¿Tregua petrolera?
El mercado petrolero ha estado sufriendo los efectos de una prolongada guerra de precios entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus productores rivales en Estados Unidos y Rusia, inundando al mundo en una sobreoferta de crudo y hundiendo el valor de éste.
El declive de casi 33 por ciento que los precios petroleros registraron entre junio y noviembre del 2014 se convirtió en un genuino colapso después de que la OPEP decidió no recortar su producción para sostener los precios, el cual hasta entonces había sido su rol histórico.
Rolando Hinojosa
El mercado petrolero ha estado sufriendo los efectos de una prolongada guerra de precios entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus productores rivales en Estados Unidos y Rusia, inundando al mundo en una sobreoferta de crudo y hundiendo el valor de éste.
El declive de casi 33 por ciento que los precios petroleros registraron entre junio y noviembre del 2014 se convirtió en un genuino colapso después de que la OPEP decidió no recortar su producción para sostener los precios, el cual hasta entonces había sido su rol histórico.
La decisión de la OPEP fue liderada por su mayor productor, Arabia Saudita, quien buscó defender su participación de mercado mediante recortes de precios que ampliaran sus ventas y lastimaran los márgenes de sus competidores que tienen mayores costos extractivos, como en el caso de los explotadores de recursos shale en Estados Unidos o los de las arenas bituminosas de Canadá.
Los precios petroleros, que ahora se encuentran más de 70 por ciento por debajo de los niveles registrados a mediados del 2014, obtuvieron un respiro la semana pasada gracias a señales de un posible acuerdo entre Rusia, el tercer mayor productor a nivel global, y la OPEP para implementar un recorte de producción.
Sergei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, dijo el miércoles que su país estaría dispuesto a reunirse con la OPEP y otros países productores de petróleo para discutir cómo balancear el mercado. El jueves Alexander Novak, ministro de Energía de Rusia, agregó que un recorte de producción de 5 por ciento podría ser negociado.
Estas noticias impulsaron el precio del Brent, barril de crudo de referencia internacional, a su punto más alto en lo que va del 2016.
Sin embargo, las divisiones internas en la OPEP aún amenazan la posibilidad de un acuerdo, y podrían prolongar significativamente la sobreoferta global.
Cártel dividido
Una reunión celebrada ayer entre los ministros de petróleo de Arabia Saudita y de Venezuela, durante la cual se discutieron medidas para estabilizar el mercado, concluyó positivamente pero sin llegar a un acuerdo, según la agencia estatal saudí SPA.
“Fue una reunión exitosa, conducida en una atmósfera positiva”, dijo el ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Ali al-Naimi.
Fuentes de la OPEP indicaron a Reuters que estas declaraciones positivas no necesariamente indican que Arabia Saudita y sus aliados del Golfo Pérsico estén dispuestos a alinearse con los miembros menos solventes del cártel para recortar producción.
Un desarrollo que complica este escenario es el regreso de Irán, acérrimo rival de Arabia Saudita, a los mercados petroleros tras el fin de las sanciones económicas impuestas por Occidente.
En el pasado Irán se ha aliado con Venezuela y otros miembros de la OPEP para solicitar recortes de producción.
Sin embargo, fuentes cercanas indicaron a Reuters que ahora la república islámica preferiría expandir su producción para recuperar la participación de mercado que ha perdido desde el 2012, cuando se le impusieron las sanciones.
Rusia desesperada
Una razón de peso que motiva a Rusia a buscar un acuerdo con la OPEP es la profundidad de los problemas a los que se enfrenta su economía, la cual está fuertemente ligada al petróleo y por lo tanto ha sufrido fuertes estragos gracias al colapso en los precios del crudo.
Datos del Departamento de Energía de Estados Unidos muestran que casi el 70 por ciento de las exportaciones rusas está compuesto por la venta de petróleo y gas natural. Cuatro quintas partes de esto corresponde al crudo y sus derivados.
Pero la extensión del problema va más allá de las exportaciones de hidrocarburos, que sólo representan el 14.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Rusia.
De entrada, el presupuesto del gobierno ruso depende en 60 por ciento de la venta de energéticos, y el gasto público representa entre 20 y 22 por ciento del PIB.
A esto hay que agregar el impacto que tiene la exportación de hidrocarburos en el financiamiento de importaciones y en las inversiones financiadas con petrodólares.
De esta forma, el Fondo Carnegie para la Paz Internacional calcula que la economía rusa depende entre 67 y 70 por ciento del petróleo.
Es por esto que no sorprende que la economía rusa se haya contraído 3.7 por ciento en 2015 y que se prevea una contracción de 1 por ciento en 2016, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), ni el que su gobierno se muestre tan ansioso por revertir el deterioro de los precios petroleros mediante un acuerdo.