Millones de cactáceas mexicanas han sido arrancadas de sus tierras para adornar colecciones. Sin patria ni justicia y amenazadas por el tráfico ilegal, cada día estas especies luchan por sobrevivir a una inminente extinción.
Los coleccionistas son los principales responsables de este delito contra la naturaleza, ya que son ellos quienes las demandan, por lo tanto, propician el saqueo masivo en diferentes regiones del país.
Además de que estas especies son transportadas a ambientes desconocidos en donde tienen nulas oportunidades de florecer, son puestas a la venta en el comercio ilegal de plantas vivas y semillas para la industria hortícola, las colecciones privadas y la explotación no sostenible.
En la actualidad, 31 por ciento de las cactáceas del planeta están en peligro de extinción. Se estima que de las 2000 mil que existen en el continente americano, un 40 por ciento son plantas endémicas de México, es decir, que no pueden vivir ni nacer en otro lugar fuera de su ecosistema.
El problema es más grave de lo que parece, pues en los últimos 10 años, la extracción ilegal aumentó, sobre todo, en los estados de Coahuila, Durango, Sonora, Querétaro, Oaxaca, Nuevo León e Hidalgo.
Las cactáceas hurtadas son vendidas a precios estratosféricos, sobre todo a coleccionistas de República Checa, Alemania, Tailandia, Hong Kong y Estados Unidos.
Jerónimo Reyes, curador de la colección de cactáceas del Jardín Botánico en el Bosque de Chapultepec, asegura que el gobierno mexicano no ha tomado las medidas necesarias para combatir este problema, pues al contrario de lo que se esperaría, las autoridades están relajadas ante lo que es obvio, pues en internet se venden las plantas y no hay un protocolo de protección ante este delito, incluso los estudios relacionados a este tema están obsoletos, pues los últimos registros que se hicieron corresponden al 2015.
Dado que estas plantas se encuentran en zonas geográficas limitadas, y muchas veces de difícil acceso, son tomadas por muchos coleccionistas como tesoros preciados, por los que llegan a pagar entre 1000 y 2000 mil dólares por especie, aunque el precio es variable y su valor en el mercado negro crece junto con su escasez y aspecto único.
Asimismo, una planta adulta es más cara que una joven, con fruto valen más que una semilla, y aquellas tomadas de la naturaleza son todavía más codiciadas que las que se cultivan en viveros.
Algunas de las especies que en este momento se encuentran en grave riesgo de extinción son: Lophophora fricil, Ariocarpus fissuratus, Aztekium valdezii, Aztekium hontonii, Aztekium ritteri y Ortegocactus macdougallii.
El tráfico ilegal cobró la existencia de la Digitostigma caput-medusae, una cactácea descubierta en 2002, de la cual había pocos ejemplares y que tras el saqueo no se volvió a ver. Aunque los biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), intentaron reproducirla para salvarla, la intención se complicaba pues una vez sembradas las volvían a robar.
Valor endémico de las cactáceas
Perder una especie endémica del país no tiene precio. Los costos biológicos son invaluables, porque este problema está relacionado a la erosión genética del suelo, al quitar a estas cactáceas se reduce su capacidad natural para recombinarse y volver a brotar en el mismo suelo.
Las cactáceas son componentes importantes de los ecosistemas áridos y son fundamentales para la supervivencia de muchas especies animales, pues les proporcionan una fuente de alimento y agua, sobre todo a los venados, ratas de bosque, conejos, coyotes, pavos, codornices, lagartijas y tortugas, todos los cuales contribuyen a la dispersión de sus semillas.
Las flores de estas plantas proporcionan néctar para los colibríes y los murciélagos, así como para las abejas, polillas y otros insectos que, a su vez, polinizan las plantas.
Las pérdidas económicamente hablando, serían de millones y millones de dólares, porque son ampliamente utilizadas por las personas en el comercio hortícola, así como para la alimentación y la medicina. Sus frutos y sus nutritivos tallos son una importante fuente de alimento para las comunidades rurales.
Carmen Hernández, coordinadora de educación y difusión en el Jardín Botánico del Bosque de Chapultepec, comenta que en el espacio continuamente reciben una gran cantidad de plantas que fueron saqueadas, que han sido encautadas en puertos, instituciones de mensajería y aeropuertos.
Además asegura, que las especies son cuidadas y resguardadas en el Jardín de la Ilegalidad, donde las personas pueden conocerlas y de esa manera comenzar a tomar conciencia de la importancia que tienen.
En este espacio, Hernández añade que los visitantes tienen la oportunidad de adoptar plantas en extinción, o bien, conocer la forma de reproducirlas, con la finalidad de que aprendan a cuidarlas y se contenga el saqueo.
“Las cactáceas no se regresan a su hábitat ya que si uno no sabe exactamente de donde viene, y se pone en otro lugar, se corre el riesgo de que muera o si está enferma, contamine a las plantas que se encuentran alrededor”.