Taylor Swift y su lucha contra la industria musical
La situación por la que atraviesa la cantante estadounidense por los derechos sobre sus creaciones pone en evidencia cómo se mueve el millonario negocio musical y la complicada situación que enfrentan algunos artistas
Nayeli Meza OrozcoLa lucha entre los artistas y las compañías discográficas no es nueva. Taylor Swift protagoniza el más reciente capítulo en la industria de la música por defender su trabajo.
A los 15 años, la cantante estadounidense firmó con el sello Big Machine Label Group (BMLG) y durante el tiempo en que estuvo vigente el acuerdo grabó seis discos.
Hace unos días, el fundador de BMLG, Scott Borchetta, vendió la compañía por 300 millones de dólares (mdd) a Ithaca Holdings, una firma de inversión mundial dirigida por Scooter Braun, conocido por haber lanzado a la fama a Justin Bieber y con quien Swift ha peleado durante años.
Con este acuerdo, los masters originales de los primeros trabajos de la ganadora del Grammy pasaron a manos de Braun y aunque la cantante de 29 años no posee sus grabaciones, existe algo que puede convertirse en su salvavidas: ella controla los derechos de publicación de su música, ya que escribe todas sus canciones.
Es decir que si el productor ejecutivo quisiera utilizar las canciones para comerciales, películas o cualquier otra plataforma sería muy difícil que lo pudiera hacer.
Big Machine es un sello con un importante peso dentro de la industria. Al cierre del año pasado obtuvo ganancias por 40 millones de dólares de acuerdo con datos de la misma firma.
Por mucho, Taylor Swift es la artista más valiosa para la compañía. Durante sus años de trayectoria ha vendio más de 30 millones de álbumes y obtuvo 266 mdd solo por su gira en Estados Unidos durante al año pasado, mientras que su tour mundial fue el segundo en generar más ingresos para la industria mundial, aproximadamente 345 mdd, por debajo de los 432 mdd del cantante británico Ed Sheeran.
Alejandro Castilla, director general de Sureste Records, comparte que el caso de la compositora deja como lección que los artistas deben prepararse mejor en términos legales desde que comienzan su carrera, con el objetivo de evitar que años más tarde las grandes disqueras les quiten el trabajo que tanto les costó crear.
El lado B
La música no tiene fronteras y cuando se trata de hacer negocios con ella tampoco. En 2015, el valor de mercado de la industria a nivel mundial superó los 33 mil mdd y se prevé que para 2020 alcanzará los 43 mil mdd.
Alcanzar el reconocimiento mundial es el sueño de cualquier artista, muchos veces las casas productoras son quienes tienen el poder de hacerlo realidad. Basta con un contrato de por medio para que el compositor, grupo o cantante pueda dar el salto al escenario internacional, sin embargo, el problema ocurre cuando no se leen las letras chiquitas.
La compositora Ana Robles conoce bien de primera mano esta situación. Hace cuatro años se acercó a una reconocida disquera por recomendación de un amigo, pero gracias a que un abogado la asesoró pudo darse cuenta de que no solo cedería los derechos de todas sus canciones, también estaría atada a un contrato que le exigía que escribiera al menos 20 canciones durante tres años.
“La industria de la música vive una etapa de crecimiento muy importante impulsada por grandes talentos, el problema del proceso creativo es que si no logras conectar con las audiencias en tu primer intento o no cumples con la cuota que te solicitan los directivos, simplemente te hacen a un lado”, comparte Robles, quien desde hace 14 años se dedica a la música.
El negocio está construido sobre bases muy sólidas. Durante el año pasado el mercado de la música grabada creció 9.7 por ciento y reportó ventas por 19 mil 100 millones de dólares, de acuerdo con cifras de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés).
Por segmento, la federación presidida por Plácido Domingo revela en su último informe anual que el streaming concentró 37 por ciento de las ventas globales, en tanto que los productos físicos, un 25 por ciento.
Taylor Swift por el divorcio musical
Aunque cuenta con un músculo poderoso, esta industria también esconde un lado oscuro que se relaciona con los derechos de autor y la protección al trabajo de los artistas.
Taylor Swift ha peleado durante años en contra de este gigante. Una de las batallas que emprendió fue contra las plataformas de streaming, Spotify y Apple en un intento por negociar mayor libertad y mejores términos. En algún momento, la también actriz retiró toda su música del servicio de Spotify
Antes que ella, hubo otros artistas que se rebelaron en contra de los grandes sellos discográficos, como The Beatles, Elton John, Def Leppard y Prince.
Por ahora, Swift hace un llamado para que los artistas más jóvenes sean cautelosos al firmar cualquier contrato y que en el futuro su actual situación sirva como ejemplo para que aprendan a defenderse mejor en una negociación.
Alejandro Castilla opina que algunos músicos han optado por generar un equilibrio al conseguir seguidores en plataformas digitales y otros al firmar con sellos discográficos independientes y aunque esto los protege de cierta forma, la lucha contra la industria tradicional es un gran desafío.
“Debemos lograr una transformación en la forma de hacer música y un punto de partida es mirar hacia las alternativas que permitan que la mayor parte de las ganancias lleguen a los artistas y no solo a quienes les producen. No es fácil, pero hay que trabajar juntos”.