Un paso hacia la guerra
La estrategia mexicana de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) está completamente supeditada a un argumento: salir del TLCAN no es el fin del mundo, pues la relación comercial entre México y Estados Unidos estaría regida por la Organización Mundial de Comercio (OMC), de modo que el tope arancelario para el grueso de las exportaciones mexicanas se encontraría en el rango del 2 por ciento al 8 por ciento.
Rodrigo Carbajal
La estrategia mexicana de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) está completamente supeditada a un argumento: salir del TLCAN no es el fin del mundo, pues la relación comercial entre México y Estados Unidos estaría regida por la Organización Mundial de Comercio (OMC), de modo que el tope arancelario para el grueso de las exportaciones mexicanas se encontraría en el rango del 2 por ciento al 8 por ciento.
Sin embargo, este argumento descansa en el supuesto de que Estados Unidos continuará siendo un miembro de la OMC, una aseveración que bajo cualquier otro contexto sería una certidumbre.
Pero, en el contexto de la retórica proteccionista que ha asumido una parte significativa del gabinete económico de la administración de Donald Trump, la permanencia de Estados Unidos en la OMC se ha puesto en entredicho.
Ayer, el diario Financial Times publicó que el equipo de transición encargado de la política comercial del gobierno de Trump está considerando “alternativas a la OMC” para la resolución de disputas comerciales.
El senado de EU confirmó ayer por la tarde a Wilbur Ross como secretario de Comercio, pero está pendiente Robert Lighthizer como Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés). Las agencias encargadas de la política comercial se encuentran en una transición profunda.
Un funcionario de la Oficina del USTR dijo al Financial Times que miembros del equipo de transición le han pedido a esa agencia una lista de los mecanismos legales con los que cuenta el gobierno estadounidense para imponer sanciones unilaterales y nivelar el comercio con países como China y México.
Dicho funcionario, quien pidió que no se revelara su identidad, asegura que esta solicitud tiene el objetivo de encontrar una manera en la que la nueva administración pueda esquivar el sistema de resolución de disputas de la OMC.
Un peligro para México
En caso de que la administración de Trump llegue al extremo de salir de la OMC o de esquivar este sistema de resolución de disputas, existiría campo abierto para una escalada arancelaria con México.
Esto pone de relieve la asimetría en la renegociación del TLCAN, que de acuerdo al canciller Luis Videgaray iniciará este verano. También pone de relieve que las autoridades encargadas de la política comercial en México y en Estados Unidos se encuentran en diferentes niveles de la discusión.
Ayer, Ildefonso Guajardo, secretario de Economía del gobierno mexicano, declaró que cualquier discusión arancelaria obligaría a México a levantarse de la mesa de negociación.
Aún si el TLCAN es cancelado, México permanecería como una plataforma competitiva de exportación a Estados Unidos: el nivel arancelario sería relativamente aceptable bajo las reglas de la OMC, considerando que el país aún cuenta con la ventaja de bajos costos laborales y con la ventaja que implica la amplia depreciación del peso frente al dólar en los últimos dos años.
Sin embargo, sin la protección de la OMC, las exportaciones mexicanas estarían a merced de la imposición de un arancel de 35 por ciento, tal como lo prometió Donald Trump durante su campaña. El efecto en México sería devastador: se comprometerían casi 300 mil millones de dólares al año que el país recibe por la venta de bienes y servicios en Estados Unidos, además de que el país dejaría de ser un destino atractivo para de inversión extranjera directa.
Dada la fuerte integración que mantienen las economías de México y Estados Unidos, el consenso de analistas estima que es muy poco probable que se presente un escenario con aranceles de esta magnitud.
OMC: la última defensa
Lo que sí es probable, sugieren, es que México se quede de brazos cruzados ante la potencial implementación de un impuesto de ajuste fronterizo. De acuerdo a Chad Bown, investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), esta medida está prohibida bajo las reglas de la OMC. Este marco legal otorgaría el derecho a los socios comerciales de Estados Unidos a imponer tarifas con sanciones equivalentes a 385 mil millones de dólares para compensar los efectos adversos del impuesto de ajuste fronterizo.
La semana pasada, Dan DiMicco, quién dirigió al equipo encargado de la política comercial en el periodo de transición y quien ahora funge como un asesor informal del presidente, dijo que el impuesto de ajuste fronterizo resolvería casi todos los problemas del TLCAN. Asimismo, declaró que la administración de Trump adoptaría un enfoque de “esperar y ver” para evaluar si la OMC es útil para los intereses de Estados Unidos.
Esta declaración se encuentra en línea con los posicionamientos críticos de Wilbur Ross, Robert Lighthizer y Peter Navarro (director del Consejo Nacional de Comercio) respecto a la OMC.
El cambio radical de política comercial que suponen las intervenciones públicas de estos funcionarios ha encendido las alarmas de la comunidad internacional. La semana pasada, el Banco Mundial emitió una advertencia sobre el estado del comercio global. De igual forma, la principal organización empresarial en Alemania está preparando una campaña mediática para promover los beneficios del libre comercio en Estados Unidos.
Paul Krugman, quién ganó el Premio Nobel de Economía por sus aportaciones en materia de comercio internacional, expresó a través de Twitter que “coquetear con el desmantelamiento de las reglas fundamentales del comercio global” es algo muy serio.