Amenaza ‘artificial’

El avance tecnológico, patente en el desarrollo de la inteligencia artificial y la robótica, emerge como un riesgo latente para los mercados laborales. El Reporte Global de Riesgos 2017 que elabora el Fondo Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) evalúa a la automatización como el factor de mayor impacto y mayor probabilidad de incidencia en la economía global en el mediano plazo.

51%
de los empleos globales son altamente susceptibles a ser sustituidos por el cambio tecnológico, según McKinsey
Entre los ingredientes que influirán en este resultado son la adopción de la nueva tecnología, la economía, los mercados laborales, las regulaciones y las actitudes sociales
“Si el crecimiento de la productividad sigue siendo débil, estamos en problemas”
Hal VarianEconomista en jefe de Google y profesor emérito de la Universidad de California
“La siguiente oleada de dislocación económica no vendrá de afuera, provendrá del despiadado ritmo de la automatización que volverá obsoletos a muchos de los buenos empleos de la clase media”
Barack ObamaPresidente de Estados Unidos

El avance tecnológico, patente en el desarrollo de la inteligencia artificial y la robótica, emerge como un riesgo latente para los mercados laborales. El Reporte Global de Riesgos 2017 que elabora el Fondo Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) evalúa a la automatización como el factor de mayor impacto y mayor probabilidad de incidencia en la economía global en el mediano plazo.

Aunado a las perspectivas que ofrece el WEF en la materia, un documento reciente de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca, así como un nuevo reporte de la firma McKinsey arrojan luz sobre las perspectivas y posibilidades de la automatización en la productividad, el empleo y el cambio social.

De acuerdo al WEF, el 86 por ciento de los empleos de manufactura en Estados Unidos que han sido eliminados entre 1997 y el 2007 se explica por el cambio tecnológico.

Pese a que el discurso del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, insiste en que el deterioro de las regiones manufactureras del país obedece a la globalización y a la apertura comercial, el consenso de analistas demuestra lo contrario.

Intelectuales como Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, argumentan que las consecuencias políticas de la automatización están encarnadas en el fenómeno que representa Donald Trump.

Sin embargo, esto representa la punta del iceberg. Conforme se acelera el ritmo del cambio tecnológico, la magnitud de la disrupción derivada de la automatización del empleo podría amplificarse.

Esto ha encendido las alarmas de los responsables de política económica, particularmente en países industrializados donde los efectos políticos del avance tecnológico son más agudos.

En su discurso de despedida, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hizo un llamado a reconocer esta tendencia como un elemento que podría redefinir las relaciones económicas en el capitalismo del siglo XXI: “La siguiente oleada de dislocación económica no vendrá de afuera, provendrá del despiadado ritmo de la automatización que volverá obsoletos a muchos de los buenos empleos de la clase media”.

Cuarta revolución industrial

El WEF ha reiterado que la “cuarta revolución industrial”, si bien puede ofrecer amplios beneficios en términos de productividad y mejora del bienestar para el consumidor, cuenta con una faceta que es vista como una amenaza para el status quo institucional de la economía de mercado.

El mayor riesgo del cambio tecnológico, en términos socioeconómicos, es el efecto que la inteligencia artificial, la robótica, la digitalización y otras tecnologías en desarrollo podrían tener sobre la desigualdad. En un momento en el que la brecha de ingresos y de riqueza entre los sectores económicos de la sociedad es particularmente alto (en términos relativos a otros periodos históricos, según estudios como el de los economistas Emmanuel Saez y Gabriel Zucman), la aceleración de esta tendencia podría ser catastrófica.

McKinsey concluye que los empleos más vulnerables a ser reemplazados por la automatización son aquellos en los que se realizan patrones predecibles de trabajo físico, recolección de información y procesamiento de ésta. La firma estima que 51 por ciento de los empleos globales se encuentran en esta categoría.

Asimismo, McKinsey sitúa al 28 por ciento de los empleos globales en una categoría de menor riesgo a ser reemplazados, pero que aún los considera vulnerables en cierta medida. En ese sentido, únicamente el 21 por ciento de los trabajos de la economía mundial están seguros. Estos son aquellos en los que se desempeñan actividades relacionadas con trabajo creativo, la administración de capital humano o tareas altamente especializadas.

Hal Varian, economista en jefe de Google y uno de los microeconomistas más respetados de la academia, dijo al diario The New York Times: “Si el crecimiento de la productividad sigue siendo débil, estamos en problemas”.

Casa Blanca: ‘consecuencias terribles’

En diciembre de 2016, la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca presentó el estudio sobre las formas en que la inteligencia artificial transformará a la economía en los siguientes años y décadas. Se advierten consecuencias terribles.

“El país corre el riesgo de dejar a millones de estadounidenses atrás y perder su posición como líder económico global”, precisó el documento.

El informe fue parte del compromiso de un estudio anterior que evalúa el futuro de la inteligencia artificial.

Se argumenta que es difícil anticipar el impacto de la inteligencia artificial, pero existe la posibilidad de que no tenga grandes efectos en la economía. Sin embargo, en el otro extremo está el escenario de un choque más radical, con cambios acelerados en el mercado laboral.

Se refirió que varios investigadores estiman que entre el 9 por ciento y el 47 por ciento de los empleos podrían verse afectados.

En el mejor de los casos, los trabajadores tendrán salarios más altos y más tiempo de ocio. La parte negativa es que habrá muchos más empleados que necesiten ayuda o capacitación porque sus habilidades ya no concuerdan con las demandas del entorno laboral.

No obstante, las políticas públicas deberán ofrecer una respuesta lo más amplia posible, porque los efectos económicos de la automatización impulsada por la inteligencia artificial serían difíciles de apartar de otros factores relacionados con la globalización.

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