Tercera llamada para Carstens
Para Agustín Carstens y el resto de los miembros de la junta de gobierno del Banco de México (Banxico) la pregunta no es qué, sino cuándo.
Como las autoridades de política monetaria del país, Carstens, gobernador de Banxico desde el 2010, y los cuatro subgobernadores del banco central tienen que decidir cuál es el momento adecuado para alzar la tasa de interés de referencia mexicana. Ésta se encuentra en un mínimo histórico de 3 por ciento desde junio del año pasado.
Rolando Hinojosa
Para Agustín Carstens y el resto de los miembros de la junta de gobierno del Banco de México (Banxico) la pregunta no es qué, sino cuándo.
Como las autoridades de política monetaria del país, Carstens, gobernador de Banxico desde el 2010, y los cuatro subgobernadores del banco central tienen que decidir cuál es el momento adecuado para alzar la tasa de interés de referencia mexicana. Ésta se encuentra en un mínimo histórico de 3 por ciento desde junio del año pasado.
La razón de esto no tiene que ver con las condiciones internas del país. Con el crecimiento económico aún en niveles decepcionantes y la inflación en mínimos históricos, Banxico incluso tendría espacio para moverse en la dirección contraria y reducir su tasa. Encarecer el crédito, en cambio, podría tener un impacto negativo sobre el crecimiento para este año y el próximo.
La presión alcista más bien se debe a la expectativa cada vez más fuerte de que la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense antes del cierre del año. Ésta sería la primer alza desde el 2006 por parte de la Fed, que desde finales del 2008 ha mantenido su tasa de interés en un nivel de entre 0 y 0.25 por ciento.
Experiencias anteriores con ciclos de alzas indican que cuando esto suceda los países emergentes como México se enfrentarán a fuertes fugas de capital y depreciación de sus monedas.
Es por esto que, a medida que han crecido las expectativas de que el alza por parte de la Fed se dará en septiembre, el tipo de cambio del peso frente al dólar se ha deteriorado hasta tocar máximos históricos. En lo que va del año, el valor de la divisa mexicana ha caído más de 10 por ciento.
Con esto en mente, la junta de gobierno de Banxico no puede darse el lujo de recortar su tasa para estimular la economía, ni de prolongar las tasas bajas con el mismo fin. La dirección lógica que seguirán las tasas de interés mexicanas en el corto plazo es sólo una: hacia arriba.
Adelantarse a la Fed
Durante una entrevista reciente con el diario The Wall Street Journal, Carstens indicó que Banxico incluso podría adelantarse a la Fed en el alza de tasas con tal de defender el valor del peso.
“Nos hemos preparado para ajustar las tasas de interés cuando el despegue (de la Fed) ocurra, pero si las condiciones del peso en el mercado cambiario lo requieren, podemos actuar antes que la Fed”, dijo Carstens.
Esta perspectiva pudo verse en las más recientes minutas de Banxico, correspondientes a su reunión de política monetaria de julio (durante la cual Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público y presidente de la Comisión de Cambios, estuvo presente).
A pesar de que durante esta reunión se decidió mantener la tasa de interés sin cambios, el voto se dio de forma dividida. Tres miembros apoyaron esta decisión, mientras que otro votó a favor de un aumento de 25 puntos base en la tasa. El quinto miembro, el subgobernador Manuel Ramos, no estuvo presente en la reunión.
Sin embargo, no es enteramente claro cómo podría Banxico adelantarse a la Fed si ésta decide alzar sus tasas durante septiembre (un escenario que ya es visto con más del 50 por ciento de probabilidad por los mercados financieros). El calendario del Comité Federal de Mercado Abierto, la junta de política monetaria de la Fed, muestra que su próxima reunión está fijada para el 16 y 17 de septiembre. En cambio, la próxima reunión de política monetaria de Banxico tendrá lugar el 21 de septiembre.
Esto quiere decir que para adelantarse Banxico tendría que realizar un anuncio extraordinario de política monetaria, lo cual probablemente resultaría en una de las cosas que menos desea la institución: mayor volatilidad en los mercados financieros.