El dinamismo de los mercados financieros internacionales permite que respondan automáticamente a toda publicación o reporte que pueda afectar en lo más mínimo el comportamiento de los consumidores o la industria en alguna región en particular.
Por lo mismo, el efecto del primer ataque terrorista en terreno estadounidense en la administración de Barack Obama, que no estuviera ligado a balaceras, terminó por golpear a los mercados financieros.
En la peor caída del 2013, el índice Dow Jones cayó 266 puntos, acompañando a una baja en el S&P 500 y el índice Nasdaq.
Tanto para el S&P 500 como para el Nasdaq, los eventos del lunes impulsaron sus pérdidas a la caída más drástica desde hace más de dos años. El precio del oro marcó su caída más fuerte en dos días desde 1980.
Teniendo en mente que las bombas explotaron cerca de las 2:50 de la tarde, tiempo del este de EU, la caída de los mercados ya había sido pronunciada, previo al corto tiempo que tuvieron para finalizar los movimientos financieros.
Analistas estiman que la caída de los mercados se debió más a las preocupaciones por la contínua falta de crecimiento sustentable en Estados Unidos y en China; además de la falta de una solución en las finanzas europeas.
Aún así, el efecto real de los ataques terroristas fueron solventados por un repunte en los mercados el día siguiente.
Cerca del cierre de los mercados, el Dow Jones había recuperado casi el uno porciento; más de la mitad de su caída previa; mientras que el Nasdaq y el S&P mostraron alzas superiores al 1.20 por ciento.
Esta misma tendencia, de una caída marginal, seguida de un repunte importante, hace pensar que los mercados no son tan sensibles al aumento en la inseguridad percibida tras un atentado terrorista.
Tanto en el ataque terrorista en Londres en el 2005, como en las Olimpiadas de Atlanta en 1996, los mercados mostraron el mismo cambio de paso. Un efecto insignificante comparado con la tendencia del momento.
Como gran excepción, se encuentran los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, que causaron que el mercado financiero de Estados Unidos estuviera cerrado por cuatro días, seguido de una venta masiva de acciones y una caída histórica en todos los índices.