Visto bueno para AB InBev
Cuando la cervecera belga-brasileña anunció la adquisición de SABMiller por 108 mil millones de dólares, la primera reacción provino de los reguladores antimonopolio alrededor del mundo.
La intención de crear la compañía cervecera más grande del planeta se sujetó al escrutinio de la Comisión de Competencia Europea, una entidad que es punta de lanza global en lo que se refiere a la defensa del consumidor frente a la concentración monopólica.
Cuando la cervecera belga-brasileña anunció la adquisición de SABMiller por 108 mil millones de dólares, la primera reacción provino de los reguladores antimonopolio alrededor del mundo.
La intención de crear la compañía cervecera más grande del planeta se sujetó al escrutinio de la Comisión de Competencia Europea, una entidad que es punta de lanza global en lo que se refiere a la defensa del consumidor frente a la concentración monopólica.
Sin embargo, esta semana el acuerdo entre AB InBev y SABMiller superó una barrera importante al recibir la aprobación de la Comisión de Competencia Europea para proceder con la adquisición.
Pero los reguladores impusieron una condición: que SABMiller se deshaga prácticamente de todo su negocio en Europa.
Margrethe Vestager, comisionada de Competencia de la Unión Europea, dijo que “la decisión se va a asegurar que la competencia en el mercado de cerveza no se debilite y los consumidores no queden en una peor situación”.
Asimismo, Vestager refirió que en un mercado de 139 mil millones de dólares, un aumento de precios relativamente pequeño puede ocasionar un daño considerable a los consumidores.
La concentración de AB InBev y SABMiller le otorgaría control sobre un tercio del mercado global de cerveza, lo cual le permitiría vender casi el doble que su rival más próximo, Heineken.
Desinversión necesaria
Aunque la nueva compañía contaría con presencia en prácticamente todos los continentes, tanto AB InBev como SABMiller previeron las exigencias de los reguladores globales y han iniciado planes de desinversión.
Las marcas de alta gama de SABMiller, Peroni y Grolsch, fueron vendidas a la compañía japonesa Asahi por 3 mil millones de dólares. El acuerdo también incluyó la venta de la marca británica Meantime.
AB InBev, cuya estrategia de expansión se ha basado fuertemente en fusiones y adquisiciones, ya obtuvo luz verde por parte de reguladores en Australia y Sudáfrica.
En caso de que el acuerdo obtenga la aprobación total de la Comisión de Competencia Europea, el último obstáculo de alto perfil estará en conseguir el visto bueno de los reguladores antimonopolio de Estados Unidos, donde AB InBev cuenta con una participación de mercado de 45.8 por ciento.
No obstante, la preponderancia de AB InBev en el mercado estadounidense no es el único impedimento que enfrentaría la compañía para conseguir la aprobación de la adquisición de SABMiller.
De acuerdo a un reporte de Reuters, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha iniciado una investigación de prácticas monopólicas contra AB InBev. El organismo considera que la firma podría estar ofreciendo incentivos a los distribuidores independientes para que vendan sus marcas a costa de las marcas de cerveza artesanal que han irrumpido el mercado y representan una amenaza emergente para el modelo de negocios de las compañías tradicionales.
Parte de la adquisición de SABMiller se explica por la estrategia de fortalecer la presencia de AB InBev en los mercados emergentes de África y América Latina para compensar la debilidad de mercados maduros como el de Estados Unidos.