El negocio del agua purificada fluye. Sus bajos costos y que esté al alcance de cualquier persona lo convierte en un jugador importante en el mercado. Sin embargo, la desconfianza de los mexicanos y los mitos que existen alrededor de su consumo frena su avance.
En la actualidad, 76.3 por ciento de los hogares en México consumen agua de garrafón o embotellada, en contraste con 19.6 por ciento se hidrata a través de un grifo conectado a una red pública de suministro, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
A nivel mundial, México ostenta la corona como el mayor consumidor del líquido vital en botella, a pesar de los costos que esto implica para el bolsillo de los ciudadanos.
El garrafón, que suele ser de 19 o 20 litros, es el formato de mayor compra en las viviendas, ya que 98 por ciento del volumen de agua se adquiere de esa forma.
Durante 2017, cada hogar en territorio nacional adquirió mil 385 litros y gastó mil 315 pesos ese año, según un análisis de Kantar Worldpanel México.
Al comparar el gasto que se realizó con el grifo, el monto mensual ascendió a 106 pesos, el cual se ubicó por debajo de su mayor competencia, pues fueron mil 272 pesos anuales.
A pesar de lo desafiante del panorama, diversas empresas que ofrecen servicios de purificación de agua en Punto de Uso (POU) apuestan por transformar los hábitos de los mexicanos comenzando con su pensamiento. Su carta más fuerte es que las botellas de plástico, de las cuales 80 por ciento se convierten en basura, tardan más de mil años en degradarse biológicamente.
Sergio Dondish, director general de WaterStation, reconoce que en el mercado nacional existen diversos desafíos que contribuyen a que la industria de purificación de agua aún no crezca a los niveles que debería, a pesar de que tiene un gran potencial por la red hidrográfica en territorio azteca que alcanza los 633 mil kilómetros.
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Confianza, el gran reto
La preferencia por el agua embotellada no es reciente. El temor de los mexicanos data del terremoto de 1985, suceso que provocó numerosos daños en las redes de agua potable y alcantarillado. Para poder consumir el líquido vital, las autoridades recomendaban filtrar o hervir y posteriormente agregar algún germicida, como una gota de cloro por cada litro de agua, para eliminar los microorganismos patógenos.
El segundo golpe a la confianza del agua del grifo ocurrió en 1991 tras un brote de cólera en el país, ocasionando la muerte de varias personas y más de 300 afectados. A partir de esa década, el negocio de las embotelladoras se disparó, gracias a la venta de garrafones de 20 litros.
Adalberto Jurado, jefe de carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad La Salle, opina que los consumidores dan su voto de fe al agua embotellada porque piensan que este producto tiene la certeza de estar libre de contaminantes, pero, como en cualquier producto, siempre existen riesgos para la salud si no se cuenta con los mínimos estándares de calidad.
Crear oportunidades
A diferencia de México, el mercado de purificación de agua en otros países ya experimenta un auge. Un análisis de Zenith Global muestra que el valor de los servicios de purificación de agua en Punto de Uso (POU) en Reino Unido llegó a los 183 millones de dólares al cierre de 2018, cifra 4.9 por ciento superior en contraste con los 174 millones de dólares reportados un año antes.
En Estados Unidos, los consumidores son más conscientes con los problemas relacionados con el plástico; la prueba de ello es que los purificadores tienen una participación de mercado de 23.5 por ciento.
Sergio Dondish comparte que hace una década era más complicado convencer a los mexicanos de aceptar la idea de purificar el agua en punto, pero la llegada de un mayor número de participantes al mercado ha contribuido a derribar las barreras alrededor de este negocio.