Una oportunidad para Pemex
El descubrimiento del pozo terrestre Ixachi, el más importante en 15 años, podría ser el primer gran avance de la reforma energética para revertir la decreciente producción petrolera en México. Sin embargo, la firma estatal aún debe resolver algunos retos estructurales
Rodrigo CarbajalEn febrero de 2016, cuando el gobierno federal anunció la salida de Emilio Lozoya como director de Pemex, la empresa productiva del Estado estaba al borde del colapso financiero. En el 2015, la firma registró pérdidas por 30.3 mil millones de dólares y un pasivo total de 3.1 billones de dólares.
Sin la intervención del gobierno federal, las agencias calificadoras habrían degradado la deuda de Pemex al grado de “bono basura”, lo cual habría desatado una sangría de los activos mexicanos en los mercados.
La administración de Enrique Peña Nieto transfirió alrededor de 10 mil millones de dólares para el pago del pasivo laboral de Pemex e inyectó 4.2 mil millones de dólares adicionales para atender la contingencia inmediata de liquidez de la firma. Se designó a José Antonio González Anaya como relevo de Lozoya y se implementó un programa de austeridad de 100 mil millones de pesos.
En menos de dos años, la narrativa que rodea a la empresa más importante de México cambió drásticamente. Pemex transitó desde un escenario de supervivencia hacia un escenario de resiliencia.
El viernes, la compañía anunció el descubrimiento del pozo Ixachi al sur del puerto de Veracruz. Se trata del hallazgo terrestre más importante en los últimos 15 años, con un volumen original de 1.5 mil millones de barriles de crudo y 350 millones de barriles de petróleo equivalente de reservas probadas, probables y posibles.
El consenso de analistas argumenta que el descubrimiento es equiparable en magnitud al hallazgo del yacimiento Zama, encontrado en uno de los bloques adjudicados a un consorcio conformado por Premier Oil, Talos Energy y Sierra Oil & Gas.
Debido a que Ixachi es un pozo de fácil acceso, cercano a la infraestructura necesaria para su explotación, el gobierno espera que la producción de este yacimiento inicie a finales de 2018. Sería el primer proyecto significativo ejecutado por Pemex después de la entrada en vigor por la reforma energética.
El lastre fiscal de Pemex
Desde el 2004, la producción de petróleo de Pemex ha caído consistentemente. En septiembre, ésta fue de 1.73 millones de barriles diarios, el menor nivel en más de tres décadas.
Ixachi, cuyo potencial de producción es equivalente a poco más del 10 por ciento de Cantarell, el yacimiento más importante en la historia del país, acercaría un poco a México a cumplir con la desbordada expectativa original del gobierno federal de producir 2.6 millones de barriles de petróleo diario para el 2018.
Sin embargo, para ello es necesario que Pemex supere retos estructurales que no le permiten ser competitiva a cabalidad en el nuevo marco de la reforma energética.
El lastre más evidente y significativo para la compañía es la carga fiscal que el gobierno federal le ha impuesto. De acuerdo a un reporte semestral sobre Pemex elaborado por Moody’s, la firma cuenta con el menor costo de producción en toda América Latina: 9.4 dólares por barril. No obstante, su carga de impuestos también es la más alta de la región: 57 dólares por barril, según datos de 2015.
Hoy en día, Pemex financia alrededor del 14 por ciento del presupuesto federal, de modo que esta presión ha evaporado las utilidades de la firma, obligándola a contraer deuda de manera agresiva.
La razón de pasivos sobre capital de Pemex es de 160 por ciento, 100 puntos porcentuales más que Petrobras. Esta condición de endeudamiento crónico se ha traducido en una caída significativa del gasto de capital, que representa la inversión en nuevos proyectos de exploración y producción. Éste pasó de 16 mil millones de dólares en el 2015 a 10 mil millones de dólares en el 2017.
Ése ha sido el costo de la austeridad, una política necesaria para garantizar la solvencia de Pemex, que enfrenta la liquidación de 37.2 mil millones de dólares de deuda en los próximos cinco años.
La mano de Pepe Toño
En su primer año al frente de Pemex, José Antonio González Anaya, un experto en programas de austeridad pública, redujo la razón de deuda sobre utilidades antes de impuestos, intereses, depreciación y amortización (EBITDA, por sus siglas en inglés) de 20.6 veces en 2015 a 4.1 veces en 2016. La compañía rompió con una larga racha de pérdidas trimestrales. En los primeros nueve meses del año, Pemex registró una ganancia neta de 18.9 mil millones de pesos, una cifra modesta pero significativamente mejor que la pérdida neta de más de 263 mil millones de pesos para el mismo periodo de 2016.
El sentimiento del mercado, patente en la prima de riesgo de los bonos de Pemex, y el tono de las agencias calificadoras reconocen la mejora de Pemex y el potencial que representan las nuevas figuras de inversión y de asociación estipuladas en la reforma energética.
Sin embargo, la empresa productiva del Estado aún debe probar que, al igual que Exxon o Shell, es lo suficientemente flexible para enfrentar el escenario de precios bajos del mercado energético y que puede mitigar el riesgo de ejecución inherente a las oportunidades generadas por la apertura petrolera.