Lamentablemente, el tema más importante hoy en día en México es nuestra política sobre el narcotráfico.
De acuerdo a archivos periodísticos, alrededor de 60 mil personas han perdido la vida por esta guerra al narcotráfico, hay un número indeterminado de desaparecidos, 50 mil niños han quedado huérfanos y 25 mil menores han sido reclutados por los cárteles de la droga.
Es del dominio común que las drogas producidas y traficadas en México son para consumo en Estados Unidos. Nadie en México debería morir o sufrir como consecuencia del consumo de drogas en Estados Unidos.
La actual política de gobierno tuvo una consecuencia involuntaria: el incremento de los brazos armados para controlar los territorios.
El aumento de los brazos armados ha provocado una escalada de violencia, homicidios y secuestros, pues muchos de los jóvenes que han entrado a formar parte de los brazos armados del narcotráfico tienen acceso a armas de alto calibre, pero no a las jugosas ganancias del narcotráfico, lo que los lleva a dedicarse de mediotiempo a actividades delictivas como el secuestro y la extorsión.
Tan es así que el número de secuestros se ha incrementado dramáticamente en nuestro país desde el 2007.
En resumen, el problema es el exceso de elementos armados y su acceso a armas de alto calibre.
El problema es también que cualquier vacante en los grupos armados de los cárteles es tomada rápidamente por alguno de los más de 10 millones de ninis de nuestro país.
Lo que representa una fuente inagotable de recursos humanos para los cárteles. No es difícil concluir que si seguimos con la actual política éstos seguirán armando a sus elementos y convocando a más jóvenes cuando sea necesario, perpetuando así la violencia.
Para volver a la paz necesitamos un cambio radical de política de narcotráfico. Necesitamos una política de seguridad que, dejando de lado moralismos, tome en cuenta que el costo de la actual política ha sido enorme y el beneficio nulo.
Necesitamos una discusión donde sean consideradas alternativas como la legalización del tráfico de drogas con destino a EU, el tratamiento de adictos en clínicas de salud, entre otros, que pueden traer beneficios a nuestro país sin las terribles consecuencias que el conflicto armado ha acarreado.