 2012, durante el mes de mayo que pintó números rojo para muchos países, se especula que fue la familia real la compradora de la pintura “El Grito”, del alemán Edvard Munch, por un valor de 119.9 millones de dólares. La identidad del comprador no fue revelado por la casa de subasta Sotheby’s.