Un fraude 
explosivo

Durante años, el británico James McCormick amasó su fortuna vendiendo un producto bastante particular: un “detector” de bombas llamado ADE 651. 

Durante casi 10 años, McCormick le vendió más de 7 mil unidades de sus productos a agencias de seguridad, como la policía de Hong Kong, las Naciones Unidas y el gobierno de Irak, por precios que alcanzaban los 40 mil dólares. 

Tan solo en Irak, entre 2008 y 2010, McCormick vendió alrededor de 6 mil dispositivos, obteniendo por lo menos 38 millones de dólares.

Durante años, el británico James McCormick amasó su fortuna vendiendo un producto bastante particular: un “detector” de bombas llamado ADE 651. 

Durante casi 10 años, McCormick le vendió más de 7 mil unidades de sus productos a agencias de seguridad, como la policía de Hong Kong, las Naciones Unidas y el gobierno de Irak, por precios que alcanzaban los 40 mil dólares. 

Tan solo en Irak, entre 2008 y 2010, McCormick vendió alrededor de 6 mil dispositivos, obteniendo por lo menos 38 millones de dólares.

Pero este año, McCormick fue declarado culpable de tres cargos de fraude y sentenciado a 10 años de prisión en Reino Unido. ¿La razón?, el ADE 651, que supuestamente también podía detectar narcóticos, era poco más que un fallido detector de pelotas de golf con un costo de producción de 20 dólares.

El dispositivo consistía en una antena colocada en un mango negro, que a su vez estaba conectado a una caja negra en la cual se insertan tarjetas “carbo-cristalizadas” de software que supuestamente contienen la “frecuencia molecular” de lo que el usuario busca encontrar. Cuando el objeto en cuestión se encuentra, la antena se mueve, apuntando hacia el objeto.

Usados en México en cateos 

Bloomberg Businessweek reporta que el ADE 651, basado en un dispositivo similar inventado en los 90, junto con otros productos similares, han sido apuntados como fraudulentos y sin un funcionamiento basado en ningún principio científico. 

Investigaciones de organizaciones científicas e investigadores policiacos han revelado que el dispositivo no es más que una caja de plástico vacía, con cables que no se conectan entre sí ni con alguna otra cosa.

La razón por la cual la antena de estos objetos se mueve para apuntar a las sustancias buscadas es el efecto ideomotor, un fenómeno psicológico en el que un sujeto realiza movimientos inconscientemente en respuesta a una expectativa o sugestión.

Y aunque el caso del ADE 651 es uno de los más famosos, no es el único. Los dispositivos GT200 y Alpha 6 son prácticamente idénticos en diseño e inutilidad, pero continúan siendo utilizados por fuerzas armadas y cuerpos de seguridad.

Según la BBC, el gobierno del expresidente Felipe Calderón compró cientos de unidades del GT200, fabricados por la empresa británica Global Techical LTD. 

Entre el gobierno federal y varias alcaldías del país, el gasto destinado a estas compras fue de 340 millones de pesos. 

Pero la Academia Mexicana de Ciencias estableció a principios del 2012 que el GT200 no servía para nada, y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) informó posteriormente haber recibido más de 3 mil 700 quejas por abusos cometidos durante cateos injustificados realizados con base en estos “detectores”.

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