Tsunami de quiebras
Tras la debacle del mercado petrolero, la industria energética ha entrado en una de sus peores crisis en la historia. No sólo han cambiado las reglas del juego, sino que el nuevo escenario de bajos precios del crudo se ha convertido en una prueba de resistencia.
Desde mediados del 2014, el precio del petróleo inició una trayectoria descendente que llegó a registrar una caída de más de 70 por ciento en su punto más álgido. Las empresas del sector han recurrido a dolorosos planes de austeridad y recortes de gasto de inversión para sobrellevar la falta de liquidez.
Tras la debacle del mercado petrolero, la industria energética ha entrado en una de sus peores crisis en la historia. No sólo han cambiado las reglas del juego, sino que el nuevo escenario de bajos precios del crudo se ha convertido en una prueba de resistencia.
Desde mediados del 2014, el precio del petróleo inició una trayectoria descendente que llegó a registrar una caída de más de 70 por ciento en su punto más álgido. Las empresas del sector han recurrido a dolorosos planes de austeridad y recortes de gasto de inversión para sobrellevar la falta de liquidez.
Los resultados del primer trimestre de las grandes firmas globales evidencian el mal momento por el que pasa la industria. Exxon Mobil, la mayor compañía petrolera por valor de capitalización de mercado, reportó sus ganancias más bajas desde 1999.
Sin embargo, la verdadera crisis energética la enfrentan los productores independientes de gas y petróleo de Estados Unidos que revolucionaron al mercado petrolero mediante el boom del shale. Hasta el momento, 59 compañías se han declarado en quiebra. Tan sólo en el primer trimestre del 2016, 15 empresas cayeron en bancarrota.
Paradójicamente, las empresas independientes que dieron origen a la sobreoferta mundial de petróleo son los primeros afectados por la debacle del mercado energético.
Dado que los productores shale cuentan con costos más altos que los productores tradicionales, son más vulnerables a un escenario prolongado de bajos precios del petróleo. Pese a la fuerte reducción de costos, los productores de recursos petroleros no convencionales han recurrido a la contratación de créditos y emisión de deuda para mantener su operación.
No obstante, ante la falta de una perspectiva clara respecto a la trayectoria que podría tomar el precio del petróleo, los bancos han comenzado a perder la paciencia. De acuerdo a datos de Bloomberg, en lo que va del año, las instituciones financieras le han retirado 5.6 mil millones de dólares de líneas de crédito a 36 empresas del sector.
Charles Gibbs, socio de reestructuración de la firma de abogados Akin Gump, dijo al portal Reuters que la oleada de quiebras de las empresas de gas y petróleo no ha llegado ni siquiera a la mitad, por lo que en el segundo trimestre del año se esperan más bancarrotas que las registradas en los primeros tres meses de 2016.
Bancos expuestos
El colapso de la industria petrolera no se limita al recorte de miles de millones de dólares en inversión de capital, a la terminación de cientos de miles de empleos o a las pérdidas derivadas de la suspensión, temporal o definitiva, de proyectos de exploración y producción de miles de millones de dólares. Dada la magnitud de la deuda del sector energético, una oleada de quiebras en la industria podría tener implicaciones desastrosas para los mercados financieros.
En los últimos años, el precio del petróleo se ubicó por un largo tiempo por encima de la barrera psicológica de los 100 dólares. Esto relajó las condiciones de financiamiento y sentó las bases para que las empresas de la industria energética emitieran deuda a gran escala.
JP Morgan, Wells Fargo, Bank of America y Citigroup, los cuatro bancos más grandes de Estados Unidos, cuentan en conjunto con una exposición de 190 mil millones de dólares a créditos del sector energético. Las 59 empresas
petroleras que ya se declararon en quiebra tienen un saldo de deuda pendiente de 27 mil millones de dólares.
Entre el 2010 y el 2014, las empresas de gas y petróleo de Estados Unidos emitieron más de 350 mil millones de dólares en bonos. De acuerdo a datos de Thomson Reuters, el 50 por ciento de estos bonos cuentan con una calificación crediticia debajo del grado de inversión, es decir son considerados bonos ‘basura’.
Aunque un default potencial de gran parte de estos bonos no va a generar efectos disruptivos como los de la crisis subprime de 2008 o la crisis de las dotcom de principios de siglo, los analistas coinciden en que dará lugar a un episodio de volatilidad equiparable a la turbulencia que marcó la narrativa económica del 2015.
Amenaza emergente
Los productores shale no fueron los únicos que se endeudaron de manera significativa durante los años del boom petrolero. La creciente carga del pasivo de las grandes firmas energéticas de mercados emergentes representa otro factor de alerta para los inversionistas que han apostado por la industria del crudo.
Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Gazprom, la firma energética estatal de Rusia, concentran alrededor de un cuarto de los 783 mil millones de dólares de deuda corporativa de economías emergentes.
Asimismo, Pemex y Petrobras representan casos en los que la falta de liquidez y una pesada carga de deuda se conjugan para amenazar la viabilidad y solvencia de largo plazo de las empresas emblemáticas de México y Brasil.
Descontando el pasivo laboral, la deuda total de Pemex supera los 110 mil millones de dólares, mientras que la deuda total de Petrobras se estima en más de 150 mil millones de dólares.
A pesar de que estas empresas cuentan con un respaldo implícito de sus gobiernos y de que sus costos relativamente bajos les permiten seguir operando en este entorno de precios, sus primas de riesgo se ha incrementado significativamente desde el año pasado.