El gobierno del primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, tiene poco de haberse instalado en Atenas, pero ya ha puesto a los mercados financieros en alerta.
La semana pasada, Tsipras declaró que “no habrá ni un conflicto catastrófico (con los acreedores de Grecia), ni se aceptará el seguirse inclinando (ante ellos)”.
Además de esto, su ministro de finanzas, Yanis Varoufakis, ha argumentado desde hace tiempo a favor de una renegociación de la deuda griega (cuyo monto total ya alcanza los 330 mil millones de euros) que incluya pérdidas para sus acreedores.
Tsipras, por otro lado, asegura que Grecia cumplirá con todas sus obligaciones financieras, pero un acuerdo que pueda resolver la situación sin arrastrar a toda la eurozona (y al resto del mundo) a otra crisis sigue eludiendo a los involucrados.
Las tensiones en contra de Grecia ya no sólo provienen de Alemania, el principal defensor de las políticas de austeridad y reforma estructural que se han aplicado en la eurozona después de la crisis de deuda que ésta sufrió en el 2010.
Países más pobres, como Bulgaria, se oponen a otorgar más concesiones a Grecia.
Y aunque las instituciones europeas accedieran a eliminar parte de la deuda griega, representantes de otros países emproblemados, como Italia y España, se han pronunciado en contra de hacer lo mismo con los bonos griegos que están en manos de sus gobiernos.
Todos contra Grecia
Jeroen Dijsselbloem, ministro de finanzas de Países Bajos y presidente del Eurogrupo, ha declarado que “el mensaje de ‘queremos su apoyo pero no sus condiciones’ no va a funcionar”.
Casi tres cuartas partes de la deuda griega se encuentra en manos de la troika, el trío de instituciones que incluye a la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Dentro de la troika, se estima que alrededor de 70 mil millones de euros se encuentran respaldados en última instancia por los contribuyentes alemanes.
El gobierno de la canciller alemana Angela Merkel y su población no sólo se oponen a darle una salida fácil a un país percibido como imprudente y libertino con sus finanzas públicas, sino que además temen el precedente que el perdonar parte de la deuda griega sentaría.
Si Grecia recibe un perdón para su deuda bajo amenazas de caer en incumplimiento de pagos, se otros países, como España o Irlanda, podrían hacer lo mismo, restándole poder para administrar las políticas económicas de la eurozona a las autoridades de la Unión Europea.
Y la victoria electoral y tono confrontacional de Syriza, el partido de Tsipras, ya parece estar impulsando a sus análogos en otros países, como en el caso de Progresa en España.